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domingo,
17 de
abril de
2005 |
En profundidad. Marcos Aguinis expuso un crudo panorama sobre la política
"La Argentina marcha
hacia la africanización"
Para el escritor, las peleas en el PJ son como luchas tribales que dejan tierra arrasada. Tildó a Kirchner de "fóbico"
Walter Palena / La Capital
Marcos Aguinis es uno de los pocos intelectuales argentinos que se atreve a hablar de "inversiones" y de "propiedad privada" sin importarle caer en el patíbulo de los condenados por pronunciar palabras políticamente incorrectas o que suenen a noventismo, ese neologismo acuñado por la progresía vernácula para descalificar a cualquier persona que ose cuestionar los nuevos aires de cambio que soplan desde el sur. Por el contrario, Aguinis no se siente un provocador sino un realista por decir que "el gobierno de Kirchner es conservador" o por tildar al presidente de "fóbico", cuya desconfianza lo hace ejercer el poder de manera autoritaria.
En su nuevo libro "¿Qué hacer? Bases para el renacimiento argentino", presentado en Rosario el miércoles pasado en la Fundación Libertad, Aguinis plantea, entre otros tópicos, la necesidad de conformar un nuevo "pacto" entre dirigentes, sociedad y formadores de opinión para sacar al país de su destino incierto. En una extensa entrevista con La Capital, el novelista y ensayista repasó algunos de los puntos contenidos en su libro y temas políticos de coyuntura.
-Alberdi sostenía "poblar" como consigna en la mitad del siglo XIX y usted plantea que hoy el imperativo es "invertir y producir". ¿No queda a contramano con el nuevo discurso oficial?
-Así como en la Argentina de Alberdi este país vacío necesitaba mano de obra para poder crecer, en la actualidad, con la enorme cantidad de excluidos, lo que hace falta es abrir fuente de trabajo. Si necesitamos inversiones, todas las políticas que apunten hacia eso deben considerarse positivas, y las que las espanten deben considerarse nocivas para el país.
-En los años 90 hubo muchas inversiones y no necesariamente eso se tradujo en progreso.
-Porque muchas no fueron inversiones productivas. No sirven los capitales golondrina, porque son vampiros que chupan la sangre y se van.
-¿Hay conciencia en el gobierno para atraer las inversiones?
-En los últimos meses no hubo señales claras en ese sentido. No hay una conciencia de que la Argentina no va a poder crecer a mediano o largo plazos si no hay inversiones. Este es un gobierno populista que busca distribuir, pero sin producción. Si Robin Hood distribuye y no produce, al final va a tener que regalar la pluma de su bonete porque no le queda otra cosa para repartir. He leído con espanto en The Economist un artículo que ubica a la Argentina en el mismo nivel que Irak como los países más inseguros para invertir.
-¿Tuvo que ver para ese índice los piqueteros atacando las estaciones de la Shell?
-Es sólo un aspecto, pero esas fotos recorrieron el mundo con mucha celeridad. Quienes realizan estos actos provocativos, y quienes los incitan, lo hacen con una ambición política muy miope. Tienen una satisfacción de poder momentánea que los hace parecer omnipotentes. Creo que desde el gobierno no hay conciencia de eso.
-¿Es por lo que algunos llaman la rémora setentista del gobierno?
-No sólo del gobierno, sino de casi toda la clase política, con muy pocas excepciones. Yo insisto en el libro que tenemos muchas ideas arcaicas que se nos han fijado y que en Europa causan mucha risa hasta en los partidos de izquierda.
-¿Por ejemplo?
-La idea de que reestatizando las empresas privatizadas nos va a ir mejor.
-Usted relativiza mucho el término progresista. ¿Por qué?
-Yo soy un progresista impenitente, y para serlo no hay que tenerle miedo al cambio. Y este gobierno lo único que tiene de progresista es el cartel que se puso. Es más, Kirchner es un conservador. ¿Qué cambio estructural hizo en estos dos años de gestión? Ninguno. Está en el día a día, es un falso progresismo.
-Sin embargo muchos intelectuales y filósofos están encantados con el estilo de Kirchner.
-Es que tienen mucha carga emocional. En la época de Stalin, criticar los gulag (campos de concentración soviéticos) o los asesinatos era ser agente de la CIA. Era políticamente incorrecto criticar eso.
-¿Y criticar a Kirchner que vendría a ser ahora?
-Reaccionario, estar en contra del progreso.
-¿Por qué dice en su libro que el gobierno de Kirchner es mayoritariamente menemista renegado?
-Porque Kirchner, su esposa, los Fernández han sido parte del gobierno menemista. No estuvieron en sus casas, ocuparon bancas en el Parlamento, fueron gobernadores o ministros. Funcionaban dentro del aparato menemista.
-Usted machaca contra el autoritarismo, ¿pero no cree que el liberalismo argentino nunca fue serio y siempre buscó el atajo de los golpes de Estado para imponer sus políticas?
-Estoy totalmente de acuerdo con el planteo. El liberalismo argentino nunca fue auténtico ni democrático. En la Argentina tuvimos dos falsos liberalismos: el de los grupos que se ampararon en los golpes militares y el gobierno menemista.
-¿No ve nada positivo en Kirchner?
-Es difícil encontrar aspectos positivos porque no tiene una mirada estratégica. Está en el día a día, y en eso está quemando sus energías. Es cierto que es un hombre que trabaja excesivamente, pero porque no puede delegar, no puede trabajar en equipo. Es un hombre fóbico, desconfiado.
-También se puede decir que es un pragmático...
-Pero ese pragmatismo habla de ausencia de estrategia. El mundo avanza a una velocidad que hace que la marcha de la Argentina sea lenta. En la década del 70 el país decidió conscientemente latinoamericanizarse y ahí surgió lo peor: entró el narcotráfico, aumentó la pobreza y la corrupción. Y ahora, si no seguimos el camino de los países exitosos, vamos hacia la africanización, donde las peleas internas del peronismo son como luchas tribales que van a dejando tierra arrasada.
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"Este gobierno sólo tiene de progresista el cartel".
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