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sábado,
21 de
enero de
2006 |
EDITORIAL
Un robo que debe esclarecerse
Aunque el daño material causado por el espectacular robo a un banco en San Isidro probablemente ya no pueda repararse, resulta imprescindible que la investigación policial supere sus dificultades iniciales y resuelva un episodio que dejó muy mal parada a la seguridad bancaria y perplejas a las víctimas.
El audaz robo perpetrado hace unos días contra una sucursal bancaria ubicada en Acassuso, en el partido bonaerense de San Isidro, ha dejado al descubierto una vez más las enormes dificultades con las que se enfrentan los organismos estatales encargados de esclarecer episodios como ese e identificar a los autores para cumplir con eficacia su tarea.
Aunque ya pasaron unos cuantos días desde el espectacular atraco, que incluyó ribetes dignos de una película sobre el género, parece bastante claro que los encargados de las pesquisas están absolutamente desorientados y no cuentan con indicios concretos que permitan elaborar pistas claras para llegar hasta los autores.
La forma en que se ejecutó el robo, cuyo botín probablemente ni siquiera podrá ser precisado nunca, sugiere que demandó mucho tiempo de preparación y que la banda que lo perpetró está integrada por muchas personas, con conocimientos muy específicos e información muy calificada, con experiencia, con mucha audacia y posiblemente con antecedentes en la materia.
Se trata en definitiva de una organización criminal cuyo grado de preparación y profesionalismo, según se desprende de la exitosa operación que realizó en el banco de San Isidro, pondrán a prueba a los servicios de inteligencia de la policía, que son ahora los encargados de reconstruir el episodio, hallar a los responsables y conducirlos finalmente ante los estrados judiciales.
Sin embargo, no parecen registrarse avances significativos en los primeros pasos de la investigación y además la policía bonaerense no ha quedado bien parada luego del pequeño escándalo protagonizado por los integrantes del grupo Halcón, que tomaron por asalto la sucursal bancaria cuando ya hacía al menos dos horas que los ladrones se habían marchado, burlándose de la inteligencia policial y poniendo al atraco un toque de surrealismo más propio de una comedia que de un drama.
Todos los esfuerzos de los investigadores deberían concentrarse ahora en una pesquisa que se expone desde el vamos a la perspectiva del fracaso, pero que necesita más que nunca alcanzar el éxito. Probablemente el daño material causado por el robo ya no podrá repararse ni siquiera con el esclarecimiento del caso, pero el que causaría la certeza de que además quedará impune sería ya imposible de remediar. Y eso sería demasiado, no sólo para las víctimas sino para todos.
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