Argentina y Brasil aplazan liberación del sector automotor

Debía empezar en enero. Extendieron por dos meses el actual acuerdo y discutirán uno de transición

El gobierno argentino prorrogará por 60 días el actual acuerdo que rige el comercio bilateral de autos con Brasil y negociará una transición de seis meses hasta la entrada en vigencia del nuevo convenio.

Según confirmaron ayer fuentes empresarias y oficiales, la extensión del acuerdo actual será sólo por dos meses y se firmará entre hoy y mañana, para lo cual viajará a Buenos Aires el secretario de Comercio Internacional brasileño, Ivan Ramalho.

El entendimiento para prorrogar por dos meses el acuerdo "flex" vigente se alcanzó ayer en diálogos telefónicos que se extendieron durante todo el día, luego de que se trabaran las gestiones que encaró la semana pasada en Río de Janeiro el secretario de Industria, Miguel Peirano, para dar forma a un nuevo esquema de intercambio definitivo. Las negociaciones se realizaron contrarreloj debido a que el propio presidente Néstor Kirchner había anunciado el año pasado que no aceptaría liberar totalmente el comercio bilateral de autos, previsto inicialmente para enero próximo.

Las terminales instaladas a ambos lados de la frontera venían reclamando algún tipo de acuerdo entre los gobiernos desde el mes pasado, a fin de planificar su producción y refrendar esos planes ante sus casas matrices.

"Hace falta un acuerdo, pero hace falta algo flexible. Nada demasiado rígido sería bueno porque eso condiciona mucho a las fábricas ante cambios en el mercado", dijo el presidente de Fiat, Cristiano Rattazzi.

Sin embargo, la opinión de Rattazzi no es la de todas las automotrices instaladas en el país, ya que las que más producen en sus fábricas locales prefieren un marco que privilegie los autos nacionales, como propone la Secretaría de Industria. El gobierno argentino propone un programa "flex" como el actual -que establece un monto límite a las importaciones en función de las exportaciones- pero computable para cada empresa por separado y no como cupo general para el país, a fin de que todas las transnacionales que venden autos en el país también instalen aquí sus líneas de producción. El régimen actual establece que por cada 2,60 dólares en vehículos exportados por Brasil, Argentina puede venderle uno. Industria también propone que las terminales locales prioricen a sus proveedores nacionales de autopartes, a lo cual Brasil se opone tenazmente.

Además de flexibilizar la importación de autopartes provenientes de fuera del Mercosur, el gobierno de Luiz Inácio Lula Da Silva pretende fijar una fecha definitiva para la entrada en vigencia del libre comercio, en abierta contradicción con la postura argentina.

Todas esas diferencias deberán saldarse en los próximos dos meses, cuando se iniciará la transición que terminará el 1º de julio, con la entrada en vigencia del nuevo acuerdo que se negocie en ese lapso.

Poco más del 60% de los autos que venden en el mercado argentino son brasileños, pero en el país vecino la proporción de autos fabricados aquí es de menos del 2%, cuando el histórico osciló entre el 10 y el 12.

La Argentina decidió a partir del gobierno de Néstor Kirchner desconocer el último acuerdo automotor que estipulaba un mercado liberado de autos entre Argentina y Brasil desde el 1º de enero próximo. El gobierno argentino sostiene que no estarán dadas las condiciones para la apertura en la medida en que no se equilibre la proporción de inversiones que realizan las terminales en uno y otro país. Durante los últimos años, las terminales prefirieron radicar su producción de autos de bajo costo y precio en el país vecino debido a los suculentos planes de incentivos fiscales que otorgaban los estados brasileños.