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 miércoles, 28 de diciembre de 2005  
Homicidio en la esquina de Corrientes y Zeballos
Absolvieron a una mujer por el asesinato del dueño de un bar
Imputada por matar a Luis Miguelez, recuperó la libertad por el beneficio de la duda

Ariel Etcheverry / La Capital

Una mujer de 25 años que estaba presa acusada de asesinar de una puñalada al dueño de un bar en noviembre del año pasado fue absuelta por el beneficio de la duda y recuperó la libertad. La resolución judicial conocida ayer alcanza a María Emilia Coradi, una joven que se había entregado a pocos días de ocurrido el crimen asediada por la policía porque conocía a la víctima, pero que siempre se declaró inocente. De esa forma, el crimen de Luis Alberto Miguelez, propietario del "Bar de Luis", de Corrientes y Zeballos, volvió a foja cero y quedó al borde la impunidad sin ningún sospechoso en la mira de los investigadores.

El fallo que benefició a Coradi, una joven que ejercía la prostitución, fue firmado por el juez de Sentencia Nº1, José María Casas, y en los próximos días quedaría firme porque el fiscal no apeló. Para el abogado defensor de la mujer, el magistrado "concluyó que el principio rector es la duda por carencia de pruebas concluyentes. Lo que en el artículo 5 del Código de Procedimiento Penal se demonina como in dubio pro reo".

El asesinato de Luis Miguelez se produjo la madrugada del 16 de noviembre de 2004. Un empleado del bar descubrió lo sucedido cuando llegaba a trabajar a eso de las 5. El joven tenía la misión de limpiar y acondicionar el lugar antes de la apertura al público. La mayoría de los días, Miguelez era el último en irse por la noche. Por eso, cuando el muchacho de la limpieza llegó lo primero que le llamó la atención fue encontrar todavía a esa hora de la madrugada el local abierto y con los carteles exhibidos en la calle.

El testigo no tardó en comprobar las peores sospechas. El cadáver del comerciante estaba en la parte trasera del local y presentaba una profunda puñalada en el pecho. En el resto del salón habían quedado desparramados por las mesas envases de cerveza, vasos a medio llenar, algunos pocillos de café y ceniceros sucios. A los pocos días, la policía comenzó a seguir la pista de una prostituta que fue una de las últimas personas que estuvieron en el "Bar de Luis" aquella madrugada.

Esa mujer resultó ser María Emilia Coradi, alias Piteta. En aquellos días tenía 24 años y estaba embarazada de tres meses. La hipótesis que manejó la policía fue que la mujer tal vez mató a Miguelez en un arranque de furia porque el hombre se rehusó a pagarle favores sexuales o bien para robarle. La presión que le metieron los sabuesos policiales hizo que finalmente se entregara a la Justicia. A pesar de eso, Coradi siempre se declaró inocente.

Admitió que conocía a Miguelez, que había ido a comer en algunas ocasiones al bar, pero negó haberlo matado. Su abogado patrocinante, el defensor oficial Oscar Loberse, señaló que la versión de la chica "nunca fue desmentida por ningún testigo ni por otra prueba recolectada durante la investigación. Tampoco se constató que las huellas dactilares halladas en los utensillos secuestrados en el bar sean de ella", enumeró Loberse.

Ayer no se conocieron los fundamentos del fallo dictado por Casas. Pero el defensor había solicitado en su momento la absolución de la acusada. "Ninguna prueba médica o científica la vinculaba con el hecho, como tampoco fue comprometida su situación por los empleados del bar que declararon en la causa", sostuvo el letrado. Una de las últimas pericias que llegó al tribunal fue una realizada por Gendarmería Nacional.

El estudio se hizo sobre un llamado telefónico realizado a un programa de radio. La madrugada del crimen, una mujer se comunicó con un clásico ciclo de contactos y dijo llamarse Claudia. En principio los investigadores establecieron que la llamada se realizó desde el "Bar de Luis" minutos antes de que se produjera el crimen. Por eso se resolvió ampliar el interrogatorio a Coradi para así cotejar su voz con la cinta entregada por la producción del programa.

Pero ayer se supo que los peritos de Gendarmería no pudieron establecer si la voz de la tal Claudia era la misma de María Emilia. "En base a esos indicios pedí la absolución de Coradi porque no había ninguna prueba en su contra", concluyó Loberse.
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El crimen tuvo como escenario el tradicional bar de Corrientes y Zeballos.


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