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domingo,
05 de
febrero de
2006 |
"Daxi", el único taxi para
discapacitados de Rosario
El servicio fue idea de un hombre cuyo hijo tuvo que hacer rehabilitación y vivió los problemas de traslado
Las dificultades sobran cuando una persona debe trasladarse en silla de ruedas. Es que a las barreras arquitectónicas se deben agregar las de los medios de transporte público. En colectivo directamente es imposible y no en todos los autos de alquiler puede hacerlo. Pero desde hace unos meses existe el daxi, un vehículo preparado para subir una silla de ruedas y trasladar a la persona más un acompañante. "La verdad es que me costó mucho que me lo habilitaran como taxi para discapacitados, pero finalmente lo conseguí", comenta Roberto Cabrera, dueño del único auto en su tipo que circula por Rosario. Es un Fur Courier (tipo utilitario) al que se acondicionó con unas rampas para que incluso el pasajero suba en su propia silla de ruedas.
Cabrera tiene un hijo que no es discapacitado motriz pero que debió hacer rehabilitación en el Irar. Allí comprobó las grandes dificultades que tenían estas personas para trasladarse, además de lo oneroso que significaba hacerlo. Increíble pero real, en la ciudad no hay una flota de estos automóviles para el traslado de discapacitados motores.
A partir de esa realidad comenzó a pensar cómo brindarles un servicio a estas personas. "Y bueno, empecé a insistir hasta que me habilitaron el taxi, y ahora estoy trabajando todo el día. Voy a todos los barrios de la ciudad, desde Las Flores a Fisherton, me llaman de todos lados y el daxi trabaja doble turno", revela Roberto.
Y como para que no queden dudas cuenta que una persona internada en un geriátrico que no salía nunca por los problemas de transitabilidad con que se encontraba, ahora retomó con impulso su vida social. "Esta mujer estuvo dos años sin salir, y ahora va a tomar café, a la casa de los amigos, a pasear; en fin, es otra persona", asegura.
El hombre, que con humildad se desempeña en esta tarea desde hace unos meses, afirma que el trabajo "no es para cualquiera. Es como todo, lo tenés que hacer con cariño y también saber que todos tienen sus días buenos y sus días malos, pero tenés que estar siempre acompañando", explica.
De este modo, asegura que la convivencia es excelente y que el humor, a veces negro, de los pasajeros lo divierte en más de una ocasión. "Ellos mismos se llaman renguitos, y hacen bromas cuando las cosas no salen muy bien, en general son muy divertidos y saben reírse hasta de lo que les pasa", comenta.
Mientras tanto, el trabajo se acumula. Y no es para menos, ya que el daxi cobra una tarifa igual a la de los taxis más dos pesos por el puerta a puerta, y la asistencia especial para la subida y bajada del automóvil. Así, aunque parezca mentira, la chata de Roberto es la primera, aunque visto la demanda que tiene es probable que sea por poco tiempo la única.
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Fotos
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El auto de Cabrera está acondicionado para subir al pasajero con su silla de ruedas.
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