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domingo,
05 de
junio de
2005 |
[Historias de la Chicago argentina
La casa de Madame Safo
El burdel más conocido de Pichincha encierra todavía incógnitas por develar
Osvaldo Aguirre / La Capital
De los márgenes al centro de la historia de Rosario. Ese parece ser el recorrido del Madame Safo, ayer el burdel más célebre de la época legendaria del barrio Pichincha y hoy sitio de culto de la memoria popular. El edificio, declarado patrimonio histórico de la ciudad, se preserva con sus características originales y sigue siendo un lugar para el encuentro amoroso, convertido desde su cierre en hotel alojamiento.
Situado en Pichincha (hoy Riccheri) 68 bis, el Madame Safo estaba en el centro de la antigua zona roja de la ciudad. Actualmente se llama Hotel Ideal, y apenas se trasponen sus puertas el pasado vuelve a hacerse presente. "El edificio está exactamente igual -dice Edgardo de la Horra, uno de los dueños-. Se terminó de construir en 1916. Es importante destacar que el proyecto original fue hacer un prostíbulo, no se trató de una casa adaptada a otros fines. Y además fue una réplica exacta de algunos burdeles franceses, algo único en Sudamérica".
Las características del burdel "eran la belleza de las chicas, en general francesas, y la suntuosidad del lugar: las habitaciones estaban decoradas con un sentido estético, con vitrales y cuadros, muchos de ellos traídos desde Francia".
Según testimonios que se repiten, el Madame Safo tenía una puerta de cedro labrado provista de una mirilla, por la cual la encargada observaba a los que llegaban y ejercía un severo derecho de admisión. En "El Rosario de Satanás", Héctor Nicolás Zinni identificó a los hermanos Pedro y Enrique Malatesta como los dueños originales.
La actual oficina de administración del hotel era la del prostíbulo. El salón donde los clientes elegían a las mujeres -giraban en una calesita, cubiertas con vestidos de tul- se halla en proceso de restauración. Entre ambas habitaciones se encuentra la recepción, con vitrales originales. De allí se pasa a un patio cubierto, que corre entre dos hileras de cuartos enfrentados, donde se prestaban los servicios del caso y que hoy, reciclados con respeto por el pasado, se alquilan para parejas.
"En 1952 -cuenta Edgardo de la Horra- un francés que explotaba el hotel, Jacques Plantier, agregó habitaciones en el fondo. Después vino una triple sociedad con gente de Rosario y Buenos Aires y en 1975 se creó el Hotel Ideal que funciona hasta el día de hoy, con parte de los herederos de los antiguos dueños y parte de nuevos socios". Las últimas reformas se introdujeron hace siete años, manteniendo la construcción histórica.
Memoria y leyenda
El prostíbulo de Pichincha tomó su nombre de Safo de Lesbos, la poeta del amor lésbico, y lo afrancesó (se pronuncia Safó). En la memoria popular, Madame Safo aparece también como el nombre de la encargada -o de una de las encargadas- del burdel.
La existencia de madame está rodeada por la leyenda, ya que los testimonios proceden en su mayoría de la imaginación popular y de la ficción. Un personaje de esas características parece haber sido una especie de truco publicitario, un argumento para atraer a la clientela. De hecho, la exótica Madame Georgette del Petit Trianon (nombre que evocaba el lugar de retiro de María Antonieta, esposa de Luis XVI) encubría a una tal María Peña López.
Según relata Rafael Ielpi, el escritor Roger Pla la introdujo como personaje en su novela "Los atributos". Allí madame aparece como una mujer distinguida (¿tendría algún encanto literario si no lo fuera?), que usa una "larga boquilla de espuma de mar y virolas de oro" y se presenta en su idioma natal: "Enchantée. Moi, je suis Madame Safo".
Roger Pla planteó el enigma de la identidad de madame Safo. "Así se había hecho llamar la fundadora de la casa, y a partir de entonces cada nueva madama adoptaba ese nombre", conjeturó.
