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domingo,
22 de
enero de
2006 |
Claves políticas de 2006
Mauricio Maronna / La Capital
Néstor Kirchner debería hacer todo mal para no ser reelecto en el 2007. Y con casi 18 mil millones de pesos de superávit fiscal cosechados en el ejercicio 2005-2006 es casi imposible pensar en una debacle que lleve al colapso.
Otro gran punto se anota el presidente a la hora de evaluar un segundo mandato: la ausencia de vocación de poder de la oposición, un mosaico voluntarista integrado por personajes que satisfacen su ego con el insignificante derrotero nocturno por algún programa periodístico, mientras muestran sin pudor un bronceado estival forjado bajo el cándido sol de Punta del Este o algún enclave exclusivo de la costa atlántica argentina.
Elisa Carrió desdobla sus vacaciones entre Mar del Plata y Punta del Este haciendo escalas en los medios porteños para denunciar "el fascismo de un gobierno con glamour progre" o el "intento de Cristina Kirchner de aniquilar la Justicia". Un brote que tiene el mismo significado que la pleamar.
Mauricio Macri trajina el verano en macrilandia, reducto esteño donde las fiestas están a la orden del día, apenas matizadas por cruces de llamados telefónicos para saber qué es de la suerte de Aníbal Ibarra, un espectro progresista que se debate entre el ser y la nada.
Hermes Binner, Luis Juez y Martín Sabbatella caminan por otros senderos, pero el ímpetu de animarse a forjar una "gran coalición de centroizquierda" se termina cada vez que regresan al país de celebrar los triunfos socialistas que se suceden en casi toda América latina. Ya lo dijo con extraordinaria capacidad de síntesis el ex intendente rosarino: la idea de construir un frente amplio a la uruguaya se escurre como agua entre los dedos cuando Buquebús los devuelve al suelo nacional.
Mientras la oposición luce desarticulada y sin un horizonte a la vista, en el laboratorio K no descansan ni el músculo ni la ambición. El inescrutable secretario Legal y Técnico de la Presidencia, Carlos Zannini, es el principal sostén estratégico a la hora del armado.
Compromiso K, la flamante agrupación dirigida por el Chino Zannini, es el mediomundo que pretende atrapar al pez más grande en la misma red que el Frente Grande, la democracia cristiana, País, entre otras agrupaciones que hoy apenas son sellos con la goma deshilachada y sin la más mínima incidencia en el electorado.
Eso sí, el Frente Grande sigue fiel a su vocación de inquilino del poder de turno: lo fue con el esperpéntico Fernando de la Rúa y lo es hoy con el sorprendente Kirchner. A modo de ejemplo bien vale citar algunos pocos nombres de la primera línea oficial: Carlos Chacho Alvarez, Nilda Garré, Eduardo Sigal, Darío Alessandro y Rafael Bielsa. Si a eso se agregan las segundas y terceras categorías el resultado impresiona. Al presidente le seduce la idea de convocar a estos dirigentes que, aunque corresponsables del peor gobierno de la posdictadura, resultan útiles para mantener a raya a los históricos caciques del PJ.
Las justificaciones de las garrapatas del sueldo estatal suelen ser patéticas. Cuando varios allegados a un frentegrandista santafesino se enteraron de que este diario estaba investigando si un ex funcionario provincial (entre una orgía de cargos ocupados en los últimos ocho años) tiene hoy un despacho en Balcarce 50, se escudaron en una frase repudiable para quienes dicen ser artífices de la nueva política: "Dejalo, pobre, de algo tiene que vivir". ¿Cuántos ciudadanos capaces, con ganas de hacer política, están hoy repartiendo sus currículas para conseguir un empleo que les permita subsistir en la actividad privada?
Alguna vez habrá que hacerle un reconocimiento al ex concejal rosarino del MAS Luis Cuello, un hombre digno y honrado que cumplió su mandato y regresó a su oficio de plomero y militancia social.
Regresando a la agenda 2006 del presidente, nada hace pensar que habrá un cambio sustantivo a la hora de ejercer el poder. Máxime ahora que controla sin intermediarios el Ministerio de Economía (hasta convertirse en el funcionario que negocia cara a cara una tregua a la escalada de precios con los supermercadistas o los dueños de las empresas lácteas), el que maneja sin intermediarios las relaciones internacionales y el que está dispuesto a retomar lo que ha sido una constante desde que asumió: el estilo de campaña permanente.
