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 domingo, 12 de junio de 2005  
El mundo: "Europa ya no hace soñar"

Daniel Busto

Europa ya no hace soñar. El miedo al cambio inmoviliza a la vieja Europa, una sociedad estatista, inclinada a la protección del Estado en un mundo globalizado donde se crean y destruyen empresas a velocidad de vértigo, mientras gigantes económicos como China, India o Brasil copan mercados.

El "non" francés y el "nee" holandés no son más que la evidencia de la brecha inmensa entre el poder político y la ciudadanía. Es más, fue el voto castigo al descontrol (flexibilización de Maastricht 1991) más que al tratado constitucional. Contribuyó también un tipo de cambio inconveniente en el cual entraron algunos países claves para la moneda única.

La realidad demostró también que en lo político se ha actuó en forma irresponsable y se endosó a la Unión todo lo que no funcionó. El continente refleja problemas pendientes, pero también padece una crisis de liderazgo en la Europa de los 25, porque se ha convertido en un modelo de fracaso.

En apenas 10 años Alemania pasó de la cabeza a la cola de los 15 en renta per cápita. Francia, con 2,5 millones de parados (10% de la población activa) fue caldo de cultivo para el no. Los agricultores y los obreros optaron en un 70% y 80% por el "non", unos por miedo a perder subvenciones y otros trabajo o a percibir un salario menor. A Holanda la asustó la pérdida de identidad y soberanía (hasta circuló un mapa con Holanda hundida en el mapa europeo) y la amenaza de nuevas contribuciones financieras: es el país que más paga per cápita a la UE. Tampoco se asimiló el acelerado ritmo de integración de los 10 nuevos países.

Si bien es cierto que la Constitución adolece de definiciones. Una Constitución europea debería ser para limitar los poderes y la discrecionalidad de quienes gobiernan, no para otorgar mayor fuerza y mayores recursos financieros a la Comisión y al Parlamento europeo. La actual se trata de un texto largo y confuso, incompresible para la mayoría de los ciudadanos y con una notable indefinición en cuestiones fundamentales como ser el reparto y competencias, entre la Unión y los Estados miembros, o la posibilidad de crear futuros impuestos.

Ahora se ha abierto un contexto de incertidumbre con bajo crecimiento económico y paro elevado. Tampoco es la panacea para el dólar. Los déficit gemelos (público y comercial) de Estados Unidos siguen allí. Hay cada vez más indicios de que Asia se desvincula de las instituciones de Washington y busca sus propios sistemas de blindaje financiero. Desde Beijing se oyen comentarios sobre el aplanamiento del rendimiento a largo plazo, sombra de ralentización mundial.

De momento, la consecuencia directa de de los "No" europeos es ver la pelicula al revés: los bancos centrales decidieron mantener los tipos en los mínimos en dos años en el 2%. El Bundesbank salió obligado a defender el euro y la solidez de la Unión Monetaria Europea. Al unísono, la Comisión Europea y Banco Central Europeo, garante de la estabilidad, reducían sus previsiones de crecimiento para la zona.

El motivo económico principal por el que el euro se ha depreciado el 9% en lo va del 2005 con respecto al dólar, después de tres ejercicios revalorizándose, es que la moneda es un bien fiducidario que depende del crédito y el crecimiento. Y eso es lo que ha perdido la vieja Europa de momento.

Pero como dice el viejo dicho: "Quien tropieza y no cae, avanza". Tony Blair, fortalecido, dirigirá a partir del 1º de julio los destinos de la UE en los próximos seis meses e intentará llevar a buen puerto su programa.
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