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miércoles,
13 de
abril de
2005 |
Aumentar el colesterol bueno disminuye el malo
El "colesterol bueno" o HDL-C (lipoproteína de alta densidad, según sus siglas en inglés) es el principal agente de eliminación del "colesterol malo" o LDL-C (lipoproteína de baja densidad). Si el colesterol bueno es bajo, el malo se acumula en las arterias y promueve el desarrollo de la enfermedad aterosclerótica, lo que aumenta el riesgo de sufrir infartos y accidentes cerebrovasculares. Históricamente los médicos se enfocaron en la reducción del "colesterol malo", mediante el uso de estatinas. Sin embargo, recientes estudios demostraron la necesidad de subir los niveles del colesterol bueno para reducir aún más los riesgos de padecer enfermedades cardíacas.
Tratar el colesterol malo con estatinas reduce un 30% la posibilidad de un evento cardiovascular, pero queda un riesgo remanente del 70%. Para disminuirlo una eficaz alternativa es el ácido nicotínico de liberación prolongada, que aumenta significativamente el colesterol bueno. La combinación del ácido nicotínico con una estatina alcanza efectos aditivos que reducen el riesgo cardiovascular en un 70 %.
Con este propósito Merck Argentina presentó Niaspan (ácido nicotínico de liberación prolongada), un medicamento para aumentar el colesterol bueno y tratar las alteraciones de los lípidos. El doctor Alfredo Lozada, vicepresidente del Foro Argentino de Lípidos y especialista del Fleni y del Hospital Austral de Buenos Aires afirmó que "el bueno es un actor importante en la regresión de la placa aterosclerótica".
Por su parte, el doctor Ricardo Rey, jefe de la Unidad de Cardiología Preventiva del Servicio de Cardiología del Hospital Italiano de Buenos Aires, sostuvo que "elevar los niveles de colesterol bueno genera cardioprotección".
Placa grasa
El colesterol es una sustancia grasa que pertenece a un grupo de elementos llamados lípidos. Participa en la estructura de las células, particularmente de las membranas celulares que las recubren.
El hígado fabrica un gramo de colesterol por día, lo que alcanza en general para los requerimientos diarios del organismo. A su vez, unos 270 miligramos de colesterol por día son ingeridos a través de la dieta (huevos, productos lácteos, carne), llevados al hígado y de allí a los tejidos. Cuando está en exceso puede depositarse en las arterias, obstruyéndolas.
Existen dos tipos de colesterol en sangre, el "malo" (LDL) y el "bueno" (HDL). Junto con los triglicéridos, un tercer tipo de grasas, dan lugar a lo que se denomina "colesterol total".
El colesterol no se disuelve en agua ni en medios acuosos como la sangre, por lo tanto necesita combinarse con ciertas proteínas que lo transporten en el torrente sanguíneo. Estas partículas combinadas de proteínas más colesterol se llaman lipoproteínas. Existen dos clases de lipoproteínas en la sangre, cada una identificable por su densidad. La primera es la de baja densidad llamada también LDL o "colesterol malo"; la segunda es la de alta densidad o "colesterol bueno".
La LDL transporta colesterol a las diferentes partes del cuerpo que lo requieran. Un exceso puede depositarse en las arterias y comenzar a formar placas grasas en sus paredes. Esto reduce el flujo sanguíneo a los órganos y puede causar un infarto de miocardio o un accidente cerebrovascular. El HDL lleva el exceso de colesterol de vuelta al hígado para "reciclarlo", reduciendo así la placa grasa de las arterias. Es decir, el HDL "limpia" las arterias, de ahí su denominación de "colesterol bueno".
Cuando el colesterol está alterado, ya sea el bueno o el malo, la persona padece de "dislipidemia", o alteración de las sustancias llamadas lípidos, entre ellas el colesterol. Las alteraciones del colesterol aumentan el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, como por ejemplo el infarto de miocardio.
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