La gestión y la reelección (a diferencia de otros intentos frustrados de sus predecesores) tendrán dos vías paralelas. Por un lado la inauguración de obras en cada rincón del país; por el otro el armado del futuro partido oficialista (donde, en un hecho inédito, el PJ podría pasar a constituirse en un apéndice del Frente para la Victoria). Como dos senderos que no se bifurcan esto llevará a que inexorablemente la reelección se constituya en un ciruelo maduro, a punto de ser consumido.
Kirchner profundizará sus relaciones con Hugo Chávez e intentará que Brasil no le corra la línea del arco y caiga en la tentación de convertirse en el niño mimado de Estados Unidos y la Unión Europea. Chile, pese a los esfuerzos oficiales por pegarse al triunfo de Michelle Bachelet, es un islote de racionalidad política, crecimiento económico y democracia refinada, que lejos está de reproducir el modelo clientelístico y populista de la mayoría de los países sudamericanos. El sueño se terminó: Argentina no es más la Europa de la región, ahora ese reduccionismo está en boca de los turistas trasandinos que se divierten con las marchas piqueteras, como si fuera un programa más de su estadía en la geografía de los cuatro climas.
Kirchner necesita quebrar cualquier frente de centroizquierda que tenga viabilidad electoral a la hora de la competencia. La actual panorámica de la política nativa le permite hacer la plancha y soñar con un 2007 que lo vislumbre como único sostén del progresismo, un término devenido en cliché.
Todos juegan el juego del oficialismo: un funcionario opina a favor de otro mandato para el santacruceño, Carlos Kunkel simula enojarse con quien tiró la primera bomba, la oposición muerde el anzuelo y el tema gana las columnas de los domingos. Eso se llama fenómeno de instalación.
El nuevo capítulo está en marcha con Luis D'Elía. El piquetero oficial y próximo funcionario declaró a la revista Debate que Kirchner será reelecto y que la aspiración de máxima es cooptar a Hermes Binner: "El Gringo (por el diputado socialista) tiene que estar en el proyecto del presidente. Espero que se sume". Hermes, teléfono...
Al tiempo que la oposición mira otro canal, Cristina convocó en Casa de Gobierno (ni siquiera en el Senado) a los diputados del partido de Luis Juez para intentar hacerlos cambiar de posición respecto de la reforma al Consejo de la Magistratura. En cualquier país normal, el hecho de que la esposa del jefe del Estado e integrante de la Cámara alta se inmiscuya en el tema que ahora les toca debatir a los diputados hubiera originado un escándalo de proporciones. Pero, en verano, la política es algo que pasa mientras los opositores se broncean junto al mar.
La verdadera oposición será la inflación, un fantasma que cuando se corporiza derrumba cualquier luna de miel entre poder y sociedad. El aumento del dólar, la ausencia de inversiones y una mentalidad empresaria impermeable a la realidad social convierte a la cuestión en la nueva madre de todas las batallas.
En Santa Fe, el gobernador Jorge Obeid se muestra exultante por la estatización del servicio de aguas, decisión que ha sido tomada de manera frívola e insustanciosa por la oposición. "Sí, esto puede ser un desastre. ¿Pero cómo salimos a decirlo si nos pasamos todo este tiempo criticando a Aguas Provinciales? Y además, somos socialistas...", se columpió entre la sinceridad y la ironía un altísmo dirigente del socialismo. La ominosa Dipos parece haber quedado en el olvido.
Al margen de los beneficios (o no) de la reestatización, la designación de Juan Carlos Venesia al frente de la futura sociedad anónima sería una garantía de previsibilidad teniendo en cuenta su buen desempeño al frente del Enapro.
Dicen quienes frecuentan a Obeid que la reestatización opera para él como una "revancha" teniendo en cuenta que el reutemismo legislativo aprobó la privatización, sin consultarlo, sobre el final de su mandato. "La verdad es que cuando me hicieron eso no podía conciliar el sueño, caminaba por las paredes", comentó alguna vez el titular de la Casa Gris.
Antes de arrojarse a la pileta, ¿el gobierno provincial habrá evaluado correctamente si tiene el agua suficiente para amortiguar el peso de la decisión? Ahora, pese a que casi todos callan, es el momento de formular los interrogantes, sin prejuicios ideológicos, verdades reveladas ni chauvinismos atávicos.
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