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domingo,
25 de
marzo de
2007 |
Las tierras
de Bigand
Soy hija de agricultores de Bigand. Hace tres años falleció la única heredera de los campos, dejando un testamento en beneficio de instituciones. Su voluntad fue que los colonos que arrendaban desde hace 100 años lo sigan haciendo, pudiendo comprar esas tierras luego de 10 años. Vivo con mi familia en uno de esos campos, la casa la construyeron mi abuelo y bisabuelo; sobrevivimos al clima y desajustes políticos, firmes aunque el gobierno no reconoce el valor del campo y saca parte de la producción hasta al pequeñísimo productor. Sobrellevamos estas situaciones por amor al campo, pero desde que murió la última heredera todo cambió. Los administradores del testamento y de los campos no respetan su voluntad, y están sacando a las familias con la intención de adquirir los terrenos luego de esos 10 años. La cláusula más importante fue no continuar los contratos a los sucesores, dejándonos sin vivienda y trabajo ya que la mayoría de los titulares tienen alrededor de 80 años. Las instituciones recibieron unos cien mil pesos de los 20 millones que pagamos como alquiler. Para nosotros el campo no es un capital, sino un modo de vida, y no queremos cambiarlo por unos negociantes.
Noella Marinucci Gobbo (Bigand)
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