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 miércoles, 15 de junio de 2005  
Un padre severo y mucho silencio

Desde Misiones, la familia de Juniors llegó a Patagones hace casi dos décadas. En la ciudad, de poco más de 25 mil habitantes, se radicaron en el barrio La 99, frente al cementerio en el que ahora descansan los restos de dos víctimas de la masacre.

El adolescente compartía la habitación de la modesta casa con su único hermano, de 11 años. Asistió al jardín de infantes 905 de Villa Lynch y luego hizo la EGB en la escuela Nº 14, a media cuadra de su casa. El año pasado había comenzado el Polimodal en la escuela Nº 2 Islas Malvinas.

De su padre, suboficial que trabajaba en el museo de la Subprefectura de Carmen de Patagones, heredó el fanatismo por Boca Juniors y la pasión por jugar al fútbol. Fue arquero de Deportivo Patagones y Jorge Newbery. Pero, también dicen que era un buen marcador de punta izquierdo.

Los vecinos dicen que el padre trasladó a su hogar la estricta formación recibida. A pesar de que era "muy buen alumno", como contaron sus compañeros, en varias oportunidades el oficial no lo dejaba salir de su casa por haber sacado alguna mala nota.

Por no andar bien con las chicas había intentado suicidarse en 2002. Según el relato de dos menores que lo acompañaban, "se puso loco" y pensó en arrojarse al mar.

"Lo más sensato que podemos hacer los hombres es suicidarnos"; "Si alguien encontró el sentido de la vida, por favor escríbalo aquí", escribió en su pupitre.

La rigidez de su padre hizo que el pibe se quedara sin viajar con su equipo de fútbol a jugar partidos fuera de Patagones o de salir a bailar a Viedma.

Una adolescente que fue su compañera en el jardín de infantes y luego en la EGB, recordó que "no hablaba con nadie, estaba todo el tiempo callado".

También,una vecina, que cuidaba a su hermanito cuando sus padres trabajaban, recordó que Juniors tenía serios problemas de comunicación con parte de su familia.

Esos problemas se agravaron en el Polimodal. A principios de 2004, el gabinete psicopedagógico trabajó con el chico y su familia, pero el tratamiento fue interrumpido abruptamente por la familia, y el chico siguió asistiendo a clase sin modificar sus hábitos.
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