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 domingo, 09 de septiembre de 2007  
Para beber: una bebida popular

Gabriela Gasparini

La cerveza, al igual que el vino, también tuvo quien se ocupó de darla a conocer como una bebida que va mucho más allá de ser ese trago que sirve para pasar un buen rato en una tarde calurosa. Y digo tuvo, porque hace unos días falleció Michael Jackson, uno de los más importantes divulgadores de la cerveza a nivel mundial. Autor de libros y conductor de programas televisivos como The Beer Hunter por Discovery Channel, su preocupación era mostrar cuán diferentes pueden ser las propuestas de esta bebida, y todo lo que ofrece a nuestros sentidos enseñando a descubrir que en un vaso se esconden frutas, hierbas, especias; que hay todo un mundo más allá de la malta y el lúpulo.

Periodista prolífico, sus artículos aparecieron entre otros medios en el Washington Post, Playboy, All About Beer, Whisky Magazine y Slow Food. Bucear en sus escritos me abrió las puertas a un tema desconocido.

Descendiente por línea paterna de emigrantes judíos de Lituania, su padre cambió su nombre Isaac Jakowitz por el más inglés Jack Jackson. Su inclinación por la buena cocina casera nació saboreando los platos tradicionales de sus ancestros y de las mesas de Europa del este. Y supo utilizar sus conocimientos gastronómicos para investigar un tema todavía inexplorado, el maridaje entre la cerveza y la comida.

“Nadie va a un restaurante y ordena: un plato de comida, por favor. La gente no pide un vaso de vino sin especificar como mínimo si prefiere blanco o tinto, dulce o seco, o espumante. Pero cuando deciden cambiar uva por grano, sólo dicen una cerveza, y quizás aclaran una marca, sin pensar siquiera si es la adecuada para el momento. La cerveza es la bebida más tomada pero, lejos, a la que menos honor se le hace. Lo que yo pretendo es, dentro de mis posibilidades, ayudar a hacerle justicia”, declaró. Y lo logró, demostró que había mucho más que una “ale” o una “lager”, a él lo apasionaban, entre otras, las trapenses que elaboran los monjes en Bélgica, y a ellas les dedicó uno de sus libros. Pero eso no fue todo.



La más vendida

En el prólogo “Cerveza” dice: “Tan popular es la cerveza que se trata de la bebida alcohólica más vendida en todo el mundo. Además, el análisis científico muestra que tal como un vino fino, un vaso de cerveza contiene muchos aromas y sabores. No todos entienden esto, pero un número cada vez mayor de gente lo hace. En una era en la que cada vez hay más personas que trabajan con computadoras más que en yacimientos carboníferos, el gusto por la cerveza está cambiando. Existe una tendencia a tomar menos y saborearla más. Esto se demuestra en el surtido de cervezas ahora disponibles: el tipo original de la dorada lager Pilsner de la Bohemia, de la República Checa, las cervezas de trigo oscuras y ácidas de Baviera y Berlín; la rica mezcla Trappist teñida de naranja o chocolate de Bélgica, las cervezas cobrizas y reconfortantes de Gran Bretaña; las stouts negras y secas de Dublín y Cork y las embriagadoras especialidades con lúpulo color ámbar de Boston y de Nueva York.”

Una vez que conquistó el mundo de la cerveza su atención se posó en el whisky de malta. Y por supuesto rápidamente se hizo merecedor a un reconocimiento que se tradujo en premios por sus publicaciones también sobre esta bebida como antes los había obtenido por su amada cerveza. No nos queda más que levantar nuestro vaso y agradecer lo que nos enseñó.

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