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domingo,
22 de
enero de
2006 |
El viaje, parte del paseo
Uno de los consejos más acertados del Turismo indica que: “Las vacaciones comienzan cuando el viajero sale de su hogar, no cuando llega al destino elegido“. Fundamentalmente, para gozar todo el tiempo libre. Si el viaje se realiza en medio propio, se aconseja manejar con serenidad, sin apuros, gozando del “tiempo de viaje“. Entonces, vaya observando detenidamente los lugares por donde transita. Deténgase a la vera de la ruta en lugares permitidos. Saque fotografías o filme. Pero esencialmente, Entre Rios lo invita que colme sus ojos de paisajes.
Si ingresa por Brazo Largo, disfrute de la visión que ofrece la altura del puente y la imagen que le ofrece el Paraná Ibicuy, uno de los afluentes más majestuosos del gran río.
Ya en el Delta, deléitese con el panorama de las islas, los riachos y aves que irá encontrando al costado del recorrido.
En la Ruta Provincial Nº 11 puede disfrutar del tramo entre el Arroyo Gualeguay y la ciudad de Victoria: allí están los famosísimos “Toboganes“. Son sube y bajas que se parecen a una alfombra arrugada.
En la misma ruta, pero ya en el Departamento Diamante, es “imperdible“ el tramo de las “Aldeas Alemanas“ una reminiscencia del Volga ruso en suelo entrerriano.
Sobre la ruta Nacional Nº 12, en el departamento La Paz, al atravesar el Arroyo Feliciano se contempla el mismo sitio que inspiró a Don Linares Cardozo en su obra “Coplas Felicianeras”.
En el centro de la provincia, ciertos segmentos de la ruta Nacional Nº 127 — que conduce a Corrientes y Paso de los Libres—, muestra en plenitud la “selva montielera”. Allí, ingresando pocos metros aparecen bosques en galería y el avistaje de fauna y pájaros multicolores es un espectáculo único.
Sobre la costa del Río Uruguay, las palmeras que se asoman sobre la ruta Nº 14 invitan a entrar al “Parque Nacional El Palmar“. Un poco al norte, sobre la misma ruta, a la altura del Acceso a Concordia, la tierra se vuelve colorada y otros palmerales se confunden con las plantaciones de cítricos. En el tramo final de la carretera, ya cuando el río se embalsa por Salto Grande, se puede contemplar el perilago, con sus mil recovecos, playas y miradores.
En la “tierra de los verdes”, andar los caminos forma parte del placer mismo de viajar y queda en usted dedicarle el tiempo suficiente, detenerse a la vera del camino y disfrutar de cada arroyo y cada lomada.
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