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 domingo, 24 de julio de 2005  
[Primera persona] - Ricardo Salvatore
"Las trasnacionales no son entes caídos del cielo: producen cultura"
El editor de "Culturas imperiales", un libro publicado por Betariz Viterbo Editora,propone repensar la noción de imperio en plena globalización y convoca a interpretar sus representaciones

Lisy Smiles / La Capital

Parado en pleno siglo XXI, en un mundo globalizado pero en el territorio llamado Argentina o en uno más extenso como América latina, Ricardo Salvatore fue el encargado de compilar y editar "Culturas imperiales", un desafío lanzado primero como conferencia desde la Universidad Torcuato Di Tella y que ahora Beatriz Viterbo Editora le dio forma de libro. Allí se analizan distintas formas de representación del imperio en América, Asia y Africa, y tras esa consigna -nada sencilla- distintos investigadores analizan, por ejemplo, cómo presentan las guías de viajeros a los países periféricos, cómo la cultura popular lee el fenómeno del chupacabras o rastrean huellas coloniales en el espacio público. Pero además, el libro ofrece debate teórico en torno a cuáles son las categorías más adecuadas para analizar la problemática. Salvatore dialogó con Señales sobre las implicancias de esta producción, opinó sobre fenómenos actuales como el reciente recital Live8 y volvió a poner entre signos de pregunta la relación entre imperialismo y cultura "en un mundo que aparentemente (aunque no realmente) ha dejado de ser colonial o imperial".

-¿Cómo surge la idea de "Culturas imperiales"?

-El libro es el resultado de una conferencia que dimos sobre "El Imperio y las representaciones", aquí en la Universidad Torcuato Di Tella, donde la idea era aprovechar un libro anterior que había sido publicado por la Universidad de Duke ("Encuentros cercanos e imperio") y que había tenido muy buena recepción, y queríamos contar con los investigadores que habían participado en ese proyecto. La idea era hacerlo desde otro lugar: el sur, y que tuviera una posición diferente en estas historias imperiales.

-¿Cómo es el diálogo entre los autores que participan del libro?

-La variedad sería lo que caracteriza al libro, en el sentido de que se trató de invitar a personas que trataron de conectar el desarrollo de las ideas y de la teoría en Latinoamérica, de recordar las discusiones sobre el imperialismo y de cierta época de la dependencia, qué significó el imperialismo cultural, e incluso la resonancia que acá tuvo la polémica por el libro "Imperio" (de Toni Negri y Michael Hardt). Y hacía el final del libro, en la contracara, hay lecturas posmodernas de la dificultad de concebir al imperialismo en los viejos términos, como por ejemplo un artículo sobre la aparición del chupacabras, donde se lee la cultura desde lo popular, cómo impactan estas apariciones fantasmagóricas en el imaginario popular y donde se arriesga que ese imaginario popular construye un nuevo temor al Nafta, una construcción mítica. En libro hay de todo, y creo que esa es la riqueza.

-Hoy se dice que las empresas trasnacionales toman a los habitantes como consumidores sin diferenciar si son de países desarrollados o no, ¿usted adhiere a esa visión?

