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 sábado, 24 de diciembre de 2005  
Panorama político
El gran pez

Mauricio Maronna / La Capital

El nuevo objeto del deseo kirchnerista tiene nombre y apellido: Miguel Lifschitz.

El intento de coptación lejos está (al menos en la forma, aunque no en el fondo) de parecerse a lo sucedido con Graciela Ocaña o Eduardo Borocotó, más cercanos al transfuguismo político que a "la vocación frentista" que alimentará la Casa Rosada hasta 2007.

Quienes sueñan (por ahora no pasa de ser solamente eso) con la candidatura a gobernador del intendente rosarino no se conforman con el pase en solitario del hoy multipromocionado dirigente, sino que aspiran a que el Partido Socialista santafesino engrose las filas del Frente para la Victoria, o como se llame la entente que pergeñan desde el riñón del presidente.

"Intendente, vienen por usted", le dijo un cronista el jueves por la noche a un distendido Miguel Lifschitz, cuando el Palacio Municipal quedaba despoblado de colaboradores. El eficiente funcionario abrió los ojos como si esperara una mala noticia pero pareció recuperar la tranquilidad cuando se le explicó cuál era la versión que obligaba a un riguroso chequeo de fuente con el principal protagonista de la historia.

El hombre meditó una respuesta, apagó el celular, pidió un café y clavando la mirada en un punto fijo del despojado despacho, soltó la frase: "No conozco ese dato. Pero desde ya le digo que no haré nada sin el aval del partido".

Pese a que la desalambrada provincia de Santa Fe recibe día a día a los sobrevalorados "operadores nacionales" que intentan llevarse islotes del devaluado PJ de cara a difusas construcciones futuras, ni Juan Carlos Mazzón, Carlos Kunkel o José Pepe Salvini, entre otros satélites del oficialismo, están en pleno conocimiento de la movida que emana del mismísimo entorno presidencial.

"La apuesta es esta: ofrecerle a Lifschitz la candidatura a la Gobernación y dejar también en manos socialistas la Intendencia de Rosario a cambio de lugares importantes para el kirchnerismo en las nóminas para la Legislatura provincial. Todos le van a negar la especie pero hasta le pusieron fecha: noviembre del 2006, cuando se celebre el Día del Militante y se recuerde al Frejuli", apuntó una fuente inobjetable a este diario. ¿Y Hermes Binner? ¿Y Carlos Reutemann?

En Balcarce 50 admiten trabajar en perfecta sincronía con el actual intendente rosarino y aducen estar "cansados del discurso gelatinoso" de Binner, a quien "le han puesto bolilla negra" por algunos dichos pero, más que nada, por haberse convertido en el camafeo idealizado por la derecha para blanquearse y hacerle frente al gobierno.

La task force oficial sigue imaginando que para las elecciones presidenciales de 2007 el PJ será un espectro y que, de la mano de Kirchner, nada que huela a centroizquierda lúcida y racional puede quedar afuera del entramado pingüinero.

Un actual ministro de la administración Obeid, consultado sobre la movida en ciernes, tampoco mostró demasiadas sorpresas y relató lo dicho por un poderoso funcionario nacional, sentado sobre la caja más importante del gabinete: "Lifschitz parece peronista, hay que traerlo".

Binner, en cambio, está hoy en la "selva" en la que parece haberse convertido la Cámara de Diputados, donde nada será igual tras la tensionante sesión del jueves, que terminó con toda la oposición retirándose del recinto por la decisión del oficialismo de no permitir voces disonantes a la aprobación de la emergencia económica, que quedó a las puertas de ingresar en algún capítulo del Guinness: fue avalada en 90 segundos.

Está claro que el intendente rosarino (la flamante vedete de la política, con su fulgurante aparición en la tapa de la revista Gente como uno de los personajes del año, los recurrentes almuerzos en la mesa de la Mirtha Legrand y las comparaciones casi cotidianas, y exageradas, en los medios nacionales de Rosario con Barcelona) no hará lo que los socialistas llaman "la gran Cavallero" ni se separará un ápice de las líneas maestras que trace el partido.

Pero sabe también que le será difícil resistir la embestida kirchnerista en el 2007, un año en que muchos se ilusionan con tener su apellido y el del presidente en una misma boleta.

