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 domingo, 11 de noviembre de 2007  
Ya se gastaron $280 millones por los daños del granizo
Es un monto equivalente a 6 Heca. Las aseguradoras cubrieron a más de 3.200 vehículos

La del 15 de noviembre 2006 había sido una tarde sofocante. No pocos decían que se vendría una tormenta. Pero nadie, ni el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), pudo prever lo que sucedería. Alrededor de las 17.20 el cielo se puso negro, el viento sopló con furia y comenzó a escucharse el estruendoso ruido del granizo, inmensas piedras de hasta 10 centímetros que en sólo minutos abollaron y rompieron todo lo que se les cruzó en el camino. El 70 por ciento de la ciudad quedó arrasado por el meteoro, que ya demandó un desembolso de 280 millones de pesos.

   La tormenta es difícil de olvidar. Se cobró 5 muertos, decenas de heridos, cientos de evacuados, cerca del 12 por ciento del parque automotor dañado y un sinnúmero de inmuebles deteriorados, e instaló una psicosis generalizada que se revive ante cada temporal.

   La suma de las pérdidas está integrada por gastos del sector privado (240.850.000 pesos), municipal (8.743.000 pesos), de las escuelas provinciales (3 millones de pesos), de la Universidad Nacional de Rosario (1.500.000 pesos) y de la asistencia básica a la vivienda social (16.800.000 pesos), aparte de los más de 10 millones de pesos que las aseguradoras Sancor y La Segunda debieron cubrir a sus clientes con pólizas que incluían protección específica contra granizo (otras firmas abonaron los cristales en el marco de otras modalidades de seguros).

   Todo lo que los rosarinos han tenido que pagar hasta ahora para reparar los daños es equivalente a poco más de seis hospitales de emergencias como el nuevo Clemente Alvarez (Heca) valuado en 45 millones de pesos. A cuatro días de la pedrea se habían calculado pérdidas por 270 millones de pesos; casi la suma que el intendente Miguel Lifschitz prometía en obras para el año.



Desolación. No fueron pocos los que se divirtieron juntando las piedras y hasta las guardaron en el freezer. Pero la mayoría no andaba con ánimo de alegrarse. Mientras soplaban vientos a 115 kilómetros por hora y caían árboles y vidrios por doquier, se acumularon 14 milímetros de agua en las calles que quedaron anegadas.

   En ese lapso murió Dora Cabral, de 87 años, arrollada por un auto. Y todo indica que Roberto Mangiaterra, de 70 años, falleció de un infarto por el impacto emocional que le provocó ver cómo el vendaval destruía su casa. Y las guardias de los hospitales se llenaban de pacientes fracturados o con heridas cortantes.

   Pero en las 24 horas posteriores hubo otras tres víctimas que murieron en accidentes relacionados con el meteoro. A Maximiliano Mosquera (14 años) y Néstor Alderete (41 años) la precariedad de las conexiones eléctricas les jugaron una mala pasada que les costó la vida, y Carlos Arderius (65 años) cayó de un techo cuando miraba los daños provocados por las piedras.

   Se sumaron voladuras de techos. En el barrio Santa Lucía, trescientas personas fueron evacuadas, colapsaron los teléfonos, 40 mil casas quedaron sin luz (incluso en 20 comisarías) y explotó una estación transformadora de la EPE.

   “En mis 50 años jamás ví una tormenta así”, había dicho el intendente Miguel Lifschitz en ese momento.

   Sólo en el edificio de los Tribunales provinciales se rompieron 100 vidrios, desaparecieron los techos de dos supermercados y de 400 hogares y se deterioraron edificios públicos como el Palacio de los Leones, bibliotecas y escuelas.



Reclamos y ayuda. Las protestas de los vecinos de las zonas más golpeadas no se hicieron esperar. En piquetes reclamaron durante días colchones, chapas y frazadas.

   Las secretarías de Promoción Social municipal y de Promoción Comunitaria de la provincia fueron las responsables de dar respuestas, claro que también con ayuda de la Nación. A un año del episodio los referentes de las reparticiones recuerdan esas horas y dicen que el Estado está “preparado” para responder.

   La Nación aportó 12.500 chapas, 5 mil tirantes y 1.800 colchones que se sumaron a la asistencia de la provincia consistente en 50 mil chapas —aparte de otras 47 mil del

municipio—, 5 mil colchones, 3 mil frazadas, 12 mil tirantes y 1.500 membranas.

   El secretario de Promoción Social, Pedro Pavicich, recordó los primeros momentos como “muy dramáticos” y señaló que “la pedrea desnudó los problemas de la pobreza que ya se conocen, pero quedaron más expuestos”.

   Al evaluar los sectores más afectados, la zona oeste “siempre es la más complicada”, indicó Pavicich y agregó que “es el área más crítica por la cantidad de población viviendo en condiciones de pobreza”.

   

El primer impacto. El secretario de Promoción Comunitaria, Juan Carlos Forconi, recordó que esa tarde estaba en la capital provincial y que era “una jornada de esas que parece que algo grande está por pasar”. Y no olvidó la primera recorrida por la ciudad: “Quedé impactado y aún no puedo creer cómo estaban los Tribunales”.

   Además de destacar el trabajo conjunto de provincia y municipio, afirmó que “lo importante es que en ambas jurisdicciones quedó recurso humano capacitado para este tipo de situaciones”.

   También Pavicich destacó la coordinación y dijo que la ciudad “está preparada” no sólo para enfrentar fenómenos como la piedra, sino otros como las inundaciones de marzo pasado que significaron casi seis mil evacuados.
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La tormenta sorprendió a los rosarinos que buscaron refugio con desesperación.

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