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domingo,
15 de
enero de
2006 |
Un conductor atropelló a un perro
y mató al dueño por reprochárselo
Tras dispararles a dos personas, el automovilista recogió de la calle las vainas de los proyectiles y huyó del lugar
Santa Fe.- Un episodio trágico y absurdo sacudió ayer a la mañana al barrio San José de esta ciudad. Un conductor que atropelló a un perro no toleró los reproches del dueño del animal, un joven estudiante de 28 años, y sin más lo ultimó de un balazo directo a la cabeza. Luego baleó dos veces en la mano izquierda al padre de la víctima, quien salvó su vida de milagro tras una cirugía. Antes de escapar del lugar en su auto, el atacante tuvo la precaución de recoger los casquillos de las balas que había disparado sin pronunciar palabra.
El irracional episodio ocurrió en pocos minutos, a primera hora de la mañana de ayer, cuando Alberto Bettinelli, de 67 años, se encontraba frente a su casa de Boneo al 3800 junto a su hijo Rodrigo, de 28. En ese momento pasó por el lugar un automóvil Fiat Palio color gris, presuntamente con vidrios polarizados, que era conducido por una persona joven, de entre 25 y 30 años, quien según testigos tiene cabello rubio, largo y con colita.
El conductor viajaba acompañado por una mujer, también rubia. En ese momento, el Fiat atropelló al pequeño perro de Rodrigo. Al parecer los Bettinelli increparon al conductor y allí se habría producido un intercambio de insultos. Rodrigo, que tenía en sus manos un escurridor con el que estaba sacando agua de la vereda, al parecer golpeó con ese elemento el parabrisas del Fiat Palio.
Otros testigos sostienen que la pelea habría sido intensa, hasta con pedradas, aunque esto último no es lo que cuentan los familiares de las víctimas. En determinado momento el coche reanudó la marcha y los Bettinelli atendieron al perro herido. Alberto ingresó a la casa y su hijo quedó en la calle arreglando una manguera. Fue en esa circunstancia, cuentan los testigos, que el irascible conductor volvió al lugar, bajó del vehículo y se dirigió a Rodrigo, a quien casi sin intercambiar palabras le efectuó un disparo en el ojo.
Cuando su padre escuchó el disparo salió a la calle para ver qué había ocurrido. Entonces el atacante le efectuó tres disparos consecutivos, dos de los cuales dieron en su mano izquierda. El agresor, con increíble sangre fría, recogió los casquillos de las balas disparadas y luego regresó a su automóvil para darse a la fuga.
Los vecinos acudieron de inmediato a atender a los Bettinelli, a quienes trasladaron con la urgencia del caso al hospital José María Cullen. Pero a Rodrigo prácticamente no le pudieron brindar asistencia porque la bala que entró en su ojo izquierdo le destrozó gran parte del cráneo y le provocó la muerte.
El padre, en tanto, fue intervenido quirúrgicamente ayer al mediodía y se encontraba fuera de peligro. Alberto es un jubilado de 67 años que hace dos años se retiró de la policía, donde prestó servicios como personal civil. José, su hermano menor, contó conmocionado a este diario que padre e hijo vivían muy unidos. Expresó que su hermano y su papá se daban ánimos mutuamente porque habían quedado solos luego de la muerte de la mamá de Rodrigo, seis meses atrás, después de padecer durante más de un año las alternativas de un cáncer.
Rodrigo se encontraba estudiando como técnico electricista. En la mañana de ayer padre e hijo, como acostumbraban hacerlo los sábados, se proponían visitar la tumba de la madre en el cementerio municipal. Propósito que frustró el homicida que es intensamente buscado por la policía. Al parecer el tirador estaría identificado, así como su acompañante. La policía lo identificó como un hombre vinculado al tráfico ilegal de drogas. En el barrio donde se produjo el incidente el sujeto es conocido y temido. Por esa razón todos los vecinos, aterrados cuando se acercó la prensa, se refugiaron en un silencio cerrado.
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