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 miércoles, 05 de septiembre de 2007  
El diagnóstico del trastorno bipolar tarda demasiado
La enfermedad provoca cambios emocionales bruscos. Por qué la confunden con otros problemas

Alguien se levanta eufórico, positivo, contento, y así, con ese entusiasmo transita varios días. Pero de repente, esa misma persona se desanima, ve todo negro, se angustia y ya no encuentra sentido a su vida. Cuando una persona sufre marcadas oscilaciones en el estado de ánimo puede estar transitando por lo que se denomina el “espectro bipolar”, una definición más amplia de trastorno bipolar que históricamente refirió a una enfermedad psiquiátrica caracterizada por cambios bruscos en el estado de ánimo.

“Cada vez recibimos más consultas de personas que tienen síntomas leves de bipolaridad pero que de todos modos necesitan inmediatamente un tratamiento porque cuanto más pasa el tiempo es más complicado”, dijo Cristhian Lupo, psiquiatra asesora de la filial local de Fupiba (Fundación de Bipolares de la Argentina).

Lo que hace más complejo aún más el diagnóstico —la mayoría tarda entre 9 y 10 años en recibirlo— es que existen hombres y mujeres con largos períodos de eutimia (remisión) donde están libres de síntomas, destacó la especialista. Además, este trastorno pueden estar “enmascarado” tras la bulimia o anorexia, alcoholismo, pánico, adicciones a las drogas o al juego. “La compulsividad puede ser síntoma de la enfermedad bipolar, pero muchas veces las personas son tratadas por otra cosa, y mal medicadas”, dijo Lupo.

El diagnóstico temprano es fundamental, remarca el especialista, porque es una enfermedad que se puede controlar y la persona puede retomar su vida con el tratamiento adecuado. “En la asociación tenemos muchos ejemplos de que se puede salir de la crisis personal y familiar que envuelve a la enfermedad. Es muy importante la asistencia médica, farmacológica y psicológica y también el grupo de autoayuda”, dijo Eva Cipollone, psicopedagoga y presidente de la filial rosarina de Fupiba.

Testimonios. “Había perdido el trabajo y estaba inusualmente contenta. La plata que me dieron de indemnización me la gasté en una semana en ropa y en un proyecto imposible. Las ideas iban a mil por hora. El mal humor desapareció, todo era bienestar. Me sentía poderosa. No podía parar de hacer cosas aunque la mayoría de esas cosas eran inútiles. Mis familiares y amigos se asustaron, decían que estaba incontrolable y que me enojaba fácilmente”, dice Juliana, de 35 años, que padece el trastorno.

Cuando una persona bipolar está en la etapa de manía o hipomanía, describe Lupo, no se siente enferma. La hipomanía puede parecerse a la alegría pero en realidad son situaciones bien diferentes. “Estas confusiones son las que muchas veces enmascaran el cuadro y hacen difícil el diagnóstico”, reconoce la psiquiatra.

“Cuando llegué a la entidad ni siquiera podía estar en pie. No tenía ganas de nada”, recuerda Waldo, ahora en recuperación. El trastorno bipolar lo llevó a Waldo a sufrir grandes crisis a lo largo de su vida. En una de ellas fue protagonista de un grave accidente en el auto. “Después de eso estuve mucho tiempo internado, pero sin el diagnóstico, hasta que mi hermano, mirando un programa rosarino de televisión (Plan A) se enteró de la existencia de Fubipa”, relata con emoción.

Waldo pasó durante años de la depresión a la euforia. “Fui el más poderoso y el más desgraciado. Cuando estaba eufórico me sentía re-bien, optimista y no necesitaba dormir, pero después no me podía levantar de la cama”, contó a este diario.

“Es importante difundir los síntomas porque mucha gente puede estar sufriendo. Hay que perder el miedo y buscar ayuda”, enfatizó Cipollone.

Para comunicarse con Fubipa llamar al 4258214 o al celular 156.152698.


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