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 domingo, 24 de julio de 2005  
MERCADOS
Apuntes para una convertibilidad imperfecta
La política de Kirchner tiene muchas semejanzas con la de los años 90, aunque con más riesgos asociados

Salvador Di Stéfano

El gobierno nacional lleva adelante una política económica similar a la convertibilidad: fijó el tipo de cambio en 2,90 y compra contra emisión monetaria todos los dólares que ingresan al país. Sin embargo, este gobierno, al partir de un alto endeudamiento para salir indemne de la coyuntura económica, necesita un mayor superávit fiscal, bajar impuestos distorsivos y, como mínimo, cancelar deuda. De no mediar ninguna de estas medidas, lo más probable es que terminemos en un lugar similar al del año 2001 cuando el contexto internacional que hoy nos sonríe nos de vuelta la cara de un plumazo.

Kirchner es plan soja y default o una imperfecta convertibilidad igual que la que tuvimos en la década del 90. Las fallas de esta convertibilidad respecto a la observada en la década del 90 son muchas. Sirva de ejemplo: no se puede tener una convertibilidad sin permitir la libre liquidación de divisas en el mercado. Esto impone al Banco Central República Argentina una intervención diaria entre la oferta y la demanda. Se debería ir a un mercado libre de cambios.

Por otro lado, la convertibilidad tiene como requisito principal un fuerte superávit fiscal, ya que si la moneda que se utiliza como referencia se revalúa hay que rápidamente mejorar la competitividad de nuestra economía reduciendo impuestos. En caso contrario, se puede hacer una política más expansiva mientras sean gastos flexibles a la baja. En la actualidad el superávit fiscal es escaso.

En una economía con convertibilidad se debe permitir el ahorro y la financiación en la moneda de referencia. En Argentina esto no ocurre y, por ende, no hay incentivos para acopiar dólares porque la tasa que pagan las entidades financieras es muy baja y esto reduce la demanda de divisas, impactando en la sobreoferta de dólares. La solución es que debería permitirse la financiación en dólares.

La premisa fundamental de convertibilidad de la década del 90 es que el conjunto de dólares respaldaba el 100% de la base monetaria. En esta oportunidad se compran dólares contra la emisión de pesos y luego se utilizan esos dólares para cancelar deuda con los organismos financieros internacionales, bajando el respaldo de la base monetaria. Para salvar este problema, el Banco Central República Argentina (BCRA) se endeuda en pesos y deja el respaldo de la base en torno del 100% nuevamente. El problema es que el BCRA se endeuda peligrosamente y en la actualidad su deuda asciende a los 11.000 millones de dólares.

La convertibilidad no es funcional al mayor endeudamiento. Esto a futuro la terminará afectando ya que, a más deuda, crece el monto a pagar en concepto de intereses, esto genera un desequilibrio fiscal y termina afectando el normal funcionamiento de la economía. El gobierno, si desea llevar adelante una política monetaria de convertibilidad, debería pensar en cancelar deuda y no tomar nueva.

La ley de convertibilidad prohibía la indexación porque su mantenimiento de la convertibilidad no generaba presiones inflacionarias ya que se emitía con respaldo. En la actualidad, al recurrirse muchas veces a la emisión sin respaldo, la inflación emerge en el escenario y le quita competitividad a la economía argentina. La solución es que no hay que utilizar reservas para pagarle a los organismos financieros internacionales y se debe renovar la deuda de capital y cancelar con dinero genuino los intereses.


El juego de las diferencias
Como se nota, hay diferencias sustanciales entre la convertibilidad de la década del 90 y la actual. Sin embargo, hay rasgos comunes: la convertibilidad de la década del 90 no funcionó porque la presión tributaria era muy elevada y entre los años 1995 y 2001 se llevaron adelante cinco reformas tributarias que afectaron fuertemente la competitividad de la economía Argentina.

En la actualidad, la presión tributaria es elevadísima y no hay miras que se eliminen retenciones e impuesto al cheque.

En el año 2001 se salió de la convertibilidad por el alto endeudamiento en el que habíamos incurrido. En la actualidad, con la reestructuración de la deuda incluida ,el stock de deuda es similar al Producto Bruto Interno. Si seguimos tomando nueva deuda con Boden 2014, 2012, etcétera, terminaremos igual que en el año 2001.

En la década del 90 tuvimos déficits fiscales crónicos y esto llevó a un hiperendeudamiento. En la década actual partimos de estar hiperendeudados y, por ende, no alcanza con un pobre superávit fiscal como el que tenemos. Necesitamos más superávit fiscal para poder bajar impuestos a futuro y mejorar la competitividad de nuestra economía.

Tanto la convertibilidad de la década del 90 como la actual funciona gracias a un contexto internacional favorable, con mucho de suerte. De cambiar los vientos, habría que ver como ajusta el plan.

Por las cosas en común que tienen esta convertibilidad y la que vimos en la década del 90 podemos terminar en un escenario igual que en el año 2001. Por ahora estamos en la etapa de expansión en donde el jolgorio de los bonos y acciones están en su máximo esplendor. Para graficar, estaríamos como en el año 1998. Por eso tenemos precios récord de bonos, próximamente veremos la misma película en las acciones y después la reelección del presidente.
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