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 sábado, 30 de julio de 2005  
Reducen a una familia en Zavalla y le saquean la casa
Una noche de terror en manos de encapuchados

Arielñ Etcheverry / La Capital

"Lamentablemente nos dieron el dato equivocado. Ahora vamos a ajustar cuentas con el buchón que nos tiró mal la información". Así, con un cinismo a prueba de balas, el cabecilla de un grupo de hampones encapuchados y armados con pistolas automáticas les pidió disculpas a una mujer y a sus dos hijos. Lo hizo después de haberlos hostigado durante 5 horas en una vivienda rural de Zavalla para que les entregaran 50 mil pesos que la familia ni siquiera tenía. A pesar de la falta de dinero, los asaltantes no se fueron con las manos vacías: se llevaron 5 mil pesos, dos armas, todos los electrodomésticos de la casa y la camioneta 4x4 de sus víctimas. Pero antes de escapar, se tomaron el tiempo necesario para cocinarse, cenar, beber en abundancia y hasta protestar porque no había "pan fresco".

A pesar de las horas de terror vividas, de la sensación de indefensión que tuvieron al quedar a merced de la banda de enmascarados que se movió a sus anchas por toda la casa y de la amenaza de tomar represalias, Elba Martínez y su hija Natalia Genaris contaron a La Capital lo que no dudaron en calificar como "una aterradora odisea". Están convencidas de que lo peor ya pasó y que callarse la boca es hacerles las cosas más fáciles a los ladrones.

Elba, Natalia y su hermano Iván viven en un chalé de dos plantas con frente de ladrillos vistos y techo de madera ubicado sobre la ruta 33, en las afueras de Zavalla. Es una vivienda vistosa, acogedora, pero sin lujos. Está rodeada de un césped prolijo y en el costado del predio se levanta lo que hasta hace poco fue un criadero de pavos y un enorme gallinero. Esa fue la actividad a la que Elba y sus hijos se dedicaron hasta que decidieron vender los animales. Actualmente, los jóvenes tienen sus propios trabajos y Elba estudiaba (hasta ayer) en qué invertir los 5 mil pesos obtenidos al cerrar el emprendimiento.

A las 21 del jueves, Elba y Natalia regresaban a su casa a bordo de la camioneta 4x4 que estacionaron en la cochera. Iván todavía no había llegado de su trabajo y, al parecer, la gavilla se encontraba agazapada detrás del gallinero. Cuando Elba salió al jardín en busca de algo de leña para la chimenea, los maleantes la enfrentaron. "Cuando me agaché para levantar unos troncos ví que se me venía encima un malón de encapuchados. Aparecieron en la oscuridad y me empujaron", dijo la mujer.

Elba y su hija no entendían nada hasta que vieron los cañones de las pistolas automáticas. Al principio, la dueña de casa intentó resistirse, pero los hampones la tiraron al piso y le aplicaron varios puntapiés por todo el cuerpo. "Vieja loca, venimos a buscar la plata de tu marido", le anunció un hampón que no dejaba de golpearla. Después, las mujeres fueron maniatadas con corbatas, trozos de remeras y hasta cables del teléfono a dos sillas. También les taparon las cabezas con camperas y pulóveres para que no pudieran ver.

Luego, el líder de la banda golpeó la mesa y gritó: "Acá sabemos posta que tienen 50 mil pesos. ¿Dónde está la caja fuerte?". Elba negó que tuviera semejante cifra y menos un cofre de seguridad. También les informó que se habían separado de su marido y que con él no tenía ninguna relación comercial. "Les dije que teníamos unos cien pesos cada uno y que se llevaran lo que quisieran de la casa", agregó la mujer. Pero la explicación no convenció a los visitantes.

En ese momento llegó Iván. Estacionó su viejo Volkswagen Gol a un costado del chalé y al entrar corrió la misma suerte que su familia: terminó maniatado y amordazado. Entonces todo pareció empeorar. El supuesto líder de la banda agarró una cuchilla de la cocina y lanzó una amenaza hacia Elba: "Si no nos decís dónde está la plata, le corto un dedo a tu hijo". Entonces, la mujer admitió que sólo tenía 5 mil pesos guardados en la pieza. "Les dije que se lo llevaran, pero me ordenaron que los buscara yo misma".

Cuando todo parecía indicar que los hampones habían obtenido lo que buscaban, ocurrió algo inesperado. "Ché, ya que estamos al pedo por qué no nos quedamos a comer algo", propuso uno de los encapuchados. "Se hicieron unas costeletas a la plancha con queso arriba, tomaron Coca Cola y hasta abrieron un champán. Uno tuvo el tupé de quejarse porque no había pan fresco", rememoró Natalia.

Tras el improvisado banquete, los cacos fueron acopiando todo lo que les pareció de valor. Dos televisores, una videofilmadora, un equipo de música, ropa de cama y de vestir, el calzado de las víctimas, la vajilla y utensilios de la cocina además de varias herramientas. También se apropiaron de un revólver y una escopeta además de las cuatro ruedas del Volkswagen que Iván había comprado días atrás. Cargaron todo lo que pudieron en la camioneta de la familia y después dejaron a sus víctimas encerradas en el baño.

Habían pasado casi cinco horas de terror. La banda se marchó llevándose la 4x4 como flete. Natalia fue la primera en desatarse. Después de ayudar al resto, y como el teléfono había sido dañado en el asalto, decidió correr hasta la seccional 31ª. "Estaban tan desesperada que no lo pensé dos veces y corrí más de dos kilómetros para avisarle a la policía. Cuando llegué no podía hablar del susto y del cansancio", añadió. Según contó la muchacha, la camioneta apareció cerca del mediodía en la ciudad de Arroyo Seco, zona en la que anoche se buscaba a los delincuentes.
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Elba se quedó sin nada. Los ladrones le comieron lo que tenía para la cena.

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