[Espacios] La hemeroteca

El cofre de la memoria escrita

Rastrear la ciudad en las crOnicas de revistas y diarios que se publicaban hace un siglo o mAs puede convertirse en un apasionante viaje

Paola Irurtia / La Capital

La historia del periodismo gráfico de Rosario tiene un resguardo en la Hemeroteca de la Biblioteca Argentina. Revistas de principios de siglo XX, como la pionera El Cronista o la irónica Monos y Monadas, editadas en los primeros años del 1900; las colecciones de los diarios La Tribuna y Democracia, nacidos sobre la mitad del siglo pasado, y de publicaciones nacionales e internacionales a partir de 1850 atiborran las estanterías y el mobiliario de la vieja casona de frente de mármol ubicada en Santa Fe al 1500. Ese cúmulo de historias que retratan la vida cotidiana de la ciudad, sus movimientos y las críticas que marcaron los vulnerables destinos de los hechos constituyen su principal patrimonio. "Es la memoria de la ciudad -dice su directora, Griselda Heinzen-. El patrimonio más importante para responder a la curiosidad y al interés de quienes consultan desde afuera".

En la hemeroteca "hay un importante caudal de material histórico documental -explica Heinzen- constituido por prensa nacional y local del siglo XIX, con diarios como Rosario, El Municipio o El Ferrocarril y revistas como Rosario Magazine o Caras y Caretas".

Las colecciones propias crecieron en los últimos años por donaciones privadas. Las revistas Humor, El periodista, Panorama, Primera Plana y Somos llegaron, encuadernadas y completas, a engrosar los más de 100 mil ejemplares del archivo. Ese material cubrió un bache de la biblioteca. "Es parte de la prensa popular, que en otros momentos no tuvo prioridad", advierte Heinzen. Durante esos años se priorizaban las publicaciones científicas, consideradas más serias.


CON CUIDADO
La necesidad de preservar el papel y la falta de lugar -dos aspectos ligados al presupuesto- mantienen fuera del acceso al público una parte de esa documentación. Por razones de espacio no se pueden consultar diarios antiguos, como la colección del diario Democracia de la década del 40 o la del diario La Razón. Y por conservación, todos los anteriores a 1950. "Restringimos el uso a los investigadores, ya que el papel está muy reseco y se rompen fácilmente las hojas", explica Heinzen.

La hemeroteca municipal, junto a la del Consejo de Mujeres y la del Museo Histórico Provincial, facilitó todo el material de que disponía sobre la prensa rosarina al Centro de Investigaciones Históricas del Centro Cultural Parque España, que alentó un convenio común para microfilmar la documentación. El material se digitaliza por etapas.

Fuera de ese material, que la hemeroteca tiene en discos compactos y al que se accede por computadora, la consulta de un diario antiguo a través de una pantalla sigue siendo una realidad lejana. "Todos vienen con esa inquietud -apunta la directora- pero por ahora, sólo se puede hacer en película".

Otra parte del patrimonio son las carpetas temáticas que incluyen artículos de colecciones de diarios que no han sido guardadas completas, nuevamente, por las limitaciones de espacio. Son notas publicadas en el diario El Litoral, Página 12 y El Cronista Comercial de los últimos veinte años.

La falta de recursos obliga a priorizar la encuadernación de las colecciones y postergan la incorporación de nuevas tecnologías. "El público es el más moderno -asegura Heinzen- Vienen con las cámaras digitales y se llevan las copias". La hemeroteca cuenta con una fotocopiadora común, mientras espera otra que permita la copia de los ejemplares encuadernados sin estropearlos.


Falta de espacio
La falta de espacio puso en riesgo, el año pasado, una parte de los diarios y revistas que está guardada en los Almacenes Generales, un predio municipal al que va a parar papelería de distintas secciones. Después de que la situación tomó estado público, se prometió que los documentos serán resguardados para incorporarse a un futuro edificio ya diseñado.

Es que la actual sede de la hemeroteca ocupa cinco habitaciones de cada ala de la casona ubicada en Santa Fe 1553, sus altillos y hasta la cocina. Las estanterías se expanden como un pulpo sobre cada espacio libre. El patio central, donde funciona la sala de lectura, ofrece un espacio apretado para veinticinco personas. Pero la capacidad de innovación del público convirtió la cocina en un anexo, con mesa y sillas al lado de la estantería repleta de documentos; y los días de sol, los lectores también ocupan el patio abierto, sobre un tablón y dos escritorios que los empleados arman y desarman al vaivén de la necesidad.

La innovación y el reciclado también son parte de la tarea de archivo de la hemeroteca, donde cajas de radiografías se convierten en revisteros o cofres para las ediciones de libros de bolsillo que suelen acompañar a los diarios.

La hemeroteca funciona desde hace una década en su sede actual, más pequeña que la original, mientras la Municipalidad afianzó el proyecto de construir un espacio adecuado para las funciones de archivo, consulta e investigación que requiere el tránsito constante de casi dos centenares de personas cada día. Ese plan, anunciado a mediados del año pasado, está contemplado en el presupuesto 2005.

La construcción estará emplazada en el actual ingreso a la biblioteca Argentina por calle Presidente Roca como un bloque con varios pisos. "Nuestra propuesta es que haya tres salas, para investigadores, público y consultas de los diarios del día, cómodos para los usuarios, y hasta un bar temático", dice Heinzen. Un deseo que espera para abrir las puertas de la historia y los sueños de los rosarinos.

La hemeroteca de la Bilioteca Argentina atesora más de 100 ejemplares.