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domingo,
06 de
noviembre de
2005 |
En Foco. La cumbre de las Américas
El Alca, otro buen motivo para ejercer el cumbrismo
Las disputas en torno de la conformación del Area de Libre Comercio de las Américas (Alca) sacaron a la reunión de 34 países del continente en Mar del Plata, de la abulia que caracteriza a la creciente moda del cumbrismo en la región.
De pronto, un proyecto que desde su lanzamiento a principios de la década del 90 no logró emocionar lo suficiente ni siquiera a los sucesivos gobiernos estadounidenses, articuló en un debate ideológico las tensiones emergidas de los cambios políticos y económicos que se sucedieron en la región en los últimos años.
Factores como la política ultraconservadora de George Bush, la consolidación del liderazgo de Brasil (acompañado de sus socios del Mercosur) en Sudamérica, la conflictividad de Bolivia y sus "explosivas" riquezas gasíferas, la inestabilidad en ciertos países de la región andina y la irrupción de un líder tercermundista como el venezolano Chávez parecen imponer una agenda más urgente a los mandatarios que participaron de la Cumbre de las Américas, que una iniciativa comercial tan laxa que sólo en el larguísimo plazo podría calzar como un molde único en la complejidad que presentan las economías de la región.
Tiene cierta lógica que para un gobierno argentino que apenas puede lidiar con los conflictos del Mercosur, la prioridad del encuentro de Mar del Plata tuviera que ver con obtener respaldo estadounidense para sus próximas negociaciones con el Fondo Monetario Internacional que con el Alca.
No se trata de relativizar la importancia de las negociaciones comerciales. De hecho, en poco más de un mes el gobierno enfrentará una reunión trascendental con una nueva ronda multilateral de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Hong Kong. Allí estará otra vez en la agenda la histórica discusión sobre la eliminación de los subsidios agrícolas en los países centrales.
Esas negociaciones no representan un intríngulis menor para el gobierno, desde el momento en que para los países consumidores de materia prima, la condición para reducir subsidios y rebajas arancelarias es la reducción de los niveles de protección industrial en los países en vías de desarrollo.
Una problemática que no es tan fácil de resolver para un gobierno que hizo del renacimiento industrial un slogan de administración pero que a su vez tiene en las exportaciones agropecuarias su principal sustento económico.
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