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domingo,
05 de
febrero de
2006 |
Vacaciones: tiempo de lectura
Tener mayor tiempo para la lectura forma parte de la recompensa de las vacaciones. Esta práctica, aunque apetecible para muchos padres, se transforma en un ideal que desean para sus hijos. ¿Se los puede movilizar a leer o simplemente se trata de una utopía? Existen variadas estrategias para estimular a niños y adolescentes a la lectura (el ejemplo de padres y docentes lectores también promueve el hábito).
Los niños y jóvenes que tienen este antecedente cuentan con un bagaje de envergadura. Cuando los niños no se hayan aún alfabetizados, es un buen comienzo que se les lean cuentos acordes a los intereses de su edad, por ejemplo, sobre animales y amigos imaginarios. Quedan en los recuerdos los hechos o al menos las emociones que despertaron aquellas narraciones escuchadas en la infancia, propiciando el deseo de que algún día ellos mismos descubran las historias de esas páginas que sus padres, abuelos o hermanos mayores les contaron.
Es común el pedido de los niños de volver a escuchar su historia preferida, deleitándose en cada frase conocida. La lectura incrementa el vocabulario, favorece la organización del pensamiento, alimenta la imaginación, potencia la creatividad. Otra cuestión no menos importante que la temática es el diseño gráfico. Cuanto más pequeño sea es conveniente que lo que se le ofrezca tenga letras grandes, interlineado generoso, dibujos coloridos y pocas páginas. Si a simple vista lo que se le proporciona resulta devastador ni siquiera lo abrirá para inspeccionar.
Un buen recurso para inducir a la lectura a los adolescentes, es que los padres hablen o lean a sus ídolos favoritos, y compartan con ellos la información. Cuando el hijo indague sobre la procedencia de los datos, se les puede facilitar la revista o diario para que él mismo confirme y amplíe. No se debería caer en el extremo de hipotetizar que en unas vacaciones un hijo lea todo lo que no leyó hasta el momento, y menos aún sin ninguna motivación.
Lo importante es proceder estratégicamente, proveyéndole lo que sea factible para que lo disfrute (convendría que los padres estén atentos a los intereses de su hijo). Una alternativa es el acceso a material de lectura variado para que examinándolo pueda definir su preferencia, con lo cual también se lo está poniendo en situación de formular sus propios criterios de elección (verbalizándolos o llevándolos a la práctica).
Además, la disponibilidad de publicaciones en el ámbito familiar propicia el acercamiento a la lectura, cuanto más no sea por curiosidad (no es oportuno reprender porque sólo les interese mirar los chistes de un diario). El humor hace más llevadera cuestiones de la vida cotidiana, y aunque el texto sea breve se establece un vínculo con un medio de comunicación.
Aunque cada hijo tiene su particularidad, un padre que esté en la búsqueda de crear un buen hábito, tarde o temprano verá los resultados. Algunas sugerencias son:
u Estar atentos a las preferencias.
u Variar estrategias y recursos hasta encontrar el apropiado para cada hijo.
u No descontrolarse por la ansiedad, sino ofrecer y esperar.
u Concretar acciones que promuevan una formación lo más completa posible para los hijos.
Alicia Caporale
Licenciada en educación
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