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miércoles,
13 de
abril de
2005 |
Crece el tráfico de material radiactivo en las fronteras de Asia Central
El peligro nuclear de la "ruta del opio"
Por el histórico terreno de los narcotraficantes se infiltran elementos para armar bombas devastadoras
Kathy Gannon
Dushanbe, Tayikistán. - Las montañas imponentes proporcionan incontables escondites. Las interminables estepas ocultan a un hombre en medio de la inmensidad. Y la seguridad fronteriza es una serie de remotas estaciones con pocos guardias, pobremente entrenados y mal pagos.
Los narcotraficantes han explotado este paisaje del Asia Central durante años, convirtiendo la famosa Ruta de la Seda en la "ruta del opio". Ahora, la inestabilidad política está agravando la preocupación de que los contrabandistas estén negociando algo peor: material nuclear que los terroristas podrían usar para producir bombas devastadoras. Es una "nueva amenaza a la seguridad", advirtió la Oficina de Drogas y Delito de la Naciones Unidas.
Tayikistán, debido a su frontera de 1.350 kilómetros con Afganistán, está considerada como el terreno más fértil para el contrabando de material nuclear a lo largo de las rutas de la droga, según el Centro de Estudios para la No Proliferación, adjunto al Instituto de Monterrey de Estudios Internacionales, en California.
La reciente agitación política en la vecina Kirguistán subraya los temores de que los levantamientos contra los regímenes represivos de los ex estados soviéticos puedan causar desorden y facilitar aún más la actividad de los contrabandistas.
"No sabemos cuánto (material radiactivo) hay en el mercado, pero sabemos que el acceso es el más fácil y los controles los más débiles en Tayikistán", afirmó Dauren Aben, coordinador de programas en la oficina que tiene el Centro en Kazajistán.
"El material radiactivo es más fácil de obtener, más fácil de ensamblar, más fácil de transportar, de esconder y de usar, todo lo cual lo convierte en el arma preferida para los terroristas", agregó. "Es un verdadero riesgo de seguridad en el Asia Central debido al contrabando y las rutas del narcotráfico en esta región, con la imposibilidad de proteger cada metro cuadrado".
Las "bombas sucias"
Después de la desintegración de la Unión Soviética en 1991, desapareció material radiactivo de las instalaciones de las nuevas naciones independientes del centro del Asia.
La Agencia Internacional de Energía Atómica (Aiea) no tiene un cálculo de la cantidad, pero considera que fue un "fenómeno generalizado". Los materiales más poderosos, como el cobalto 60, el estroncio 90, el cesio 137 y el iridio 192, pueden hallarse en aparatos de radioterapia, irradiadores industriales y generadores termoeléctricos.
Con estos elementos se puede fabricar una "bomba sucia", que no es un arma nuclear, pero utiliza explosivos convencionales para dispersar material radiactivo.
En una conferencia en Viena en marzo, el director general de la Aiea, Mohammed El Baradei, dijo que una "bomba sucia" planteaba la mayor amenaza a la seguridad debido a la abundancia y disponibilidad de material radiactivo.
"Aunque la probabilidad de que los terroristas adquieran y usen un explosivo nuclear es relativamente escasa, no puede descartarse, y las consecuencias serían devastadoras", advirtió. "Por otra parte, una «bomba sucia» probablemente tendría mucho menos impacto en término de vidas humanas, pero la relativa accesibilidad de fuentes radiológicas hace más probable que ocurra", explicó.
Casi 100 casos en un año
Solamente el año pasado, la Aiea registró casi un centenar de incidentes de tráfico ilícito de material nuclear u otro material radiactivo, dijo El Baradei. "El número de incidentes demuestra que las medidas para controlar y asegurar los materiales nucleares y otros materiales radiactivos deben mejorarse", especificó.
Jamshed Abdushukurov, científico del Instituto de Física e Ingeniería, organismo estatal en la capital Dushanbe, dijo que la Aiea destinó 100 mil dólares a la caza del material radiactivo desaparecido. Y en el 2000, el gobierno estableció la Agencia de Energía Atómica para hacer el inventario de los materiales radiactivos en Tayikistán.
"Estamos decididos a que nadie cruce nuestras fronteras, pero no es realista afirmar que podemos cerrarlas completamente", admitió Igor Sattarov, jefe del departamento de información de la cancillería tayikistana. Su mayor preocupación son las drogas. "Afganistán comparte una larga frontera con nosotros y todos saben acerca de las drogas que provienen de allí", admitió.
Interpol y la Oficina de Drogas y Delito de las Naciones Unidas ven al Asia Central como un problema creciente debido al tráfico constante y la falta de informes de inteligencia. "Es imposible sellar las fronteras. Sencillamente no puede hacerse. Las agencias policiales deben ser perfeccionadas, tenemos que compartir información", dijo Bernard Frahi, de dicha oficina de la ONU en Viena.
"Las redes del tráfico están bien organizadas, no sólo geográficamente sino con conexiones: gente instalada en los lugares de entrada, camiones que usan en varias rutas y el uso de las redes y del hampa en apoyo al terrorismo", agregó. (AP)
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Los campos de amapolas, de donde se extrae el opio, ahora esconden otros riesgos.
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