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 sábado, 20 de agosto de 2005  
"La enseñanza es el principal problema a resolver de las políticas educativas"
La especialista Flavia Terigi opinó sobre qué significa educar en condiciones adversas

Fabiana Monti / La Capital

Educar en condiciones adversas fue el tema central de la conferencia que la subsecretaria de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Flavia Terigi, brindó ante los más de 1.300 educadores que participaron del VIII Congreso Nacional y V Internacional Aula Hoy, realizado en Rosario entre el 11 y el 13 de agosto.

Terigi es también licenciada en ciencias de la educación y fue una de las conferencistas principales, junto a otros de orden nacional y del exterior, en el encuentro organizado por Homo Sapiens Ediciones y auspiciado por La Capital, entre otras instituciones.

Planteó que la enseñanza es el principal problema que tienen que resolver las políticas educativas.

-¿Qué diagnóstico realiza sobre las actuales políticas educativas?

-Cuando digo que la enseñanza es el principal problema de las políticas educativas estoy refiriéndome a un modo histórico de hacer planeamiento educativo, heredado de un modelo que se implementó desde la década del 60 en adelante. Este modelo las identifica como la provisión de condiciones macros ligadas a lo presupuestario, lo normativo y considera que la cuestión de la enseñanza es para los capacitadores o los especialistas en didácticas. Pero yo estoy convencida que la enseñanza debe ser un tema central en la política educativa.

-¿Y se ha avanzado sobre esta visión que propone?

-En la perspectiva nacional hay una preocupación muy fuerte entre los ministros acerca de los problemas de la enseñanza, en pensar otras alternativas a las que se están llevando adelante. Por ejemplo, no cabe duda que la difusión de los Núcleos de Aprendizajes Prioritarios (NAP) tienen en la base la inquietud de indicarles a los maestros con más claridad lo que tienen que enseñar. Los docentes estuvieron bombardeados en los últimos años por diseños curriculares, contenidos básicos comunes, libros, que han dispersado la idea de lo que hay que enseñar. De todas maneras también creo que la cuestión de la enseñanza no se resuelve con una prescripción, ya que no es que los maestros no sepan lo que deben hacer. Nadie dudaría que en los primeros años de la escuela primaria los chicos deben aprender a leer y escribir. Con lo que no están contando es con las herramientas que requieren para llevar adelante una política de alfabetización que asegure un domino de la escritura y la lectura en condiciones cada vez más difíciles. También está faltando un saber pedagógico-didáctico, que permita organizar un aula donde las prácticas de lectura y escritura sean significativas; y que los chicos puedan vivir en la escuela algo del sentido que la lectura y la escritura tienen en la práctica social. No es un problema de capacitación docente sino de producción con estas propuestas pedagógicas.

-En su conferencia, planteó cómo la gradualidad a veces pone trabas a la atención a la diversidad educativa. ¿Qué significa esto?

-No creo que sea posible cambiar en todo el sistema educativo el sentido de la gradualidad con que se organiza, porque los arreglos históricos del sistema educativo, en la formación docente, en los libros, son arreglos fuertemente graduados. Pero creo que hay un aspecto de la gradualidad que debe ser modificado: la fuerte vinculación entre la producción didáctica y las expectativas de lo que deberían ser los chicos que van a la escuela. Uno puede tener un grado con una situación muy heterogénea desde el punto de vista de los alumnos, pero el problema es cuando se lo quiere enfrentar con herramientas homogéneas. Sí creo que hay experiencias alternativas, como los grados de aceleración, que funcionan en las escuelas primarias comunes donde en lugar de ir en la correspondencia de un grado-un año, compilan e intensifican en un mismo ciclo lectivo el tratamiento de contenidos de más de un grado escolar. Estos son proyectos que existen en Buenos Aires y Porto Alegre (Brasil), por ejemplo.

-Muchos docentes aseguran sentirse muy solos para hacer frente a las condiciones adversas en las que se encuentran inmersas las escuelas. ¿Qué piensa al respecto?

-Que los maestros se encuentren solos depende, en muchos casos, de las políticas educativas que se implementen en cada provincia; pero de hecho creo que se sienten solos. Por eso tengo la convicción de que es necesario, sobre todo en los casos donde hay alta vulnerabilidad social, que haya una mayor articulación entre las políticas sociales y las educativas. No sólo en término de becas, sino en atención de la salud, en seguir el desarrollo de los chicos, entre otras cuestiones. Pero trabajo con la idea de que la política educativa puede y debe estar cerca de las escuelas apoyando alternativas diferentes.

-¿Mejorar las condiciones sociales es un requisito sine quanon para el aprendizaje?

-Si bien es verdad que las condiciones adversas colocan en desventaja a los chicos para aprender, esto no significa que no puedan hacerlo. Al contrario, es ahí donde la escuela es decisiva y puede hacer la diferencia. Porque con chicos con todas las oportunidades, la institución escolar es importante pero no decisiva. En cambio, en las escuelas menos favorecidas, ésta se vuelve la única oportunidad y no puede permitirse el lujo de decir que si no están cierto tipo de condiciones no podemos enseñar. También sé que muchos docentes trabajan dando respuestas, pero si no están acompañados por las políticas educativas, se vuelve una tarea muy limitada al voluntarismo. La política tiene que facilitar que la educación sea posible para el conjunto de la sociedad.

F. M.
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