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domingo,
17 de
abril de
2005 |
Arrodillado en un comercio con un
arma en la cabeza, lo salvó la policía
El encargado de un ciber zafó de tres ladrones porque la alarma avisó al Comando. Los sorprendieron "in fraganti"
Guillermo Martín Villarreal, encargado de un ciber del macrocentro de la ciudad, en la madrugada de ayer se encontró a sí mismo arrodillado con una pistola apuntando a su cabeza. Y así estaba cuando la policía llegó al comercio. Quien sostenía el arma era un ladrón que, junto a dos socios, había intentado llevarse el poco efectivo que había en el local. Los uniformados los sorprendieron en plena tarea delictiva y por eso los asaltantes no llegaron a robar nada. Los tres cacos terminaron presos.
El atraco ocurrió en el ciber situado en el cruce de Chacabuco y Cochabamba. Cerca de las 3 de ayer, un llamado de la empresa de alarma alertó a Sebastián García, de 29 años y hermano de la propietaria del local, que un intento de robo había ocurrido en el comercio. Cuando el muchacho divisó a tres jóvenes que habían sido atrapados por efectivos del Comando Radioeléctrico, lo primero que le llamó la atención es que parecían disfrazados. "Uno tenía una peluca, otro un gorra y el tercero tenía la cara tapada con un buzo", explicó García.
Después se enteraría de la secuencia del atraco. Los cacos habían llegado al ciber cuando no había ningún internauta en las quince computadoras. Uno de ellos se dirigió hacia la cabina donde estaba al encargado, Sebastián García, de 29 años, y le exigió que le entregara la recaudación. Los 30 pesos que había en la caja les parecieron un magro botín a los ladrones y entonces uno de los ladrones comenzó a asestarle culatazos en la cabeza a Villarreal.
Cuando los malhechores se dieron cuenta de que no hallarían efectivo, intentaron apoderarse de las máquinas. "No pudieron porque (las computadoras) estaban amarradas. Arrancaron la máquina del teléfono y no se llevaron el servidor porque no pudieron desconectarlo", comentó.
Según presume García, los cacos eran de "poca monta" porque sólo intentaban llevarse el gabinete de una computadora. Mientras esto ocurría, a Villarreal no paraban de pegarle. En esa situación, los encontró la policía cuando arribó al comercio.
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