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domingo,
25 de
marzo de
2007 |
[Lecturas]
Duelo en el desierto
Julieta Grosso
Novela. El fantasista, de Hernán Rivera Letellier. Alfaguara, Buenos Aires, 2007, 200 páginas, $ 29.
Un agónico partido de fútbol disputado en el marco de los últimos días de un campamento salitrero ubicado en el norte de Chile compone el eje de “El fantasista”, octava obra del chileno Hernán Rivera Letelier.
En su nuevo libro este ex minero del salitre convertido en escritor vuelve
sobre sus pasos para recrear, una vez más, esa geografía que lo lanzó a la fama
hace más de diez años, cuando publicó “La Reina Isabel cantaba rancheras”,
hoy traducida a varios idiomas.
A esos años se remonta justamente el germen de “El fantasista”, que narra
la historia del equipo de fútbol de la oficina salitrera Coya Sur a poco de enfrentar a sus archirrivales de la cercana María Elena, en el último partido antes del cierre defi nitivo del campamento.
“En el desierto hubo más de 600 campamentos que fueron desapareciendo uno a uno, y el paisaje se fue llenando de pueblos fantasmas. Se me ocurrió
hacerle un homenaje a toda esa gente, muchos de ellos amigos de mi infancia
con los que jugábamos con una pelota de trapo hecho con restos de ropa”, señaló
Rivera Letelier.
En ese sentido, agregó el escritor, “esta es una novela totalmente realista
que cuenta cómo los pobladores del pueblito de Coya Sur deben abandonar
el sitio donde crecieron, se casaron y enterraron a sus muertos y cómo enfrentan
la instancia fi nal de jugar un partido de fútbol frente al pueblo rival”.
Planteado como “el último duelo antes del fin del mundo”, los jugadores de
Coya sienten que un triunfo les asegurará la gloria, aunque ven con preocupación
que los rivales de María Elena los superan en técnica y capacidad de
juego. Sin embargo, poco antes del cotejo decisivo los habitantes del pueblo se
ilusionan con la aparición de un misterioso hombre, que acompañado de una
joven llega al pueblo con una pelota bajo el brazo y empieza a desplegar con ella una serie de piruetas que rápidamente encienden los ánimos del equipo.
A partir de ese momento, sobrevienen las estrategias para retener al extranjero
y lograr que acepte integrar la formación local, una tarea que resulta
más trabajosa de lo esperado y que demora el duelo por ese pueblo próximo a
desaparecer.
“El fútbol, en ese desierto donde no hay que hacer ni dónde ir, se transforma
en una caja de resonancia de pasiones, sobre todo en un escenario tan extremo,
donde a veces el viento es tan fuerte que mete la pelota en el arco local como
si la hubiera pateado el más aguerrido de los delanteros rivales”, indicó Rivera
Letelier.
“La idea de la novela es ir más allá del fútbol, y en ese sentido creo que es una historia que habla sobre la amistad, la lealtad y la solidaridad —agregó—. Aquí aflora lo mejor del ser humano, como la valentía, la inteligencia, la picardía, pero también lo peor: el odio, la cobardía, la violencia”.
En “El fantasista”, el fútbol funciona como una escenografía en la que se dirimen muchas cuestiones: la rivalidad entre pueblos, el afán reivindicativo, la vanidad masculina y hasta la posibilidad de reestablecer una dimensión lúdica
en un paisaje sesgado por la aridez climática y la precariedad económica.
“Cuando empecé a escribir «El fantasista » —reveló Rivera Letelier—se me
ocurrió que había que mostrar cosas fuera del fútbol. Es una oda al fútbol
pero también a todo lo que implica: el espíritu de grupo, la solidaridad, el objetivo colectivo y, en especial, el sentido del humor”.
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Rivera Letelier. El escritor chileno plantea su novela social como "una oda al fútbol".
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