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jueves,
12 de
enero de
2006 |
La otra cara del Burrito Ariel Ortega
De repente todo cambió en el ánimo de Ariel Ortega. El compañero predispuesto, bromista y hasta director de orquesta de los días anteriores en la pretemporada leprosa, ayer se transformó en un profesional serio, con gesto adusto, como elaborando un final inesperado de una ilusión que lo mantenía con mucha expectativa.
Está claro que el cambio de humor se debió a los rumores, más bien certezas, que empezaron a llegar desde la concentración de River.
Se fue Merlo, llegó Passarella, pero su regreso sigue siendo casi imposible.
Anoche, cuando la cena esperaba para transformarse en el aperitivo ideal del descanso, el empresario Juan Luis Berros llegó a la concentración leprosa y se reunió con un Ortega aún mucho más consternado que antes.
"No pasa nada, no hay nada", fue la escueta respuesta de Berros a los periodistas.
Y es probable que esa misma respuesta haya recibido Ariel de su representante. Pero esta vez de manera definitiva.
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