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domingo,
05 de
junio de
2005 |
Seguimos
esperando justicia
A aquellos profesionales que denunciaron la existencia de una industria de juicios clínicos, en La Capital del 22 de mayo de 2005: somos parte demandante en un juicio de responsabilidad civil desde el 2 de julio de 1996 como consecuencia del óbito de mi padre acaecido el 12 de julio de 1994 en un Instituto de Nefrología de Buenos Aires. Por respeto a los jueces de la Cámara de Apelaciones y a su próxima labor no voy a nombrar a quienes he demandado oportunamente. Obtuvimos el beneficio de litigar sin gastos mediante una declaratoria de pobreza, donde fue un juez quien resolvió si éramos solventes o no para gozar de dicho beneficio. Tuvimos sentencia favorable el 11 de julio de 2003 contra una aseguradora, un médico y un sanatorio de Rosario; el otro médico y sanatorio demandado de Rosario quedaron sin condena. Dicha sentencia tenía efecto devolutivo, por lo tanto podíamos haberla hecha efectiva, y sin embargo no les hemos cobrado por adelantado a ninguno de los condenados, y esto surge desde el expediente. No sólo siempre se persigue un rédito económico. Los demandados condenados recurrieron al recurso extraordinario. Me parece que antes de meternos a todos dentro de una misma bolsa, primero se deberían escuchar otras campanas. Sí según ustedes a algunos abogados les cabe la calificación de "aves negras", ¿qué calificación le darían a un médico que mató o dejó morir a su paciente? Si los médicos demandados deben someterse a juicios que duran años, y pasan por un gran estrés, les pregunto si tienen idea del dolor, las lágrimas, el sufrimiento que pasamos y lo que es el sentimiento de habernos quedado huérfanas de padre por algo que no cometimos; que tuvimos primero: saber cómo se llamaba un estudio, segundo saber dónde se hacía, y tercero hacerlo en forma particular en dos oportunidades para saber qué tenía mi padre, porque los médicos no se lo hicieron. Con ciertos comentarios nos hacen sentir a algunos demandantes no como familiares con derechos, sino como aves de rapiña tratando de hacer peligrar el sistema de salud. No es que el médico puede curarlo todo, pero desde el momento en el que comienza la relación surge el derecho del paciente a recibir la atención debida y la obligación del profesional a prestársela. No le tememos a la justicia del hombre. Creemos en Dios, en su leyes y sentencias que son verdaderas y perfectas. Mi padre supo llevar la cruz del dolor y el sufrimiento con humildad, fue un ejemplo de persona y el mejor padre que pudimos tener. A casi 11 años de su partida física sus hijas y nieto seguimos esperando justicia.
DNI 16.861.213
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