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 domingo, 09 de septiembre de 2007  
Argentino cayó 3 a 0 frente a Colegiales

Mariano Bereznicki / Ovación

Cuando un plantel está plagado de juveniles y debe incursionar a la fuerza por un camino donde la experiencia predomina por excelencia, se torna imposible que no bese seguido la lona. Y esta nueva y limitada versión de Argentino que transita la Primera C, como si fuera un equipo de prueba, volvió a resbalar en seco. Y eso que llegó a Munro con la fuerza interior en ascenso fruto del triunfo que había metido a mediados de semana. Pero ayer, un simple Colegiales lo devolvió a la realidad tras vencerlo 3 a 0.

  Para entender el presente albo hay que remitirse a la formación que presenta cada jornada Jorge Díaz. Es que desde el vamos el entrenador está condicionado porque no cuenta con un plantel numeroso. De yapa, tiene que apelar al recurso genuino de las inferiores porque el presupuesto escasea en esta parte de la temporada.

  Entonces, es imposible pensar en ser protagonista cuando el material que hay a mano alcanza sólo para dar pelea en determinadas ocasiones. Y es lógico que suceda eso, ya que el grupo está conformado por un piberío que le meten garra y corazón. Pero con eso no alcanza para repetir la destacada performance del torneo pasado.

  Si bien ayer Argentino amagó con querer llevarse por encima a Colegiales, con el correr de los minutos el dueño de casa fue nivelando las acciones. A tal punto que terminó anulando a su rival merced a la jerarquía de sus hombres.

  El primer acto estuvo algo entretenido durante la primera hora. Aunque hubo escasas situaciones de riesgo. Pero el local sacó provecho a través de un movedizo Marcelo Couceiro luego de una desatención garrafal de la última línea. Hasta la hora del descanso, el encuentro entró en un cuarto intermedio por decisión de la intermitencia y limitaciones para generar peligro sobre ambos arcos.

  La segunda etapa fue toda a pedir del tricolor, que sin realizar un considerado desgaste terminó de redondear un triunfo, que hasta minutos antes del desafío se tornaba algo imposible por la intrascendencia que venía envolviendo al anfitrión.

  Pero cuando notó que el equipo salaíto estaba condicionado en materia defensiva y ofensiva, aprovechó para clavar la daga. Sobre la media hora, el ingresado Tagliabue hizo un surco por el callejón derecho albo y dejó libre a Cóceres para estirar las cifras.

  Y como si fuera poco, pese a que resultado ya estaba sellado, otra aparición endemoniada de Tagliabue terminó de sepultar las escasas chances de reacción alba. Otra vez Argentino quedó con las manos vacías y con varios interrogantes para resolver a la brevedad.
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