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 sábado, 30 de julio de 2005  
El aula como espacio para la democracia
La especialista Susana Restrepo capacitó a docentes sobre el fortalecimiento de los valores democráticos

Fabiana Monti / La Capital

Susana Restrepo, capacitadora de la Organización No Gubernamental Center of Civic Education de los Estados Unidos, estuvo en el Colegio Maristas de Rosario capacitando a docentes para el programa denominado "Fortaleciendo los valores de la democracia", que organiza la Asociación Conciencia. La licenciada en ciencia política, especializada en temas educativos, dialogó con La Capital y destacó la importancia de que desde pequeños los alumnos puedan desarrollar actitudes y habilidades de participación, además de la necesidad de instaurar mecanismos al respecto en las instituciones escolares.

-¿Qué valores deben fortalecerse entre los docentes y los alumnos para favorecer las prácticas democráticas?

-No son sólo valores los que hay que promocionar sino un conjunto de situaciones integradas que hay que fortalecer. El niño no sólo debe conocer cómo funciona un sistema democrático, sino también cómo cambiar sus habilidades y actitudes, de manera de aprender a convivir en la sociedad donde vive, poder ser más tolerante, más respetuoso, saber que el disenso está totalmente permitido. En cuanto a las habilidades, es importante que puedan conocer una serie de mecanismos que tiene el ciudadano para acercarse al Estado, y que si no se usan se muere la democracia.

-¿Cuál es el rol de la escuela en la formación de valores para la democracia?

-Si enseñás a un niño desde muy pequeño a desarrollar actitudes y habilidades de participación, de comunicación, a tener un pensamiento crítico y constructivo frente a las situaciones reales, cuando llegan a los 18 años salen del colegio con una formación más articulada, coherente y comprometida con su medio ambiente.

-Para la formación en conciencia ciudadana, ¿es más importante la construcción de saberes o también lo son las prácticas institucionales?

-La educación cívica como tradicionalmente se la enseñaba era principalmente teórica y esa manera ha caído un poco en desuso. El aula en sí misma debe ser un espacio democrático. El maestro debe ser coherente con su práctica y lo que dice. Si un docente dice: "Vamos a abrir un espacio para conversar", pero los calla a los gritos, es una persona que no está creando el lugar necesario para la democracia. Por eso no se trata de un ejercicio de memorización sino lo que deja algo es vivir algo en lo real, que les permita comportarse como un ciudadano en ejercicio. Y no sólo con el voto cómo única práctica democrática, sino a partir de darle soluciones al gobierno sobre problemas específicos.

-En las escuelas, ¿la voz de los alumnos está representada?

-No sé en Argentina, pero en Colombia donde vivo, existen una serie de mecanismos de participación establecidos dentro de la misma ley general de educación. Y han tenido un desarrollo tan importante que en la actualidad se están midiendo las competencias ciudadanas. Dentro del esquema escolar los alumnos tienen que desarrollar lo que se llama proyecto educativo institucional. Tienen una figura que es el personero, que es como el representante del último grado del colegio frente a la Junta Directiva de Padres de Familia. Tienen un manual de convivencia. Son avances y la escuela en Colombia tiene muchos mecanismos de participación. Pero todavía se sigue practicando el acto eleccionario como el gran evento democrático.

-En la provincia de Santa Fe está en camino de reglamentarse una ley nacional que regula el funcionamiento de los centros de estudiantes que durante mucho tiempo se han dejado de lado. ¿Esto contribuye al fortalecimiento de las prácticas democrácticas en las escuelas?

-Estoy segura que sí. Pero lo que importa y quizás es la parte más difícil, es cambiar al docente. Un maestro que sea capaz de capacitarse para el cambio será un aliado. Si es un poco reacio, va a ser más complicado. Por eso consideramos que la figura del maestro es uno de los pilares a trabajar para instaurar nuevos valores en la vida democrática de las escuelas. Desde nuestros programas no intentamos ir al niño directamente sino al maestro porque si él cambia, las relaciones pedagógicas cambian, la forma de aprender es distinta y se convierte en un facilitador. Entonces el niño es un actor principal.

-¿Los docentes están preparados para este cambio?

-No se puede generalizar pero es una siembra a largo plazo. Es complejo. Aún persiten mecanismos muy verticales, grandes brechas entre los directores y los docentes. A veces las condiciones mismas con las que el maestro trabaja son complicadas. Hemos visto cambios en instituciones de ciudades intermedias y chicas, en las más grandes es más difícil.

-¿Cómo se atiende a la formación de ciudadanía con tantos chicos excluidos del sistema educativo?

-Hablo de mi país que es lo que conozco. En Colombia la deserción escolar es muy alta. Entonces el gobierno ha trabajado en dos líneas específicas: cobertura y calidad. Y ha realizado una reorganización muy importante. Ha cambiado a los maestros de sitio donde tenían que trabajar ampliando la cobertura. Y es una obligación de la institución la de llenar cupos en los salones. Es una cosa que hay que hacer pero no sacrificar cobertura por calidad, ni calidad por cobertura. Esto es algo en lo que paso a paso se debe avanzar.
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