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 domingo, 17 de abril de 2005  
[Primera persona] Alejandro Apo
"No sólo se trata de fútbol"
De la radio llegó al teatro. Asocia la literatura, la música y charlas con cracks casi olvidados, mientras combate "las ideas chicas de chequeras grandes"

Alfredo Montenegro / La Capital

"Los futboleros no hablamos sólo de la pelota y jugadas. También nos involucramos en la cultura popular. Nos hemos formado por el fútbol", dice Alejandro Apo, intentando explicar la masiva respuesta del público a su programa de radio y al espectáculo con el que recorre todo el país. "Tocamos los paraísos, los desafíos del barrio, el cafecito y las comidas con los amigos", afirma.

Tras definirse como "relator de partidos", Apo sostiene que "el fútbol no es sólo fútbol, también es un vehículo de ideas que provoca conductas. Hay un código, están los amigos, las grandes estrellas, está el hombre y la vida".

Desde las tardes de los sábados de Radio Continental, "Todo con afecto" crea un espacio semejante al de aquellas producciones de la "radio de antes", cuando se juntaban vecinos y familias para escuchar un programa. Entonces, "Alejo" se despacha con lecturas de relatos de Fontanarrosa, Soriano, Saccheri o Benedetti, gambeteando los tiempos impuestos a las producciones modernas.

"Me había ido de Continental en 1990 y cuando vuelvo en 1995 Víctor Hugo (Morales) me plantea que la radio no quiere transmitir más el fútbol de ascenso -cuenta-. Me dice que había un espacio los sábados en el verano y que se puede meter alguna idea. De ahí surgió "Todo con afecto". Le dije que iba a hacer un programa personal, de recuerdos, de cuando yo era pibe y admiraba a muchos futbolistas. Se mezcló la literatura y nunca pensamos en la repercusión y la gravitación que tendría la gente de todo el país en el programa".

Lejos de preocuparse por el tobillo de Mansito, la crisis que dejó un empate de Boquita y las estadísticas de corners cedidos por los defensores con el parietal derecho, la producción se armó con entrevistas informales a viejos cracks casi olvidados, cuentos, temas musicales que no caen por órdenes de las firmas discográficas y los espacios de oyentes que cuentan sus historias.

La gente lo llama por teléfono, envía mensajes, pide determinados cuentos o entrevistas a un wing de los de antes. Pero también alguna vez recibió una carta documento. "Me asusté y dije: se dieron cuenta, me llevan preso". La carta decía: "Lo demando porque me interrumpió la siesta de los sábados".

"Mucha gente me dice eso, y también que los hago llorar -agrega Apo-. Pero no soy yo, son los relatos, yo también lloro con los textos".

Quizás los comunicólogos estallarían al intentar comprender por qué un programa sobre el balompié tiene tanta audiencia femenina, Apo dice que el fútbol no excluye a las mujeres porque "cada vez hay más futboleras. Además, las mujeres se acercan mucho al programa y al espectáculo para entender la movida de sus parejas, de sus hijos, de sus compañeros, porque el fútbol es también un vehículo de ideas".

El paso al teatro se produjo en enero de 1999. "Un gran amigo y actor, Darío Grandinetti, me dijo que inauguraba en Mar del Plata la sala La Subasta, para bancar espectáculos alternativos. El es fanático del programa y me presenta al Turco Sanjurjo, músico marplatense. Víctor Hugo me dijo que era un espectáculo para hacerlo en todas las ciudades del país". Y así nació el éxito de "La pelota, un cuento y un abrazo", con el que realizó dos funciones en el teatro La Comedia el pasado 18 de marzo. Con el maestro Marcelo Turco Sanjurjo -en voz,teclado y guitarra-, Apo se despachó con relatos sobre Central y Ñuls, Garrincha, historias de Perfumo, joyas de Gardel, Goyeneche y la balada "Venga a ver", un himno a Diego Maradona.


CUESTIONES DE NIVEL
"Los intelectuales nos discriminaron, pero los futboleros estamos involucrados con la cultura popular", dice Apo. Pero cuando se le pregunta si en esa manipulación del fútbol no tienen algo que ver muchos periodistas deportivos y medios de comunicación que sólo apuntan al negocio, admite que "el nivel del periodismo deportivo es muy bajo: pocos -entre ellos Víctor Hugo Morales- plantean algo por fuera de la historia oficial del fútbol".

