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domingo,
05 de
junio de
2005 |
[Primera persona] Juan Forn
"Quiero hacerme valer
por lo que escribo"
El ex editor de Planeta vive ahora retirado en Villa Gesell. En "La tierra elegida", su último libro, reúne relatos periodísticos presentados como cuentos
En "La tierra elegida" el escritor Juan Forn reúne una serie de relatos periodísticos ya publicados, que al ser reelaborados y "amalgamados en el texto" adquieren a juicio del autor el estatuto del cuento, en su propósito de explorar los límites de la narrativa.
Publicado por Emecé, el libro trabaja desde la narrativa una serie de relatos aparecidos en el suplemento Radar del diario Página/12, sobre distintos personajes: algunos célebres como Leonardo Da Vinci, Kafka o Gabriel García Márquez, otros controvertidos como el arquitecto alemán Albert Speer, o figuras locales como un constructor de iglesias, Augusto Ferrari, padre de León el artista plástico.
Forn trabajó como editor en el sello Planeta, dirigió el suplemento Radar y ha escrito tres novelas ("Corazones", 1987; "Frivolidad", 1995 y "Puras mentiras", 2001) y un libro de relatos ("Nadar de noche", 1991).
-¿Por qué elegiste estas crónicas periodísticas y no otras de las publicadas en estos últimos años?
-Para mí son cuentos. Estoy tratando de explorar cuáles son las fronteras de la narrativa porque lo interesante de esta clase de historias, es que la lógica interna de sus personajes viene puesta. Cuando creo un cuento con Da Vinci ya está, puedo crear a un Leonardo cocinero, pero todos saben quién fue. Establezco un nivel de complicidad con el lector más intenso que con unos personajes inventados por mí, donde la complicidad es más pasiva.
-Desde esa perspectiva ¿cómo reordenaste el material?
-Es un libro que traza un movimiento en espiral y que a medida que llegás al final descubrís que se va convirtiendo en autobiográfico. No me gustan los ensayos donde prevalece el yo, aunque éste sea asquerosamente autobiográfico. Me encanta que hayan salido de Radar, pero cuando las elegí y amalgamé, ya fueron "La tierra elegida".
-La elección de los personajes, ¿cómo surgió?
-Hay bastantes personajes autodestructivos. Me gustó meterme en territorios oscuros, como el del arquitecto de Hitler (Albert Speer) o el del propio Francisco Salomone, que también era un arquitecto de ideología fascista, pero argentino. Quise abrir y cerrar con historias que tuvieran que ver con japoneses, ya que ese será el eje de mi próxima novela.
-¿Hay algo en común en todos los relatos más allá de los protagonistas?
-Mi ars poetica se centra en buscar la historia oculta entre los pliegues. He tratado, salvando las distancias, como Borges en la "Historia universal de la infamia", hacer una historia del honor o de lo que entiendo por la dignidad secreta. Me gusta apresar historias que saquen a la luz lo que estaba oculto, pero al mismo tiempo conservar una cuota de misterio. No bajo líneas, lo pongo todo sobre la mesa. Me fascina el relato.
-¿Cómo creés que aparece el tema del honor en los argentinos?
-Somos todos individualistas. No sé si tenemos honor como país, como colectivo. Lo hay de manera individual. Soy un convencido de que la Historia, así con mayúscula, se construye con historias más pequeñas, llenas de heroísmo y grandeza cotidianas. Quise rescatar esto.
-¿Ese rescate implica una manera de dejar atrás el periodismo?
-Inventé Radar en Página/12 para publicar las notas que me gustaba escribir, pero mientras lo dirigí nunca pude hacerlo. Finalmente después de una pancreatitis, ya instalado en Villa Gesell, por primera vez pude leer todo lo que deseaba, escribir lo que quería y con la extensión imaginada. Íntimamente siempre sentí que estas crónicas no eran periodísticas.
-¿Cómo definirías la literatura?
-Para mí es una religión politeísta. No podés decir qué te gusta más. Cada autor te gusta en simultáneo con otro. Así como los griegos tenían a sus dioses, pero sin tener a un Zeus que arme bardo. Me gustan desde Borges hasta Cortázar, sin olvidar a Arlt, Marechal. Puedo leer a todos, no me da asquito ninguno.
-¿Es definitivo vivir en Villa Gesell?
-Nunca digas nunca. Me gusta la vida del pueblo chico. Estar cerca del mar y vivir en la Argentina. Cuando en el 2001 todo el mundo se iba del país, elegí irme para dentro. Los médicos me dijeron que tenía que parar y éste fue el camino para hacerlo. Quiero vivir en los márgenes del sistema y hacerme valer más por lo que escribo, que por ser uno de los pibes que tiene la manija cultural, porque dirige una editorial o un suplemento en un diario. Tuve ofertas para volver, pero por ahora no quiero. (Télam)
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