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 sábado, 05 de agosto de 2006  
La tarea de enseñar en zonas aisladas de los centros urbanos
Estrechan lazos solidarios entre una escuela rural y chicos rosarinos
Alumnos de los colegios Español, San Bartolomé y Alemán reunieron bancos, libros y ropa para la 1175 de Chovet

Un proyecto solidario unió a chicos de Rosario con los de una escuelita rural santafesina. Por ahora no se conocen cara a cara, pero ya estrecharon lazos a través de gestos a los que consideran "un sueño".

Poco antes de que comenzaran las vacaciones de invierno, los 15 alumnos de la Escuela Particular Nº 1175 Juan XXIII ubicada en la zona rural de Chovet (y la única privada de esta modalidad en el sur de la provincia) se vieron sorprendidos por transportes cargados de bancos, ropa, libros y los más diversos materiales didácticos. Hasta ese momento trabajaban en viejos pupitres de madera, esos fijos pensados para otras épocas escolares. Los libros eran casi inexistentes y los materiales didácticos brillaban por su ausencia. Y, a pesar de que los nenes y nenas almuerzan en esa escuelita, hasta ese día no tenían ni heladera ni cocina.

Por eso, la directora y personal único de la Juan XXIII, María del Carmen Muñoz, no duda en decir que lo recibido "fue un sueño". La idea partió del supervisor Eduardo Lazzarini, para quien las escuelas que están bajo su órbita de trabajo deben sí o sí incluir en sus planes anuales tres ejes que él considera claves para la enseñanza: la solidaridad, la lectura y la no violencia.

"Todavía estoy conmovido por el recibimiento de la comunidad de la escuela y las localidades vecinas", dice Lazzarini al recordar el día que llegaron a la escuela con todo lo reunido. Es que nadie quiso estar ausente y se sumaron presidentes de comunas, autoridades del Ministerio de Educación provincial, padres y alumnos.

Pero una parte importante de esta historia la escribieron los alumnos de los Colegios Español, San Bartolomé y Alemán, quienes fueron los encargados de reunir y donar útiles, ropa y materiales didácticos junto a sus maestros. También se unieron a la movida solidaria jardines de infantes de Venado Tuerto y Villa Cañás, acompañados por la supervisora Adelaida Roveri. Sucede que la escuelita rural no tenía salita de nivel inicial, desde este año sí lo tiene, y se trabaja para que se incorporen más alumnos.

Según Lazzarini, la idea es ahora hacer que los chicos se conozcan, que los de la escuelita rural puedan visitar Rosario y los de la ciudad devolverles la visita en algún momento del año escolar.

Directora y cocinera

La escuelita particular Juan XXIII queda a 120 kilómetros de Rosario, a 10 de Miguel Torres y a 12 de Chovet. Hace 42 años que allí se dictan clases en un terreno muy pequeño ubicado en la esquina de un campo de la zona.

Cada mañana, la directora María del Carmen Muñoz prepara la comida en su casa de Firmat, se sube a su auto y empieza el recorrido. En el trayecto hasta las aulas pasa a buscar a los chicos que no pueden llegar solitos. Y dice que hasta se hace tiempo, cuando lo cree necesario, para acompañarlos hasta la salita sanitaria de la localidad más cercana. "Es que a veces tienen tos", comenta en tono de preocupación.

Pero María del Carmen no es sólo la directora de la escuela. Al ser personal único, es la maestra de todos los chicos -van desde los 4 a los 12 años- , cocina y hace de portera. "Incluso los sábados, alguna mamá siempre me acompaña y limpiamos toda la escuela", agrega. Cuenta que para administrar sus clases (van desde las 11 hasta las 17) trabaja también en su casa: "Por ejemplo, si tengo que enseñarle la tabla del 4 a un grupo de chicos, a los más grandes les preparo tarea de repaso en fotocopias, y a los más chicos les propongo algún juego".

Además, los viernes lleva a sus alumnos a la comuna de Miguel Torres, donde están guardadas las computadoras que donaron en otra oportunidad a la escuela. Allí los chicos también aprenden computación.

María del Carmen todavía disfruta de las donaciones que recibió, destaca la idea de los supervisores y en especial agradece "la generosidad que demostraron los chicos, todo nos llegó en perfecto estado".

Hace 8 años que está al frente de esta escuela privada, aunque ya lleva 17 ejerciendo la docencia. "Siempre trabajé en zona rural, me gusta, eso no lo cambio. Aquí siento que hago falta, que puedo ayudar mucho, trabajo nunca falta", dice sin titubear.

La maestra no escapa a uno de los rasgos que distingue a los docentes argentinos: el de poner plata del bolsillo propio para la escuela. De los 1.600 pesos que cobra de salario, María del Carmen destina 200 para el gas de su auto y unos cuantos para fotocopias. "Pero no me quejo, tengo trabajo, sólo me gustaría que a la hora de jubilarnos contemplaran nuestra realidad, de condiciones muy duras, de zona desfavorable", dice.

Al final de la charla, y consultada por el debate sobre la nueva ley de educación, entusiasta cuenta que completó la encuesta diseñada por el gobierno nacional, y opina que "todos los niveles de la enseñanza deberían ser obligatorios". Sin embargo, como educadora entiende que lo más importante que tiene que hacer la escuela "es inculcar valores y amor a la lectura".
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La directora y chicos de la Escuela Juan XXIII, ubicada en la zona rural de Chovet.

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