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domingo,
24 de
julio de
2005 |
Efemérides
Un 24 de julio
Guillermo Zinni / La Capital
trabajó en los principios de un lenguaje mundial (de lo cual dio cuenta en su obra "An essay towards a real character and a philosophical language", 1668), desde los siglos XVIII y XIX existieron personajes que, sentados en sus escritorios, intentaron crear un idioma que pudiera comunicar a personas ubicadas en las latitudes más diversas. El primer esfuerzo más importante en este sentido fue realizado en 1880 por el sacerdote católico Johann Martin Schleyer (1831-1912), quien instrumentó el "Volapük", palabra derivada del alemán "volk", pueblo, y de "pük", lengua o idioma. El Volapük tenía un alfabeto de 38 letras y una gramática compleja, pero se convirtió en una lengua muy popular entre las clases medias e intelectuales europeas. Hacia 1890 existían alrededor de 25 publicaciones periódicas y 300 asociaciones del Volapük, a la vez que los libros de texto que enseñaban el nuevo idioma eran traducidos a 25 lenguas. Sin embargo, este movimiento terminó debilitándose y pasó al olvido. Mientras el Volapük estaba de moda, el 24 de julio de 1887 el médico Lazar Ludwik Zamenhof (1859-1917) publicó un folleto en ruso sobre la invención de otra lengua, el Esperanto, bautizado así por la gran "esperanza" que tenía en su proyecto y para el que usó muchos idiomas tales como el español, italiano, francés, griego, ruso, polaco, alemán e inglés. Utilizó el seudónimo de "Doktor Esperanto" y según algunos estudiosos ese "idioma artificial" surgió a partir de la misma vida de Zamenhof, quien pertenecía a una familia judía-polaca de habla rusa. Dedicó gran parte de su vida a promover la tolerancia entre los pueblos y en 1889 formalizó la Asociación Esperantistas del Mundo. En 1905, año en que se llevó a cabo el Primer Congreso Mundial del Esperanto y en el que participaron unas 6 mil personas de 20 países, publicó "Fundamento del Esperanto" y se dedicó a la traducción a la nueva lengua de algunos libros de la literatura universal. Otros intentos de este tenor fueron la "Interlingua", del italiano Giuseppe Peano (1858-1932); el "Ido" (1907), del francés Louis de Beaufront; el "Occidental" (1922), de Edgar de Whal; el "Novial", de Otto Jefferson, etcétera. Pero de todos estos intentos que pronto se hundieron en el olvido sólo el Esperanto fue visto en algún momento como "el latín del futuro".
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