"En la tele todo es show, no me gusta. Desde el presidente de la AFA todo es igual para abajo", señala. "El fútbol siempre fue usado para ver cómo se podían tapar otras realidades; la maldita costumbre de mezclar la patria y la pelota". Pero también reconoce que "algo se mejoró en la cuestión de la seguridad con Castrilli".

Sobre la falta de potreros y el auge de escuelitas y gimnasios, que pueden transformar el jugar a la pelota en un deporte de elite, recuerda que el maestro Dante Panzeri decía que "el fútbol era hijo talentoso de la miseria. De todas formas, aún Argentina es una fábrica de jugadores". Al mencionarle a tipos como José Luis Garrafa Sánchez, Apo sentencia: "Es un jugador de culto, quedan pocos como él, es de colección".

También afirma que "se puede ser competitivo pero con belleza. No ser ultradefensivo o tan desequilibrado que sólo se sepa atacar. El equilibrio no significa ser mezquino. Mi idea es la de Bianchi". De Bielsa, dice que "es demasiado bueno e ingenuo para el fútbol de hoy, les dice a los rivales lo que va a hacer".

Sobre el orden de equipos sin grandes estrellas, pero que asoman y sorprenden, como Banfield y Quilmes, Apo dice que "Falcioni, Alfaro y Garisto son magos. La grandeza no es sólo de los grandes. Menotti inventó lo de la grandeza, pero eso es mentira cuando alguien como él tenía a Francescoli y Salas".


Del Eucalipto FUtbol Club
Apo nació el 16 de diciembre de 1954 en Villa Urquiza, "barrio plateado por la luna", puntualiza. Es papá de cinco hijos, vive ahora en Flores y dice que su programa está marcado por las costumbres y tiempos del barrio, "por eso, también, se escucha tanto en los pueblos".

Su metejón con la radio viene de su padre, Alfredo Apo, creador de "Polémica en el fútbol", allá por el año 1961, junto a Carlos Fontanarrosa. "Fantaseaban con llevar a un estudio de televisión las habituales y acaloradas discusiones entre fanáticos del fútbol y periodistas", recuerda.

La amistad con los libros también tiene que ver con su familia. "Mi papá -hincha de Banfield por admirar a un célebre arquero: el uruguayo Besuzzo- nos hacía elegir un cuento, después de cenar, lo leíamos y lo comentábamos entre todos. Ahí conocí a Cortázar, a Benedetti, a Borges, y era toda una fiesta. También nos interesaba el cine, quizá influidos por mi vieja, que es guionista". Afirma que "hay cosas que se aprenden en la calle y hay cosas que se aprenden en los libros; la mezcla de eso es lo ideal: una especie de Alejandro Dolina". Se define como "un hombre de radio" y le parece exagerado que le digan periodista: "Debuté el 4 de agosto del 74 en Radio del Pueblo, siguiendo la campaña de Vélez.

Alejandro Apo no deja de ser un grandulón que alguna vez en una entrevista reveló y aceptó que "al reparto de caras llegué un poquito tarde, once y media, doce; y al reparto de voces llegué tempranito". Tampoco deja de patear, porque "el juego es maravilloso, no se agota con la edad, se agranda. Daría años por volver a manejar la pelota, me la rebuscaba, era delantero". Ante la pregunta si fue al estilo Tanque Rojas, lo niega: "lo mío apuntaba al Mono Obberti". Con su vozarrón asegura también que fue "el goleador del equipo Eucalipto Fútbol Club".

Cuando parece que hasta el mismo planeta tiene esos movimientos de traslación y rotación porque algún ángel atorrante se la pasa haciendo jueguito con la Tierra, asoman tipos para transmitir y comentar -sin codificar o encubrir negocios- esa "pasión-locura que a los hombres cálidos los transforma en monstruos", como dice Apo. Y así afirma: "Creo que sí: somos una mezcla de animales y de tipos fenómenos".

Pero no todo es nostalgia y melancolía cuando entre los recuerdos algunos salen a desafiar al presente porque no se conforman con quedar entumecidos haciendo banco y empiezan a precalentar con trabajos como los de Apo. Cuando en eso de vivir "el hombre común" -como decía el maestro Osvaldo Ardizzone-, se las ve negras y busca salvar un partido fulero que huele a descenso, da vuelta la cabeza y llama a la cancha a esa memoria beligerante que se pone la vida al hombro, la pisa y se atreve a remontar gentíos sobre los cielos domingueros.
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Apo logra con su programa radial que la gente no duerma la siesta.


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