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domingo,
17 de
abril de
2005 |
Opciones
Interiores
Jorge Besso
La Real Academia Española, que a fines del año pasado se domicilió en nuestra casa, hace un tratamiento más bien breve de un concepto sin embargo tan importante y tan cotidiano como el de opción, al cual le dedica nada más que dos entradas. En rigor una sola, ya que respecto de opcional se limita a decir: perteneciente o relativo a la opción. Brillante ejemplo de la luz académica capaz de iluminar sin aportar ninguna luz ya que deja o restringe lo opcional a la opción, operación que repite un poco más adelante con "optativo", de lo cual dirá que es "lo que pende de opción".
El humano contemporáneo también pende de opción, quizás más que en cualquier otra época, ya que casi a diario en esta vida pretendidamente simplificada, y reconocidamente complejizada, quedamos a menudo frente a un menú de opciones frente a las cuales tenemos que elegir en cuál está incluido nuestro problema o nuestra consulta. Discernimiento no siempre sencillo o nítido, sobre todo cuando los susodichos menús nos toman desprevenidos en el teléfono y pasamos a escuchar una voz anónima que monótonamente nos recita:
Si conoce el número de interno márquelo.
Si quiere abonar con tarjeta marque 1.
Si quiere contratar el servicio marque 2.
Si tiene problemas marque 3.
En muchas oportunidades la cosa no queda ahí porque la mayoría de estas opciones desembocan en más opciones que transforman la llamada en un laberinto con el resultado frecuente de cortar la comunicación, o para mejor decir, cortar la incomunicación. En otros intentos después del laberinto aparece una operadora u operador de carne y hueso que, por caso, comienza por decir: "Habla María señor, ¿en qué lo puedo ayudar?" Por lo general el consultante comienza con una explicación balbuceante ya que uno hasta se siente culpable y en inferioridad de condiciones por tener un problema. Hasta que la llamada María antes de hacernos el más mínimo comentario dice secamente: "su número de cliente por favor". El atribulado cliente corta para buscar el bendito o maldito número de cliente, vuelve a pasar por el laberinto, esta vez conociendo la ruta, y cuando aparece nuevamente una voz no grabada, ¡virgen santa!, ya no es María. Es que nunca atiende la misma, o el mismo operador y hay quien dice que esto se hace para evitar que la comunicación se personalice demasiado, o más simplemente para desalentar reclamos o sublevaciones.
En verdad, sea cual sea la explicación, esta variación más o menos interminable de operadores y operadoras, es una de las tantas muestras de que el que se ha vuelto opcional es el propio ser humano, ya que no somos mucho más allá de un número de cliente.
Si en el principio está el Verbo como sentencia la Biblia, también cabe preguntarse cuántas opciones tiene alguien al nacer, suceso cotidiano que se renueva en todos los centros y en todos los rincones del planeta. Como se sabe, las opciones varían radicalmente, ya que en primer lugar el que nace pobre con toda probabilidad siga pobre, si es que sigue. Por su parte el que nace rico no necesariamente seguirá rico, ya que aun teniendo más opciones esto no lo libra de la posibilidad de perderse en su propio laberinto. Finalmente quien nace medio pobre o medio rico (según quien mire) seguirá en esa medianidad o mediocridad (según el color y el sabor que logre darle a su existencia), salvo Quini con azar a favor que lo saque de la media, lo convierta en rico, y no se raye en el intento.
Las opciones son caminos ya trazados, por lo tanto en términos generales decisiones tomadas por otros sobre las cuales, pero solamente sobre esas cuales, podemos, y según los casos, debemos elegir. Tres grandes grupos podrían sintetizar las distintas opciones que a lo largo de la vida tenemos que afrontar y que pueden tanto posibilitar como recortar nuestras libertades. Ellas son:
Las opciones económicas.
Las opciones en el amor.
Las opciones políticas.
Formalmente las opciones económicas son innumerables, en tanto y en cuanto ya no es necesario desde hace tiempo salir a ver vidrieras, pues estas invaden el hogar y las familias con todo tipo de ofertas creadoras de demandas muchas veces tan innecesarias. Realmente las opciones económicas son perfectamente numerables en los números del presupuesto de cada cual con las restricciones que le toque o decida.
Formalmente las opciones políticas son tan innumerables como las económicas. Realmente, sin embargo, son irregistrables. Detrás de los candidatos visibles hay innumerables candidatos invisibles por los cuales optamos sin optar realmente, pero que resultan perfectamente visibles para los partidos que son quienes arman nuestras opciones que en realidad son las de ellos.
Formalmente las opciones en el amor de algún modo son tan innumerables como las económicas y las políticas, ya que el humano no llega a este mundo con objeto de amor incorporado, puesto que no tenemos la fuerte determinación biológica de nuestros hermanos animales, lo que hace que masculinos y femeninos sean mucho más que macho y hembra en una gran diversidad sexual y cultural. Realmente, en el camino por la vida, más que nada en los primeros pasos, se nos arman opciones inconscientes, de modo que de la gran variedad de femeninas y masculinos sólo unos pocos nos despiertan amorosa y eróticamente. Aunque el número pueda ser más o menos extenso en el curriculum de cada cual, subjetivamente, la mayor parte del tiempo estamos casi siempre con la misma persona (desde el punto de vista psíquico). Aunque conformen una colección de DNI diferentes, además de que en bastantes casos hasta se eligen personas parecidas.
Finalmente, si logramos sortear con cierto éxito fundamentalmente los laberintos económicos y amorosos podremos disfrutar, en lo posible de lunes a lunes, de nuestro turno de existir. En cuanto a las opciones políticas no debemos dejar de denunciar un mundo contemporáneo donde el poder se hace la fiesta transformando a los ciudadanos no sólo en opcionales, sino también en descartables.
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