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domingo,
29 de
enero de
2006 |
Panorama político
Con la mirada en el 2007
Mauricio Maronna / La Capital
La figura más buscada del soporífero verano santafesino está de regreso. Carlos Reutemann se fue el 15 de enero de vacaciones a Nueva York y volvió por estas horas con certezas, decisiones y algunas dudas.
Seguirá más alineado que nunca al presidente Néstor Kirchner, convencido de que el país está mucho mejor que cuando el santacruceño asumió y recordando a cada instante el desastre que dejó la Alianza. Coincide en que el jefe del Estado, ausente este fin de semana de la agenda pública, será reelecto a menos que se autoexcluya y (esto sí que es una novedad) no le cierra ninguna puerta a eventuales candidaturas para el 2007. Salvo a presidente, que, si no hay reelección, caerá sobre Cristina Fernández como un durazno maduro.
El sol de la media mañana del viernes pega con intensidad en Llambi Campbell, donde el ruido a maquinarias agrícolas se entremezcla con la bandada de pájaros que sobrevuela en el lugar donde el senador se siente más cómodo, dándole entidad a la figura de "campesino romano", como lo definió no hace mucho la socióloga Beatriz Sarlo.
Quiere desmentir lo que circuló como una verdad revelada en los quinchos políticos supuestamente más informados del verano que, luego, el diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca le dio entidad de noticia. "Reutemann no sería ajeno a las gestiones que la Casa Rosada realizó en las últimas semanas de 2005 para conseguir turno con un equipo médico norteamericano" que observaría el estado de salud del presidente. "De sus contactos con esos médicos habría surgido ahora la fecha y lugar en el que se realizará el chequeo", escribió el editorialista de la influyente publicación, Eugenio Paillet, el 4 de enero pasado, y que se reprodujo en esta columna el domingo 8.
"Eso es una locura. Jamás hablé con el presidente de este tema. Desmiéntalo con toda la fuerza, no sé de dónde salió eso. Además, insisto, me fui a Estados Unidos el 15 de enero", asevera, tratando de borrar las especulaciones sobre una misión ultrasecreta en las horas posteriores a la Nochebuena.
"No sé quién les vende esas cosas (a los periodistas), seguramente alguien que quiere hacer daño. Pero, repito, desmiéntalo con mis propias palabras". Es en el único momento en que se decide a hablar on the record para, inmediatamente, desviar la charla sobre cuestiones futboleras: "¿Cómo anda Nery?" (por Pumpido, técnico de Newell's), "¿se queda el Burrito?", "¿van a ganar la Libertadores?", busca eludir al cronista que le tira una pregunta tras otra sobre la realidad política.
Una de las pocas personas que ingresan a su campo de Llambi Campbell se encargará de subir a escena lo que el Lole dice en la intimidad sobre sus eventuales candidaturas, los flirteos de Mauricio Macri, la aparición de Agustín Rossi en la interna justicialista santafesina, el socialismo, los carteles que aparecieron en los centros turísticos veraniegos, la reestatización del servicio de agua potable y el futuro del reutemismo.
"El país está creciendo a ritmo fenomenal, el superávit fiscal es histórico, los índices macroeconómicos pronostican un buen 2006", opina el Lole, quien parece sentir admiración por Kirchner tras haber hecho desaparecer de los primeros planos a Eduardo Duhalde y contemplar, azorado, como los viejos barones del conurbano que decían dar la vida por el ex presidente cruzan el Jordán para disciplinarse ante el nuevo jefe de todos los jefes. "En realidad cree que es lo de siempre: billetera mata galán, pero el tipo aplastó un aparato poderosísimo".
El ex gobernador descarta de plano que existan conversaciones con Macri: "Ni en sueños voy para ese lado", le escuchó decir el allegado que repite como si fuera el telebeam las afirmaciones: "Los que aparecen diciendo que hay acercamientos con Mauricio o con Scioli son los mismos que se la pasaron repitiendo durante semanas que yo iba a ser el referente de los sectores antikirchneristas en el Parlamento. Voté todas las leyes que pidió el presidente, le fui leal en un 100% y, sin embargo, ninguno de estos tipos salió a reconocer que estaba equivocado".
Sobre la reestatización de Aguas, pide que no se deje de ver lo que sucede en otras provincias, e incluso en la Nación, donde los franceses aún permanecen con el servicio. Como una demostración de que mientras está en la provincia recorre los pueblos sin que ningún medio se entere, revela (según el confidente) que en "varias localidades donde el servicio es prestado por cooperativas las tarifas aumentaron cerca del 50 por ciento".
