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sábado,
13 de
agosto de
2005 |
La sonrisa de
un niño lo vale
Si gritamos bajo no nos escuchan y si gritamos alto corremos el riesgo de que algún argentino acomodado y con cargo nos tilde de quilomberos sin saber su real significado. Los esclavos del Brasil huían a la selva para no ser explotados, a estas comunidades que se formaban se les dio el nombre de quilombo, y si nos tildan de eso estaremos orgullosos de serlo. Crecemos llorando de niños sin saber la razón y estiramos los brazos, hambrientos en nuestro lugar como parias, pedimos lo que sabemos que es un no rotundo de antemano, pero lo pedimos igual. Cansados salimos a pelear por lo que se debe, pero sabemos también que es una utopía los principios de la justa causa. ¡Hasta cuándo tenemos que mantener los gritos ahogados en la garganta! ¡Hasta cuándo hacer proyectos faraónicos a los pies de las villas de emergencia, como el Distrito Sudoeste a ejecutar en mi barrio y otros tantos, y no pueden dar un subsidio de $250 para un refrigerio de un centro comunitario llamado Por la Sonrisa de un Niño para igualar oportunidades y darles un día diferente! ¿Esto no es un abuso de poder?, ¿quién me lo explica?, ¿quién les explica a los chicos de mi barrio que los colectivos del 13 de agosto no salen porque la coordinadora general del distrito y el intendente no se sensibilizaron por el Día del Niño? Así, nuestro paseo programado para festejar ese día no se llevará a cabo porque los proyectos que involucran a los niños no son redituables y quizás no quedó plata después de la campaña política.
Analía Graciela Vargas, DNI 14.569.638
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