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domingo,
24 de
julio de
2005 |
Opinión: El fútbol ya no es un juego
Luis Alberto Yorlano / especial para Ovación
Cuando Alfredo Distéfano iba al estadio del Real Madrid les decía a sus amigos: "Me voy a la fábrica". Han pasado muchos años y es muy común escuchar a los jugadores declarar, ante algunos resultados adversos, "en la semana vamos a trabajar para solucionar los problemas". Ya no se habla de jugar. Aunque parezca mentira, el gol es hoy una circunstancia, antes era la resultante de jugadas y estrategias. Cuando se hace un gol siempre aparecen los errores defensivos, que el autor no estuvo bien marcado, que lo dejaron solo. Y la pregunta: ¿el que hizo el gol no tiene ninguna virtud?
La semana pasada les hablé de los trabajos que se hacen en pretemporada. Todo un verso. Vélez fue el último campeón y no fue ni a la montaña ni al mar, lo hizo en su propio predio. El fútbol actual es una teatralización mediática. Los jugadores hablan de trabajo y todos sabemos que el que trabaja no crea.
El fútbol siempre fue el reducto de los habilidosos, de los atorras y de los que desde la técnica crearon la pasión y el sentimiento de los miles de millones de hinchas que pueblan los estadios del mundo.
Me cuesta creer las declaraciones de Maradona, cuando dice "que Boca debe pagar premios a sus jugadores por los torneos que se ganan y no por los partidos que se están jugando en Corea". Hoy los jugadores están muy avivados. Si los diputados y senadores cobran desarraigo cuando no son de Buenos Aires, ¿por qué no van a cobrar los jugadores premios en las giras?
Hasta Diego cambió. A su actual presidente, Mauricio Macri, lo llamaba el "cartonero Báez" cuando no quería largar la plata para los contratos, en alusión al recolector de cartones que contó cómo Carlos Monzón había matado a la actriz Alicia Muñiz.
Hoy Maradona y Macri transitan por el mismo camino. Palermo ya se les puso de punta. Y lo extraño en este tema es que Diego sabe bien que los que definen la continuidad de los técnicos y de los consejos de fútbol profesional son los jugadores. Lo único que les falta a estos es tener un brazo armado, como tienen los dirigentes para apretarlos cuando quieren declarar falta de pago o si cobran en negro o en blanco.
Futbolistas Argentinos Agremiados no sale del asombro cada vez que trata de solucionar algún problema de pago. Hay equipos que adeudan más de siete meses y, sin embargo, cuando algunos de los miembros de la comisión de agremiados visita las prácticas para que le cuenten la verdad sobre la deuda reciben como respuesta: "Tratá de no hacerte ver que me comprometés".
¿Se compromete ante quién? Ante los brazos armados de los dirigentes, los barrabravas. Estos son los encargados de apretar a jugadores que observan con actitudes comprometedoras hacia la comisión directiva.
Aquí se viene una batalla sin cuartel. Desde algunos sectores de futbolistas, cansados de tantos atropellos, están viendo la posibilidad de reclutar muchachos de averías, para que contrarresten las bravuconadas de los que se creen impunes ante los privilegios que les otorgan muchos dirigentes. ¿Se puede seguir aguantando este fútbol contaminado de corruptos?
En algunos clubes incluso los toman como empleados. Los más despiertos comenzaron a incursionar como representantes de jugadores y obligan a los técnicos a que sus dirigidos sean titulares. Esto lo hacen con el visto bueno de los dirigentes. Es menos comprometedor que pagarles sin dejar rastros en la tesorería.
Al DT de la reserva rojinegra Adrián Blas Taffarel lo echaron los barras. Hay mil rumores sobre este despido, pero lo cierto es que después de las "piñas" en el vestuario entre el técnico, que pegó de lo lindo, y el "titular" de la barra, aquel tuvo que renunciar.
Sólo falta que los barras se sienten en la silla del presidente, por si acaso les digo a los dirigentes, que no vayan a Sevilla. Si esto sucede, apaguen la luz. l
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