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sábado,
31 de
marzo de
2007 |
El amor por los libros empieza por la casa
Según la Fundación Leer, el incentivo familiar hacia la lectura es esencial
“El trabajo empieza por casa” asegura la Fundación Leer a poco de celebrarse el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil, el próximo 2 de abril, en conmemoración del nacimiento del escritor danés Hans Christian Andersen, poeta de la infancia y autor de La Sirenita, El Patito Feo y El Soldadito de Plomo, entre otros cuentos.
Para la Fundación (www.leer.org.ar) dedicada a promover la lectura esta “conmemoración tiene como fin estimular el amor por la lectura y el interés por los libros para niños”. Por eso invita a reflexionar sobre el valor que tienen para los niños los libros que trabajan con la imaginación, los que se leen por placer más allá de los libros de texto que se leen por obligación en las escuelas.
“La lectura es una ventana por la cual los niños ven y conocen el mundo y se conocen a sí mismo. No verá el niño la belleza del mundo circundante si no ha percibido la belleza de la palabra leída en el libro. El camino al corazón y a la conciencia del niño llega por dos lados que parecen opuestos a primera vista: del libro, de la palabra leída a la expresión verbal; y de la palabra instalada ya en el mundo espiritual del niño al libro, a la lectura, a la escritura”, decía el pedagogo ruso Vasili Sujomlinsky.
Para acompañar esta afirmación que sostiene la importancia de la lectura, Fundación Leer recomienda una serie de criterios a tener en cuenta para elegir un buen libro infantil:
El libro se lee tanto por niños como adultos: Un criterio para seleccionar literatura infantil es que puede ser leída y disfrutada por grandes y adultos porque apela a estructuras esenciales de la condición humana —es universal— y acarrea bagaje cultural (en otras palabras, no es literatura “light” o ligera).
El libro perdura en el tiempo: Otro criterio para seleccionar literatura infantil es que perdure en el tiempo, porque prueba su valor cultural y permite al lector, en muchos casos, acceder a mitos, imágenes, recuerdos colectivos que lo habilitan a tener un diálogo intergeneracional y un anclaje de identidad cultural y nacional. Estos libros, como Don Quijote (Cervantes, 1606), vencen el paso del tiempo.
El libro brilla por la forma: Un libro no se define sólo por qué cuenta sino por cómo lo cuenta, dicho de otra manera, por su forma. En la historia de la literatura los temas se repiten; lo que varía, y allí radica la diferencia de calidad, es la manera de contarlos, su enunciación.
El libro provoca un placer difícil: Otro criterio para seleccionar literatura infantil es que presente esa densidad que deja una impronta en el lector más allá del entretenimiento placentero e inmediato, volviéndose un placer duradero que se evocará en situaciones determinadas a lo largo de la vida. Sus textos mueven las ideas y sentimientos de los lectores.
El libro invita a la reflexión: Un último criterio para seleccionar literatura infantil es que promueva la reflexión y ejercite la imaginación de modo que la mente amplíe sus confines y adquiera la capacidad de pensar creativamente los conflictos y obstáculos con los que se topa.
La buena literatura, la literatura que genera buenos lectores y personas reflexivas, es aquella que se quiere releer. Es necesario ofrecer esa literatura, es necesario ofrecer el placer de leer; es lo único importante.
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Disfrutar de las buenas historias desde muy pequeño promueve la imaginación y la creatividad.
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