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 domingo, 17 de abril de 2005  
Editorial
La autoridad moral del FMI

El duro cruce de opiniones entre los principales referentes de los organismos financieros internacionales y el presidente tiene como trasfondo el cuestionable rol desempeñado por el Fondo en el origen y la explosión de la crisis argentina. Las prioridades de la Nación continúan pasando por la deuda interna.

El viaje del presidente Néstor Kirchner por Alemania estuvo matizado por un áspero contrapunto entre el jefe del Estado y las principales autoridades del Fondo Monetario Internacional (FMI) en torno de los acreedores que quedaron fuera del canje de deuda argentino, que terminó exitosamente con un 76 por ciento de adhesión y puso de esa manera fin a la cesación de pagos más grande de la historia. La constante presión que ejercen los organismos financieros internacionales encabezados por el Fondo tropezó con duras respuestas por parte del primer mandatario, quien en paralelo con el ministro Roberto Lavagna sostuvo que se debe privilegiar a quienes accedieron al canje y no a aquellos que lo repudiaron. Las consecuencias del fuerte enfrentamiento son todavía una incógnita y no debe descartarse la posibilidad de una ruptura que desemboque en un nuevo "default" del país, esta vez con el propio FMI, que ha recibido el respaldo del grupo que integran las naciones más poderosas del globo, el G7.

Poco tiempo atrás, una editorial del prestigioso periódico estadounidense The Washington Post abría serios interrogantes en torno del rol desempeñado por el Fondo en relación con las naciones menos desarrolladas. "Si los inversores hubieran tratado a la Argentina con más mesura durante los noventa, el país habría tomado menos prestado y su consiguiente colapso habría sido menos doloroso para la gente inocente", aseguró el diario norteamericano que se hizo popular en el mundo tras el escándalo Watergate.

Sensatas palabras, más allá de que la principal responsabilidad en el desastre acaecido recaiga sobre las espaldas de la dirigencia política nativa, elegida por el pueblo para desempeñar su trascendente rol. Pero el modelo que tan funesto demostró ser para la Argentina contó con el apoyo entusiasta del FMI, cuyos especialistas llegaron a exhibir al país como ejemplo del éxito de la implementación de las políticas neoliberales. Se trata del mismo organismo que ahora, cuando la Nación enfrenta el desafío que significan los niveles de pobreza e indigencia más altos de su historia, defiende intereses de fondos "buitre" que han hecho de la especulación su razón de ser excluyente.

La reestructuración de la deuda argentina "envía una señal de que los acreedores privados deberían considerar los riesgos de los mercados emergentes antes de enviarles capitales", dijo The Washington Post. Aunque debe recordarse que el canje fue una triste necesidad y no una receta saludable, tampoco puede omitirse que el papel del FMI en la gestación y posterior estallido de la crisis nacional resultó decisivo. Su autoridad moral, por ende, se halla en tela de juicio: el presidente y el ministro de Economía representan el pensamiento mayoritario de la ciudadanía, la cual parece haber aprendido una dura lección merced nada menos que a su sufrimiento.


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