Una respuesta a ese misterio se encuentra en documentos hallados recientemente por la historiadora María Luisa Múgica, según los cuales al menos dos mujeres distintas fueron regentas en el Safo.
En abril de 1923, Alice Ribera firmó una nota dirigida a la municipalidad, como encargada del Safo y con otras regentes de burdeles, para conseguir una ampliación del cupo de mujeres permitidas en las casas de tolerancia. "Pedían autorización para tener en sus casas tantas mujeres como habitaciones hubiere en las casas, o bien fijar un número no inferior a treinta", dice Múgica (ver aparte).
Más tarde, el 13 de mayo de 1929 la regente del Safo es Marcella Barriere y presenta otra nota, también con colegas, quejándose porque la municipalidad pretendía aumentar sus impuestos.
Barriere siguió en su puesto, ya que el 25 de octubre de 1932 firmó una nueva nota donde las administradoras de prostíbulos pedían una prórroga de un año para implementar la ordenanza del 29 de abril de ese año, que establecía el cierre de los burdeles. La Comisión de Higiene del Concejo Deliberante rechazó la petición, por lo que Barriere insistió en septiembre de 1932, otra vez sin suerte.
LIBRO DE VISITAS
El "lujo insolente y truhanesco" del prostíbulo, escribió Raúl N. Gardelli en su libro "Conmovida memoria", convocaba a clientes y curiosos de distintos puntos del país. "Supo haber quienes viajaban a Rosario expresamente -precisó-. No venían a Rosario, venían al Madame Safo".
Entre ellos se mencionó al escritor español Vicente Blasco Ibáñez, quien llegó a Rosario en la travesía que hizo por el país y que luego volcó en el libro "Argentina y sus grandezas". Una comisión de vecinos notables, encabezada por el doctor Toribio Sánchez, lo esperaba en la estación Rosario Norte. Blasco Ibáñez, cuenta Gardelli, tuvo una reacción imprevista: "En el andén, silenciando con energía el amenazante discurso de bienvenida, exclamó: «¡Al Madame Safo, ahora mismo!»".
El origen de esta anécdota, dice Fernando Toloza en una investigación sobre el paso de Blasco Ibáñez por Rosario publicada en la revista Lucera, pudo deberse a una revancha contra el español, ya que los comentarios que hizo sobre la ciudad provocaron irritación entre los intelectuales locales. Y de hecho el Madame Safo no existía en ese momento, ya que el escritor llegó a la ciudad en 1909 y el prostíbulo, como señalan sus actuales propietarios, terminó de construirse siete años después.
Otro enigma se plantea en torno a la probable visita del periodista francés Albert Londres. En su libro "El camino de Buenos Aires" (1927), documento notable sobre la trata de blancas en la Argentina, contó un viaje a Rosario. Acompañaba a un rufián, Robert Le Bleu, quien iba a arreglar cuentas con una mujer a la que hacía trabajar en un prostíbulo.
"Abrimos la puerta (del burdel). Cuán dulce es, estando lejos de casa, encontrar una pequeña patria. Ahí dentro todo el mundo hablaba francés. La patrona era de Montmartre", escribe Londres. Entre las meretrices había seis parisinas, tres bretonas, dos de Niza, una alsaciana y otra de Compiégne: "ganan, cada una, de mil quinientos a dos mil francos por día".
Si bien no lo identifica, la descripción del lugar se ajusta a las características del Madame Safo, cuya particularidad entre los burdeles rosarinos consistió precisamente en ofrecer francesas, las mujeres más caras, y las más codiciadas.
Los rufianes franceses internaban a sus mujeres -de ahí que se las llamara pupilas- en burdeles de distintos puntos del país y solían arreglar las ganancias con los dueños de los establecimientos.La mujer no veía un solo centavo. "Asegurada su alimentación, su cama, el planchado, ella abandona su ganancia a su hombre", dijo Londres. Historias infames que asoman en el revés de la nostalgia.
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Fotos
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Parte de la construcción original. Ahora funciona un hotel.
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