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 domingo, 05 de junio de 2005  
Entrevista. El periodista revela la oscura relación entre la curia y los militares
Verbitsky : "La Iglesia fue sustento de la dictadura"
Dijo que le dio el marco dogmático. La historia de un campo de concentración en una isla del Arzobispado

Jorge Kaplan / La Capital

El Silencio es el nombre de una isla en el Tigre donde detenidos-desaparecidos que estaban cautivos en la Esma fueron ocultados de una inspección de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Era propiedad del Arzobispado de Buenos Aires y su nombre es el título del último libro publicado por el periodista Horacio Verbitsky. La obra aborda este episodio y los estrechos lazos entre altos dignatarios de la Iglesia y la última dictadura, entre ellos el fallecido cardenal Antonio Caggiano y el actual arzobispo de Buenos Aires Jorge Bergoglio. "La Iglesia fue el sustento dogmático de la dictadura", sostuvo Verbitsky en diálogo con La Capital.

-¿Los sucesos en El Silencio hubieran sido tan importantes en su libro de no haberse llamado así la isla?

-Hubiera sido importante, pero el nombre le da un plus, es como una forma perfecta que se cierra y le da una dimensión simbólica muy fuerte. Lo primero que me atrajo fue saber que había una isla que se llamaba El Silencio donde habían escondido a los presos de la Esma para que no los encontrara la Comisión Interamericana. Después supe que era de la Iglesia.

-En la investigación se cuenta una serie de maniobras con la propiedad.

-la Iglesia hizo una serie de operaciones de compraventa para que se perdiera el rastro, como se hace hoy para lavar dinero. Pero la isla era propiedad del Arzobispado de Buenos Aires, estaba a nombre de su administrador, y era el lugar al cual todos los fines de semana iba a descansar el arzobispo de Buenos Aires Juan Carlos Aramburu.

-¿Cómo fueron las operaciones?

-En el expediente sucesorio del administrador del Arzobispado consta la propiedad de la isla, después fue vendida al secretario del cardenal Antonio Caggiano, que era monseñor Emilio Graselli, que al mismo tiempo era colaborador del grupo de tareas de la Esma. Graselli luego se la transfirió a ese grupo de tareas, que la compró con el documento de un detenido.

-Con eso se agrega ese otro perfil de la represión que era el robo de bienes y la usurpación de identidades.

-Claro. En la Esma se organizó un grupo, dentro del grupo de tareas, dedicado al saqueo de bienes de los detenidos-desaparecidos y para lo cual se usaba la identidad de los prisioneros para la compraventa de bienes de otros. El que usurpó la identidad de un detenido para comprar la isla fue el teniente de fragata Jorge Radicce, alias Juan Héctor Ríos, hoy detenido por algunos de los delitos que cometió entonces.

-¿Cuál era el rol de Graselli?

-Era parte del grupo de tareas. Como era sacerdote podía tener relación con los familiares de las víctimas que buscaban información. Era un agente de inteligencia útil porque los familiares hablaban en confianza con él hasta que se daban cuenta de que les quería extraer información. Incluso algunos se dieron cuenta de que tenía un arma debajo de la sotana. A través del nuncio Pío Laghi, tenía contacto con algunas embajadas en las cuales hacía trámites para conseguir pasaportes y sacar del país a algunos detenidos.

-¿Qué hace Graselli hoy?

-Está retirado, tiene 73 o 74 años y vive en un hogar de la Iglesia.

-La participación de Graselli y otros hombres de la Iglesia revela una colaboración institucional con la dictadura.

-La Iglesia fue el sustento dogmático. Parte de la dificultad de este libro fue entender cómo pudo haber un campo de concentración en una propiedad eclesiástica. Nunca supe, leí, oí que un campo de concentración hubiese funcionado en una propiedad de la Iglesia en algún lugar del mundo.

-¿Hubiera sido distinta la historia si la Iglesia hubiera tenido otra actitud?

-Creo que hubiera sido distinto, y hay algunos ejemplos en países vecinos. El Episcopado brasileño tuvo una actitud muy distinta: se comprometió con las comunidades de base con la teología de la liberación y enfrentó a la dictadura. Lo mismo pasó en Chile, donde el Episcopado creó la Vicaría de la Solidaridad. Todas las investigaciones sobre desaparecidos, que en Argentina la hicieron organismos laicos, en Chile fueron hechas por un organismo eclesiástico. De hecho, en Chile hubo muchas menos víctimas que en Argentina, y ni hablar de Brasil.

-Llama la atención la frase "la Iglesia estaba de los dos lados de la picana" .

-Igual que el peronismo, la Iglesia estaba de los dos lados de la picana. Cuento un episodio en el cual un marino está torturando a una montonera y él tiene una medalla de la Virgen en el cuello mientras le aplica la picana y ella grita rezando avemarías (el caso de Graciela Daleo). Esa frase es en realidad de Osvaldo Soriano, que dijo que "el peronismo está de los dos lados de la picana", como la Iglesia.

-Menciona la idea Emilio Mignone según quien la Iglesia usó a los militares para limpiar su frente interno.

-Mignone dice que los militares no hubieran actuado contra laicos, sacerdotes, e incluso contra obispos, sin el consentimiento del Episcopado. Lo que hicieron los militares fue limpiarle el patio trasero a la Iglesia. Mignone menciona al actual cardenal Bergoglio, y dice que entregó a los sacerdotes que estaban en la comunidad de base del Bajo Flores. Los sacerdotes decían que Bergoglio los había entregado y éste que los había defendido. Una investigación encontré en los archivos de la Cancillería tres documentos que demuestran que Bergoglio los entregó.

-¿Cuáles son estos documentos?

-Una carta firmada por Bergoglio donde pide un trámite de excepción para uno de estos sacerdotes que ya había logrado salir del país luego del secuestro. El segundo documento es un memorando del funcionario que lo recibió, que le aconseja al ministro no hacer lugar al trámite solicitado. Y el tercero es un memorando del mismo funcionario que explica que este sacerdote tenía vínculos con la subversión, había estado detenido en la Esma y tenía problemas con sus superiores. Termina diciendo que la fuente de esta información en el propio padre Bergoglio, quien recomienda no se acceda al trámite que él mismo había solicitado. Un típico doble juego.
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