El cazador oculto: "El drama y la comedia en los Martín Fierro"

Ricardo Luque / Escenario

Pocos cineastas comprenden la intensidad que cobran el drama y la comedia en la vida cotidiana mejor que Woody Allen. Sus películas, desde la lejana "Bananas" hasta cualquiera de los tantos títulos con los que pobló las carteleras de cine en los últimos años y que son tan difíciles de recordar, hacen equilibrio sobre esa delgada línea que separa la risa del llanto y que, para un director sin el talento del neoyorquino, sería poco menos que una trampa mortal. "Melinda y Melinda" transita ese camino y, aunque es un desafío de alto riesgo, llega a la meta sin siquiera asomarse al abismo. La historia es simple. Una mujer, dos destinos. Uno, trágico; el otro, feliz. Igualito que lo que pasará la gran noche de los Martín Fierro del interior que, aunque usted no lo crea, son como los de Buenos Aires, pero en vez de en el Hilton de Puerto Madero se hacen en los salones del Patio de la Madera. Será, así y todo, una fiesta cinco estrellas. Quién lo duda. Pero la sana alegría de los invitados a la ceremonia no alcanzará (nunca lo hace) para ocultar la tristeza de los ternados que tienen que volver a casa con las manos vacías. Por fortuna los ganadores harán que sus oscuros destinos se olviden rápido y lo harán con el repertorio clásico del triunfo: risas de comercial de pasta dental, abrazos y besos pero sin que se corra el rouge y, claro que sí, interminables discursos de agradecimiento para, por un lado, robar cámara y, por el otro, quedar bien con todas esas personas a las que les interesa el país y que hacen posible que estén en el aire. ¿Ya los tendrán escritos? Seguro que sí. Al menos los previsores, como Luis Novaresio, que debe tener listos dos, uno para "Diez puntos" y el otro para "De 12 a 14", porque, aunque el conductor es Julio Orselli, él

no se va a perder la oportunidad de decir lo suyo. ¿Alguien se acordará de Charlie Bermejo, quien, en la temporada 2004, era uno más en el "clásico del mediodía"? Una gran incógnita. Una más de las que habrá que esperar hasta la gran noche para que queden develadas, y la que causa más intriga es quiénes se quedarán sin Fierro. Porque, salvo mediación divina, entre los rosarinos habrá ganadores y perdedores. ¿No?