Un estratégico director de un área de la Municipalidad blanqueó esa inquietud ante La Capital e, incluso, fue más allá: "Decirle que no a Kirchner es ganarse la furia del poder central. Sabemos que desde ahí vendrán con toda la artillería".

Hay quienes dicen que ese fuego (por ahora "amigo") tuvo su bautismo con la amenaza sindical de "paralizar la Municipalidad" en un tiempo no demasiado remoto.

El intendente tiene bien en claro esta cuestión y hay quienes les han escuchado sugerir a sus conmilitones: "Muchachos, bajen el tono de las críticas en el Parlamento, este gobierno nos entrega todo lo que pedimos".

Algo ha cambiado en el horizonte socialista y debe decirse de una vez. La acuarela del PS ya no solamente es dominada por Giustiniani y Binner. Aquel hombrecito casi desconocido que, en el 2003, asomaba como candidato a intendente es hoy quien prende y apaga las luces de la gran ciudad. Las caras de la luna (permita el lector una licencia dialéctica) ahora son tres.

Para el justicialismo no hay 2007 posible sin Reutemann en escena. El senador está al tanto de la jugada para imantar a los socialistas y espera en silencio que el mediomundo que el poder K arroja al mar regrese vacío hacia la costa. Se sabe: el Ejecutivo quiere a todos los peces en la misma red.

"Esto va a terminar en un fracaso porque aceptar caer mansamente en el Frente para la Victoria, Compromiso K, o como se denomine en el futuro, implicará la ruptura del Partido Socialista. En el 91, (Carlos) Menem intentó hacer algo similar con Honestidad, Trabajo y Eficiencia y, entonces, Guillermo Estévez Boero decidió mantener a rajatabla la independencia del socialismo", explica uno de los pocos dirigentes justicialistas que escuchó de propia boca de un funcionario nacional el juego de seducción.

¿En ese momento todos los caminos volverán a converger en Reutemann para un cuerpo a cuerpo con Binner o el presidente romperá lanzas con el senador poniendo como candidato paralelo a Agustín Rossi?

Sea cual fuere la resolución de la trama, los reutemistas navegan hoy en un océano de dudas. El silencio del hombre de Llambi Campbell desactiva a su tropa y, mientras tanto, Rossi, Mazzón y Kunkel caminan la provincia llevando lo que parece ser un mensaje no escrito del presidente: "Lole, el 100% de la calle ya no es tuyo".

Diputados provinciales admitieron que en los departamentos es imposible "armar nuevas estructuras o ampliar la base de sustentación porque todos preguntan qué es de la vida de Reutemann. A nosotros ya no nos sirve ir a esos lugares con una carta de recomendación: es imprescindible que él muestre alguna carta".

Lejos de eso, el ex gobernador se limita a votar todos y cada uno de los proyectos que con tono marcial impone Cristina Kirchner en el Senado, elogia los números de la economía y se siente víctima de un plan mediático espurio para "sacarlo de la cancha".

Como si se tratara de una verdad revelada, sus seguidores se encomiendan al mítico "manejo de los tiempos" del ex piloto y sueltan que su primera decisión será avalar la candidatura a intendente (hoy apenas un rumor) de Juan Carlos Mercier, el eficaz administrador de los fondos públicos santafesinos cuando el resto del país se inundaba de bonos basura.

Curiosamente, el que más atentamente sigue los pasos del Lole es Lifschitz, a quien un estrecho allegado le escuchó decir: "El ya está en campaña, pero a su manera. Va a los pueblos cuando nadie lo espera y el presidente tendrá que recurrir a su figura cuando todo lo demás pierda espesor. Yo veo muy verde que mi partido acepte aliarse con el kirchnerismo".

Unos y otros pierden de vista la cuestión clave: el gobierno provincial de Jorge Obeid ingresó en sus dos últimos años de gestión con un aval explícito del titular de la Casa Gris hacia el liderazgo de Reutemann. ¿Significará esto que los supuestos millones que están depositados se volcarán de una buena vez a fortalecer la administración para que el justicialismo pueda festejar sus bodas de plata en el poder? Es una pregunta aun más insondable que el destino futbolístico del Burrito Ortega o el paradero del botín de Mario Fendrich.

Aunque la Legislatura cierre sus puertas hasta el año que viene y las dudas superen hoy a las certezas, algo está claro en la provincia de Santa Fe: la política no se irá de vacaciones.
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