-En el libro hay dos artículos que tratan lo que se llamó el imperialismo de negocios, esta relación entre la penetración comercial o inversiones y la cultura. Uno es mi propio ensayo donde yo hablo de cómo se puede concebir a una empresa de integración económica hemisférica panamericana como una especie de máquina productora de iniciativas culturales, y el otro es un ensayo de John MacKenzie sobre las guías de viajeros, donde explica cómo el negocio acompaña a los desplazamientos de la temprana globalización del siglo XIX en la medida en que brinda textos que ayudan a hacer posibles estos viajes de la élite a la periferia. Entonces, para MacKenzie y para mí, las empresas siempre han sido acompañadas de representaciones, de cultura, es muy simbiótica esta relación. Se corresponden muy bien ciertas formas de representación, ciertos textos, que ayudan a los movimientos de capital. Siempre existió tensión entre dos teorías, una que dice que todos los consumidores son iguales, que el consumo es parte de la naturaleza humana y entonces sólo tienen que conocer que existen nuevos productos para querer eso. Otras dicen que los consumidores son producidos por las culturas, que hay límites culturales. Para mí, y yo lo propongo en un libro que está por salir, las empresas de publicidad venden por igual a todas las clases medias de Europa y EEUU, con las mismas imágenes, pero la diferencia está en que que se adaptan a momentos culturales como diciendo "esto no es ninguna invasión externa". Por ejemplo, acá la General Motors destaca que es trabajo argentino, con obreros argentinos. Entonces es como que no hay que ver a estas empresas transnacionales como entes caídos del cielo, que no tienen en consideración la cultura, sino al contrario ellos pagan investigación, invierten, producen cultura. También se está viendo el surgimiento de unas clases medias multinacionales. Hoy hay estudiosos de la globalización cultural que como ejemplo de esto toman a la clase media de la India, y muestran cómo las clases medias típicas se logran reproducir en una cultura totalmente diferente. Y yo estoy de acuerdo.

-¿Lo imperial son huellas, es un pasado que está inscripto en este presente?

-Ahí hay un vacío, una falta de teorización al respecto, al menos para la Latinoamérica contemporánea. En realidad, algunos de los que están incluídos en el libro hacen algo que podría llamarse estudios poscoloniales, idea que viene de otro lugar, viene de un mundo realmente poscolonial en el sentido de emergente de un proceso de descolonización del siglo XX, en los cuales toda la cuestión de la colonialidad o poscolonialidad debe tomarse como un presente que está siempre, constantemente reemergiendo en la cultura. Un poco el objetivo del libro es volver a incertar el término imperio dentro de la discusión contemporánea. Se necesita más investigación para descubrir esto. Hoy se dice que hay un debate para ver si la cuestión es globalización o americanización, dicen que la globalización es una americanización disfrazada con multicolores globales y otros dicen que no, que hay una verdadera pluralidad en el contexto transnacional, que ya no se puede hablar de la amenaza del coloso del norte. Pero en realidad cuando uno hace el inventario de quiénes están buscando este problema, hay muy poco al respecto. Hay poco interés para un tema que sigue siendo clave. La hegemonía de Hollywood no ha cambiado. Lo que se podría discutir ahora es si domina Sony o la Warner. El tema no ha cambiado en una manera fundamental.

-¿Qué opina del multiculturalismo, es tolerancia o un nuevo dispositivo imperial?

-Bueno, algunos de los chisporroteos que hubo en esa conferencia que refleja el libro tenían que ver con eso: en qué medida en Argentina debía o no importarse ese debate que estaba ligado a un cierto desarrollo del conocimiento y ciertas luchas por la hegemonía dentro de las universidades norteamericanas y europeas. A mí como editor no pareció dar una definición al respecto porque de lo que se trataba era de pensar la problemática para América latina sin heredar un debate.

-¿Cómo interpreta el recital multitudinario Live 8, donde se reclamó por la condonación de la deuda a los países pobres?

- Digamoslo así, aunque partió de las entrañas del monstruo es positivo y refleja esta capacidad que todavía tienen las culturas de poner límites a cierto tipo de avasallamiento. Bueno, también los imperios hacen posible que tengan lugar estas iniciativas contra ciertas formas de acumulación capitalista. En el libro hay un ensayo de toda esta cuestión, el imperialismo visto como una contracara. Un artículos de James Rayan sobre las campañas en el Congo, donde grupos religiosos abolicionistas toman un enemigo, lo hacen un demonio (que es el Congo belga) y lo exponen a la crítica internacional. Es lo mismo que está haciendo U2 con la deuda en los países africanos y logran cosas, logran arrinconar, detener ciertos abusos. Pero por otro lado esto que une a 8 ciudades mundiales o globales también implica que esos son los sitios de enunciación, son sitios privilegiados del capital internacional, de la industria de los medios, cargados de cultura, que otra vez reflejan la centralidad de la información cultural.
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Reclamo. En el Live 8 Madonna se unió al pedido de condonación de deuda de los países pobres.

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