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 domingo, 09 de septiembre de 2007  
Trabajo. Experiencia, instrucción y género definen los grados de inclusión
El difícil camino hacia el primer empleo
El segmento de entre 18 y 25 años es el más propenso a la precariedad laboral

Los indicadores oficiales aseguran que aquella época donde la cifra del desempleo tenía dos dígitos quedó atrás. Y si bien es cierto que algunos sectores de la clase media recuperaron su lugar en el mercado de trabajo o mejoraron sus condiciones de empleo, el segmento etario conformado por los jóvenes de entre 18 y 25 años no se lleva la mejor porción. Hoy los niveles educativos, la edad y la experiencia son algunos de los mayores obstáculos a sortear en el camino que conduce al primer empleo.

Si bien en Rosario, la masa de desocupados se conforma en su mayoría por trabajadores cesantes, ingresar al mundo laboral es un tema recurrente, sobre todo en la franja comprendida entre los 18 y los 25 años. Allí es donde se concentra la mayor cantidad de varones y mujeres que buscan trabajar pero deben luchar contra barreras como la formación, los salarios depreciados, los empleos rotativos y hasta los prejuicios de género.

El economista Carlos Crucella explicó que “entre dos ingresantes, ambos sin experiencia, el que tiene mejor nivel de estudios marca la diferencia”, y se refirió de esta manera para explicar que si bien las empresas insisten con pedir experiencia laboral a jóvenes recién egresados que jamás trabajaron, hacen pesar en la balanza la formación profesional.

Aunque el nivel educativo predispone a acceder a mejores empleos, el tipo de empresa y el rubro al que pertenece inciden en los niveles de remuneración y las condiciones y beneficios laborales como el aguinaldo, las vacaciones y la obra social, entre otros. “Una empresa de más de 40 empleados puede por lo general ofrecer estas condiciones, que se van diluyendo a medida que son mas chicas. Y por ejemplo, los industriales están mejor pagos que los obreros o los contratistas”, señaló Crucella.

Para el docente de la Universidad Nacional de Rosario, los años son otro foco de conflicto, ya que desde las compañías se apunta a ocupar los puestos con trabajadores cada vez más jóvenes. Para Crucella, existe un grupo poblacional que “desgraciadamente va a tener serios problemas para insertase, sobre todo si su trayectoria laboral anterior no existe o es deficiente”.

Las cosas se complican más cuando la que busca trabajo es una mujer. Siete de cada diez desocupadas ingresantes son mujeres y si bien el analista no descarta un contenido sexista en el fenómeno, aseguró que hay muchos puestos donde la presencia femenina escasea. “No es fácil pensar en mujeres trabajando en la construcción. Los varones tienen un abanico de opciones más amplio”, dijo.

En Rosario, los números indican que sólo una cuarta parte del empleo total lo ocupan los profesionales y técnicos y el otro 75% restante son trabajadores operativos o no calificados. “Si se toma en cuenta que solo un 35 por ciento de los desocupados tiene educación superior completa o incompleta, pero de ellos, solo el 25% hace tareas calificadas, estamos frente a un fenómeno de subcapacitación”, concluyó.



C.E
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