Salud y derecho

La salud es un escenario complejo en cuanto a su relación con el desarrollo científico y técnico. Voy a referirme a un solo aspecto, el de las intervenciones quirúrgicas. La valoración social de la medicina en general y de la quirúrgica en especial es de excelencia. Sin embargo, la aplicación de técnicas quirúrgicas no agresivas, menos cruentas, está vedado a los afiliados de algunas obras sociales (Iapos, por ejemplo). Los profundos efectos del cambio exclusivo globalizado hacen que la medicina quirúrgica de mediana tecnicidad, y qué no decir de la medicina farmacológica, dejen fuera de prestación a muchísimos seres humanos. Digo todo esto en función de una pequeña muestra que me hizo sentir el acceder a técnicas quirúrgicas menos agresivas. El 26 de febrero fui operado de urgencia en el Hospital Italiano por un excelente equipo de profesionales. Las técnicas que concretaron dicha intervención son las del tipo laparascopia, que en función de mi edad y a sugerencia del cuerpo médico, mis familiares decidieron que era la mejor opción para mi caso. Estas técnicas eximen de una recuperación más larga, penosa y otorga una calidad de recuperación más digna. Pero mi obra social, Iapos, no reconoce dicha técnica (posiblemente otras tampoco). Ahora bien, ¿por qué una persona se asocia o nos asocian a una obra social? Creo que la asociación sería una forma de resguardarse colectivamente de esta exclusión que sufriríamos de estar solos ante problemas de salud. Las obras sociales cobran interesantes cuotas mensuales. Sin embargo, no reconocen (ejemplo la mía) análisis de VIH, no realizan campañas de prevención sanitarias, campañas de vacunación, cursos en medicina preventiva, medidas de psicoprofilaxis, organizar programas de vida sana, etcétera. ¿Es más fácil el “negocio” en salud, operaciones quirúrgicas cuanto más agresivas mejor (más probabilidad de infecciones, más

medicamentos, más días de tratamiento)? ¿Cuál sería el fin último de una obra social para sus afiliados?

Ubaldo Modarelli, DNI 8.617.209