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domingo,
12 de
junio de
2005 |
El cazador oculto: "El venturoso
porvenir de las chicas K"
Ricardo Luque / Escenario
Una curiosa emoción embarga los corazones cuando se escucha cantar el "Feliz cumpleaños". La infancia, ese territorio idílico donde todo es posible, aparece ante los ojos como por arte de magia. Durante ese brevísimo instante que transcurre desde que se cierran los ojos hasta que se apagan las velitas, se emprende un vertiginoso viaje al país de Nunca Jamás. Con boleto de ida y vuelta. Mal que le pese al bueno Peter Pan. Aunque, hay que decirlo, hay quienes por más que pasan los años se resisten a crecer. O mejor, a confesar su edad. Vaya uno a saber por qué insondables misterios del alma nunca jamás contestan cuántos años cumplen. Ni siquiera a sus amigos íntimos, esos que gozan del privilegio de ser invitados a la fiestita y que, pese a sus denodados esfuerzos, se vuelven a casa sin tener la más mínima idea de cuántos años realmente tiene el homenajeado. Y eso fue lo que le sucedió al puñado de señoras muy aseñoradas que asistieron al almuerzo que Oscar Fernández Fini ofreció a media semana en los salones del Mercurio para celebrar su cumpleaños. Ahí estuvieron Sara de Nazer, tan elegante y diáfana que puso verdes de envidia a los popes de la haute couture parisina, haciendo memoria y contando con los dedos de las manos con la secreta esperanza de poder develar el misterio. A su lado, Noemí Rossetti, que lucía en el pecho un prendedor tan brillante que habría encandilado al mismísimo José Feliciano, estaba empeñada en demostrar que todavía puede con los cálculos orales. Un esfuerzo inútil. Si ni siquiera Olga Macerola, que lo conoce desde que de chiquitito correteaba con los bucles al viento por la plaza Alberdi, es capaz de acertar el maldito número. "Es más difícil que ganar a la quiniela", deslizó sonriente Daniela Cambi, que se dejó caer por el lugar con jeans, camisa estampada con mangas oxford y chalina al cuello, un look auténticamente vintage. "Para saber la edad hay que hacerle la prueba del Carbono 14", susurró pícara Anita D'Angelo que, desde que se convirtió en una Chica K, anda por la vida alegre y ligera. "¿Qué le pasa?", preguntó con mirada severa Natalia Garay, que fiel a su estilo estaba apretada dentro de una insinuante blusa negra. ¿No saben? Tiene buenas noticias.
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