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domingo,
17 de
abril de
2005 |
Mercados
El mundo se enfrenta ahora a
un escenario de desaceleración
La caída de las Bolsas marca el cambio de expectativas.
El viraje complica el acuerdo con el Fondo Monetario
Salvador Di Stefano
Los mercados se vieron envueltos en un vendaval en la semana que termina: la Bolsa americana perdió más de un 5%, el índice Merval dejo atrás el soporte de 1.300 puntos y está en caída libre, y los bonos de tesorería americanos se convirtieron en el refugio más codiciado. Mientras se esperaba que la tasa subiera por expectativas de mayor inflación, los temores a una desaceleración económica la llevaron a caer a la zona de 4,27%, cuando una semana atrás estaba en el 4,6% anual.
Los escenarios económicos viraron, el temor a una desaceleración creció y, casi al unísono, Bolsas y productos primarios arbitran a la baja en un escenario más que hostil para la Argentina.
En el plano local, para el 25 de febrero finalizaba el canje de la deuda pública y los mercados estaban eufóricos, descontaban que el porcentaje de aceptación seria un éxito, llegar al 76% es casi una hazaña, se vaticinaba un rápido acuerdo con el FMI y un masivo ingreso de capitales a la República Argentina.
Pasados 45 días el escenario muestra que el canje está judicializado, el mundo le reclama a Argentina que le reabra el canje al 24% de tenedores de bonos que no se presentaron y le mejore la oferta. Sin esto, el acuerdo con el FMI está muy lejos. Se complica la posibilidad de conseguir las necesidades de financiamiento para pagar los préstamos garantizados y los Boden, y por si todo esto fuera poco, la inflación entra en escena como un problema económico a combatir.
En febrero, el Merval se ubicaba en torno de los 1.600 puntos y se esperaba un índice 1.800-2.000 puntos. Ahora el Merval quiebra los 1.300 puntos a la baja y la expectativa es un índice Merval de 1.000 puntos. En verdad no es ni el cielo ni el infierno. La realidad es que la economía argentina deberá enfrentar las dificultades de un contexto internacional hostil y no podrá seguir sin definir o resolver los problemas estructurales que impactan sobre nuestra economía.
En el corto plazo la inflación es todo un problema porque afecta las expectativas de los inversores y la ciudadanía. Nadie esperaba una inflación de dos dígitos, por ello la cadena de comercialización vio como en 30 días se cortaron los plazos dramáticamente, pasando de 180 a solo 30 días de plazo, lo que hizo que más de un inversor pasara a liquidar dólares, acciones o bonos para poder equilibrar el flujo de fondos de las empresas.
Esta iliquidez generada por el cambio en los plazos de comercialización empujó a una caída en el precio de los bonos, acciones y dólares. En lo que hace a la reapertura del canje, nos parece que la sangre no llegará al río. En un lado esta el FMI, cobrando puntualmente sus acreencias y exigiendo cada vez más, mientras que en la otra orilla el gobierno vocifera: "Hasta aquí llegamos". Esta película ya se conoce, ambos tensarán la cuerda al máximo y finalmente se aprobará un acuerdo de corto plazo, el juez Thomas Griesa liberara los títulos en el exterior y momentáneamente no habrá reapertura del canje.
El mundo tiembla
En el plano internacional, las Bolsas del mundo comenzaron a desandar el recorrido alcista. Primero se observaron bajas preocupantes en el sudeste asiático, luego en Estados Unidos y Europa. Esto contagió a los emergentes que,mientras en el hemisferio norte descendían por la escalera, en América Latina los precios bajaban por el ascensor.
Conclusión: el mundo comienza a enfrentar un escenario de desaceleración económica y los mercados se adelantaron mostrando bajas generalizadas en Estados Unidos que se potencian en los mercados emergentes. El gobierno sigue sin resolver los problemas del canje de la deuda, ahora potenciados por la exigencia del FMI de reabrir el canje o darle una solución al 24% que no adhirió a la reestructuración de la deuda.
La reaparición de la inflación en el escenario económico pone al gobierno de Kirchner frente a su mayor desafío ya que este problema no es heredado de la década del noventa, sino que es propio. Por el momento, los bonos argentinos y el Merval tienen para seguir cayendo.
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