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domingo,
17 de
abril de
2005 |
Crisis política. Lucio Gutiérrez había decretado la medida de excepción junto con la destitución de la Corte Suprema
Ecuador: el presidente debió dar
marcha atrás con el estado de sitio
Quito. - El presidente de Ecuador, Lucio Gutiérrez, suspendió ayer el estado de sitio que había dictado horas antes en Quito, pero fue ignorado por miles de manifestantes que demandaban en las calles de la capital la salida del mandatario. Gutiérrez también cesó por decreto a la cuestionada Corte Suprema que él mismo designó en diciembre pasado. Esta medida, que al parecer se tomó para apaciguar los ánimos populares, sólo logró aumentar el rechazo de los sectores políticos y sociales a Gutiérrez. Anoche el país estaba literalmente atravesado por una ola de protestas, con multitudes que exigían la renuncia de Gutiérrez. Este se había quedado sin respaldo político y sólo contaba con el apoyo de las fuerzas armadas.
"He decretado el levantamiento del estado de emergencia. Invoco a mantener la tranquilidad y la paz", dijo Gutiérrez, a menos de 24 horas de haber decretado lo contrario. Así dio marcha atrás en su decisión adoptada el viernes a última hora, con la que suspendía varios derechos constitucionales intentando reinstaurar el orden en la capital ecuatoriana y al mismo tiempo cesaba a los 31 integrantes de la Corte Suprema que él mismo había impuesto en diciembre pasado.
Gutiérrez declaró en "estado de emergencia" (equivalente al estado de sitio) a Quito para frenar la ola de protestas pacíficas desatadas en su contra por haber impulsado en diciembre la remoción de la anterior Corte, medida que tomó juntamente con el Congreso.
En su mensaje de la noche del viernes, Gutiérrez ordenó el cese de los 31 jueces designados en diciembre, en un intento de aplacar la furia que causó la constitución del tribunal. Pero la oposición y la población en general repudió la medida por "dictatorial" y claramente inconstitucional. El presidente no tiene poderes para decretar el cese de magistrados, según el ordenamiento constitucional ecuatoriano.
Ahora toca al Congreso
Gutiérrez espera que el Parlamento legitime hoy su nueva decisión, aprobando una resolución similar al decreto que emitió para disolver a la Corte Suprema, y una ley para avanzar hacia una nueva selección de los magistrados. La oposición parlamentaria buscaba anoche reunirse, en un marco de general confusión.
Durante el día, las manifestaciones se habían mantenido en Quito, pese al estado de emergencia vigente en ese momento. El alcalde de la capital y el concejo deliberante quiteño llamaban a mantener las protestas.
Lo que la prensa llamó un "golpe de estado a medias" comenzó el viernes a la noche, cuando el presidente Gutiérrez apareció en la televisión rodeado por casi todo su gabinete y el alto mando de las fuerzas armadas, con excepción del comandante del ejército, para leer el decreto por el que disolvía la Corte e imponía el estado de emergencia en la región de Quito.
Pero al avanzar la jornada de ayer y palpar el enorme rechazo que había generado la doble medida, y perder el apoyo de sus aliados políticos en el Congreso, el gobierno de Gutiérrez, que sólo recabó el solitario apoyo de las fuerzas armadas, comenzó a dar señales de que podía dar marcha atrás.
Por la tarde Gutiérrez mantuvo una reunión con el titular del Congreso, Omar Quintana, quien afirmó al salir del encuentro que "se le ha pedido (al presidente) que se levante el estado de emergencia", tal como ocurrió horas después.
Pero para cuando decidió dejar sin efecto el estado de emergencia, Gutiérrez ya había perdido el apoyo de sus aliados parlamentarios: los partidos que responden al ex presidente Abdalá Bucaram (recientemente retornado del exilio gracias a una polémica sentencia de la Corte ayer descabezada por Gutiérrez) y el del magnate Alvaro Noboa.
El titular del Congreso también dijo a la prensa que hoy habrá una sesión extraordinaria de los diputados para buscar "urgentemente una solución a la crisis judicial", iniciada en diciembre con la designación de la resistida Corte Suprema.
A la defección de sus aliados, Gutiérrez debió sumar la férrea oposición de los alcaldes de Quito y Guayaquil, quienes llamaron a la población a resistir el estado de sitio y a que exigieran la renuncia de Gutiérrez en las calles. Jaime Nebot, alcalde de Guayaquil, la ciudad más poblada de Ecuador, anunció nuevas movilizaciones e incluso "gigantescas caravanas".
La presión externa también influyó para que Gutiérrez diera marcha atrás. La embajada de Estados Unidos había convocado al gobierno "a que muestre moderación y respete de manera cabal los derechos civiles de todos los ciudadanos". La Unión Europea también llamó a mantener la vigencia de las instituciones, mientras que el presidente chileno, Ricardo Lagos, suspendió una visita que tenía planeada a Ecuador. A la ola de rechazos se sumó incluso el vicepresidente de Gutiérrez, Alfredo Palacio, quien dijo que había exigido al presidente "que revoque el decreto dictatorial, el país no lo tolera".
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Fotos
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Quito, militarizada y bajo estado de sitio.
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