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 miércoles, 15 de junio de 2005  
Una alarma de Marisa en los Tribunales
Cuatro meses antes de que la mataran, la vidente denunció a su yerno por violencia familiar y según un allegado pidió excluirlo de su hogar. Sobre él pesa una sospecha, a punto que el juez no lo consideró un simple testigo

Cuatro meses antes de ser asesinada de 15 puñaladas en su mansión de Pellegrini al 300, la vidente Marisa González había presentado una denuncia por violencia familiar contra su yerno en un juzgado de familia de los Tribunales rosarinos. La demanda fue realizada durante la feria judicial de enero y en estos días fue solicitada por el juez que investiga el crimen, Alfredo Ivaldi Artacho, quien lo incorporó al expediente por el homicidio de la adivinadora. En esa causa, la hipótesis más firme de los investigadores es que el homicida proviene del entorno cercano de la víctima, ya que en la lujosa casona no se violentaron cerraduras y el alevoso ataque no perseguía fines de robo.

Marisa Dominique González, como se hacía llamar la vidente de 53 años acuchillada mientras dormía el pasado sábado 28 de mayo, había comentado en su entorno que tenía algunos problemas de relación con su yerno. Allegados a la mujer aseguraban que el vínculo con la pareja de su hija adoptiva de 17 años no era buena. Además, sostenían que a fines de octubre "la hija y el novio le empezaron a copar la casa de Pellegrini" que Marisa había comprado hacía unos diez años pero que hasta entonces nuca había tenido como domicilio fijo.


Una relación conflictiva
De esa relación difícil, que hasta ahora no era más que un comentario entre los que conocieron a la adivina o requirieron de sus servicios, quedó un registro oficial: una presentación realizada en la feria judicial de enero. La causa está documentada con el nombre verdadero de Marisa, que fue el primer travesti rosarino en someterse a una operación para cambiar de sexo. No obstante en términos legales seguía llamándose Juan Antonio González.

Bajo ese nombre presentó una denuncia contra su yerno Rubén Darío Locatelli por violencia familiar. Rubén Darío es su verdadero nombre, pero le dicen Martín. "Estaba muy golpeada en la cara y tenía marcas en el cuello", dijo un conocido de la víctima, quien aseguró que entonces Marisa pidió la exclusión de hogar de su yerno. La joven pareja vivió con ella hasta marzo. Luego de la feria, el expediente por ese maltrato fue sorteado y el 3 de febrero quedó a cargo de los jueces del Tribunal Colegiado de Familia Nº 4 -Manuel Rosas, Ana Carreras y Lidia Bustamante-, con intervención del fiscal Nº 5, Norberto Picca.

Días atrás el juez de Instrucción que investiga el crimen solicitó copias de esa presentación. Así el expediente 92/05 por violencia familiar fue enviado al despacho de Ivaldi Artacho. En ese sumario, según fuentes judiciales, sólo constaba la presentación realizada por Marisa pero luego no se habían registrado avances.

María José, la joven de 17 años a la que Marisa crió como su madre, y su pareja Martín declararon la semana pasada ante el juez que investiga el asesinato. No lo hicieron como simples testigos: el magistrado les tomó una declaración informativa, una figura que si bien no alcanza para definir una imputación penal implica cierto grado de sospecha. Por esto, no conlleva la obligación de decir verdad.

"Alguien de la familia no pudo hacer esto", le dijo María José a un periodista de La Capital cuando terminó de declarar. La joven, que dos días antes del crimen dio a luz un bebé, reconstruyó en esa charla los últimos contactos con Marisa. Sostuvo que el sábado, alrededor de las 13, Martín y ella llegaron hasta la casona de Pellegrini a buscar unas toallas. Contó que los atendió Esther, el ama de llaves, quien les dijo que Marisa dormía en un sofá de la biblioteca, en la planta baja. El joven fue al escritorio en busca de papel y lápiz para dejar una nota y comenzó a gritar al ver el cuerpo de Marisa atravesado por 15 puñaladas, en un crimen que según la policía fue cometido con "sigilo y saña".
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Marisa sentía que su vida era invadida por su yerno, quien la habría golpeado.

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