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sábado,
07 de
julio de
2007 |
Caos en EEUU por pedidos de nuevos pasaportes
En cualquier lugar del mundo tener un pasaporte es algo habitual. Pero no en Estados Unidos, y eso está ocasionando que las nuevas normas sobre documentación para viajar hayan sumido en un enorme caos al Departamento de Estado.
Siguiendo las recomendaciones de la Comisión que estudió los atentados del 11 de septiembre, el gobierno decidió exigir la presentación del pasaporte para los ciudadanos estadounidenses incluso cuando viajen a Canadá o México por tierra.
Ambos países vecinos son con gran diferencia los destinos más habituales de una población cuyo 80 por ciento de miembros no poseyó jamás un pasaporte y se manejó con otros documentos.
El anuncio de las nuevas normas llegó en 2004, pero su puesta en marcha no se aceleró hasta este año. En enero entró en vigor para los viajes por avión, y por tierra y mar estará a pleno funcionamiento a comienzos de 2008.
Pero los ciudadanos, ayudados por la falta de información, lo dejaron hasta el final. El resultado es que hoy hay una avalancha de solicitudes de pasaportes tal que desbordó cualquier previsión de las autoridades.
Nunca fueron muy expeditivas a la hora de procesar documentos (un pasaporte requería seis semanas de espera), pero ahora el retraso se acumula ya hasta los tres meses.
La reacción del Departamento de Estado, además de retrasar hasta septiembre varias de las medidas, fue peculiar. Primero convocó a todos los funcionarios que trabajan en sus embajadas.
Ante la escasa respuesta, pasó a la acción y congregó a 300 jóvenes empleados. El director de política de gestión del Departamento, Patrick Kennedy, les anunció la noticia: “El país los necesita trabajando el verano”.
Los demócratas se frotan las manos ante el regalo político. “Esto es un desastre sin paliativos”, sentenció el congresista por Washington Norm Dicks.
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