Al tanto de las declaraciones de Roberto Rosúa y de Jorge Obeid respecto a que él es el único que garantiza el triunfo del PJ en el 2007, apela a un recurso discursivo novedoso. No dice "falta mucho para eso", "el 2007 es una eternidad" o clichés por el estilo. "Estoy mirando", simplifica el dirigente que se muestra "impresionado por el marketing que lleva adelante (Miguel) Lifschitz" en Rosario y ni habla de Hermes Binner. El ex intendente es seguido de cerca por Roberto Lavagna, quien tiene intenciones de trazar algún puente político.
Descarta cualquier malestar con Rossi, el jefe de la bancada de Diputados del PJ, quien se presenta como una alternativa no reutemista. "Está fenómeno que aparezcan dirigentes, que recorran la provincia, que saquen muchos votos en Rosario y que se pueda revertir la derrota de las últimas elecciones", dicen que dice.
Traza números sobre los números de la provincia que le tocó gobernar en su último período y reivindica que ahora las Municipalidades y comunas tengan dinero en plazo fijo.
Se ríe cuando alguien le comenta que sigue haciendo política desde el silencio, pero se muestra inusualmente furioso con "los bobos, para no decir pelotudos" que pegaron carteles en Cosquín -y desde ayer en Rosario- con la leyenda "Reutemann 2007". Vaya uno a saber si el enojo es forzado o si verdaderamente piensa que eso lo perjudica. "No habilité a nadie para hacer tal cosa", intenta despejar. El cronista no le cree.
El mediodía estival se hace insoportable en el solitario Llambi Campbell, con la temperatura y la soledad convirtiendo al lugar en un páramo. Aunque en la realidad lejos está de serlo.
Un día después, la nueva figura mediática de peso en la política justicialista, Agustín Rossi, demuestra haber internalizado el decálogo K. Casi ninguna revelación que rompa la monotonía, mucha reunión política y defensa cerrada de todas y cada una de las medidas implementadas por el presidente.
El celular suena cada 25 segundos y da lugar a una situación hilarante. "No, yo no soy Sergio Rossi, soy Agustín, diputado nacional", dice antes de cortar el requerimiento del Ministerio de Defensa.
El espacio que lidera el legislador será lanzado durante los próximos días en la ciudad de Santa Fe. A través del Instituto creado en Rosario, el jefe de la bancada sigue firme en su idea de "armar" una estructura capaz de hacerle frente a Binner en el 2007. Rossi aclara que esto no es contra Reutemann, sino una forma de poder dar batalla en condiciones de igualdad si el Lole no está en la cancha. "No creo que vaya a haber internas, puedo ser o no candidato a gobernador, eso no me preocupa", sostiene el barbado ex presidente del Concejo rosarino, quien toma distancia de los rumores sobre inminentes cambios en el gabinete e insta a su interlocutor a "no comprar" esa versión.
Sin embargo, la interna entre pingüinos y porteños kirchneristas, denominados "patas blancas" en el diccionario de Olivos, está que arde.
El gobernador Obeid parece querer acelerar un cambio y cumplir su compromiso de "inaugurar una obra por mes hasta el 2007". El jefe de la Casa Gris sabe que su destino político está ligado a una máxima hecha carne en el peronismo: la obligación de todo justicialista es ponerle la banda a otro justicialista a riesgo de ser condenado al cadalso del ostracismo o ser catalogado por los motes voluptuosos de léxico que marcó a sangre y fuego el general.
"De eso no se habla", contestan en las cercanías de Obeid cuando se consulta sobre un posible cambio de gabinete, run run que permanece instalado en las redacciones.
En la ex delegación de la Gobernación, frente a la calle Santa Fe, el silencio es casi de convento trapense. "¿Esto es la soledad del poder?", inquiere el periodista. "Esto es la soledad...", responde, chispeante, la única funcionaria (no peronista y no socialista) en condiciones de pelear con chances la Intendencia en el 2007. "Para eso tenemos que tener un desarrollo comunicacional que permita elaborar un escenario que enamore a la gente", dice María Eugenia Bielsa, más relajada tras las críticas que le propinó un pretendido operador de la Casa Gris cuando su negativa a ser candidata a diputada nacional devino en avenida de sueños rotos.
La charla se va por otros carriles, pero el oxímoron es inevitable: el silencio, por momentos, resulta estruendoso.
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